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Revista Digital miNatura 143

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Como viene siendo habitual, después de la distribución del Acta del Jurado, tenemos el enorme placer de presentarles el número especial que la Revista Digital miNatura dedica al certamen para presentar y homenajear, de la mejor manera posible, al ganador y a los finalistas del concurso.
Queremos dejar constancia de que menos el poema ganador, los demás textos se presentan por riguroso orden alfabético, de igual forma que consta en el acta del jurado.
Aprovechamos nuevamente para dar las gracias a todos los que han hecho posible, un año más, que este certamen se mantenga y nos dé muestras del buen panorama literario fantástico que nos rodea. Gracias pues al jurado por su abnegada entrega, y a todos y cada uno de los participante. También nuestro agradecimiento especial a los artistas que han creado o cedido sus obras para ilustrar cada uno de los textos que contiene este dossier.
Pronto verán la luz: nuestro dossier El Diablo.
Gracias de nuevo a todos, esperamos que disfruten de la revista.

Revista digital miNatura 143 dossier especial del VII Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2015
La Revista de los Breve y lo Fantástico
Asociación Cultural miNatura Soterrània
ISSN: 2340-977
Directores: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa  Signes  Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Portada: S.t / Paolo Pedroni (Italia)
Contraportada: St. / Arístides Hernández Guerrero -Ares- (Cuba)
Diseño de portada: Carmen Rosa Signes Urrea

SUMARIO:
01/ Portada: S.t / Paolo Pedroni (Italia)
02/ Acta del jurado del VII Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2015
07/ Bases del XIII Certamen Internacional De Microcuento Fantástico miNatura 2015
GANADOR:
13/ DEL AMOR Y LA MATERIA  / José Antonio Olmedo López-Amor  (España)
FINALISTAS:
17/ VUELO DE PÁJAROS  / Alberto Arecchi (Italia)
20/ DE PROFUNDIS CLAMAVI  / Carlos Diez González (España)
25/ PRELUDIO DEL ÉXODO  / Anabel Enríquez Piñeiro (Cuba)
28/ PARA TANTAS DAGAS  / Alfonso Gamero Arres (España)
30/ CAMINANTE   / María del Carmen Guzmán Ortega (España)
32/ ARRORRÓ DIGITAL  / Eugenio  López Arriazu (Argentina/ España)
36/ OSCURA FOSA / Betzabeth W. Pagán Sotomayor (Puerto Rico)
39/ DIOSES EN LA TIERRA / Zoila Esperanza Pérez Molina (El Salvador)
43/ RÉQUIEM DE VIDA  / Fulton José Púa Rosado (Colombia)
46/ CACERÍA  / Elizabeth Reinosa Aliaga (Cuba)
49/ APE TECH / Luis Miguel Rubio Domingo  (España)
52/ POEMAS LUNARES: PUERTA DE ORIÓN  / Juan Torregrosa Pisonero (España)
56/ NECRÓFILA RAPSODIA /  Jorge Luis Torres Morejón (Cuba)
58/ ANATOMÍA ANCESTRAL  / Laura Izamar Velarde Garcilazo (México)
60/  Convocatoria Selección de Textos Tiempos Oscuros Nº6
62/ Biografías
77/ Sobre el copyright de las ilustraciones
78/ Contraportada: St. / Arístides Hernández Guerrero —Ares— (Cuba)

Sobre el copyright de las ilustraciones:
Pág. 01 St. / Paolo Pedroni (Italia)
Pág. 12 St. / Miguel Guerra (EE.UU./España)
Pág. 16 The Crow Master / Ali Kiani Amin (Irán)
Pág. 19 La Caída del Imperio Humano I / Cristina Samsa (México)
Pág. 24 St. / Rodolfo Valenzuela (Colombia)
Pág. 27 Para tantas dagas / Rafa Castelló Escrig (España)
Pág. 29 St. / Zdzisław Beksiński (Polonia)
Pág. 31 Dear Companion / Brian Despain (EE.UU.)
Pág. 35 St. / Betzabeth W.Pagán Sotomayor (Puerto Rico)
Pág. 38 Dioses de la tierra / Pedro Belushi (España)
Pág. 42 La última oración por la hermana Claudia / Yuly Alejo (España)
Pág. 45 St. / Joan Gonzálvez Fernández (España)
Pág. 48 Artifact / Vinicius Menezes (Brasil)
Pág. 51 The wait / José Gabriel Espinosa (España)
Pág. 55 Necrófila rapsodia / Pedro Belushi (España)
Pág. 57 The eye of the Fomorii: Regrouping for the battle / Otto Rapp (Austria)
Pág. 78 St. / Arístides Hernández Guerrero —Ares— (Cuba)



CONVOCATORIA SELECCIÓN DE TEXTOS TIEMPOS OSCUROS Nº6

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CONVOCATORIA SELECCIÓN DE TEXTOS TIEMPOS OSCUROS Nº6


La Revista Digital Tiempos Oscuros (Un panorama del Fantástico Internacional) tiene el placer de dar a conocer la convocatoria para confeccionar su sexta entrega, un número dedicado en su totalidad a mostrar el panorama de la literatura fantástica de Uruguay.
Es por ello que todos aquellos escritores uruguayos que deseen participar en la selección de los textos que compondrán el número seis de la revista digital Tiempos Oscuros deberán atenerse a las siguientes bases.

BASES
1.Podrán participar todos aquellos escritores uruguayos residentes o no en su país de origen, con obras escritas en castellano.
2.Los textos deberán ser afines al género fantástico, la ciencia ficción o el terror.
3.Los trabajos, cuentos de entre 5 a 10 páginas, deben estar libres de derechos o en su defecto se aceptarán obras con la debida autorización del propietario de los derechos de la misma.
4.Los trabajos deberán enviarse en documento adjunto tipo doc (tamaño de papel DinA4, con tres centímetros de margen a cada lado, tipografía Time New Roman puntaje 12 a 1,5 de interlineado). Dicho archivo llevará por nombre título + autor de la obra y junto a él se incluirá en el mismo documento plica que incluirá los siguientes datos: título del cuento, nombre completo, nacionalidad, dirección electrónica, declaración de la autoría que incluya el estado del texto (si es inédito o si ha sido publicado, en este segundo supuesto deberá incluir dónde se puede encontrar y las veces que ha sido editado, tanto si es digital como en papel, y si tiene los derechos comprometidos se deberán incluir los permisos pertinentes). Junto a todos estos datos también pedimos la inclusión de un breve currículum literario que será publicado en la revista y una fotografía del autor si lo desea para el mismo fin.
5.En ningún supuesto los autores pierden los derechos de autor sobre sus obras.
6. La dirección de recepción de originales es:
revistatiempososcuros@yahoo.es 
En el asunto deberá indicarse: COLABORACIÓN TIEMPOS OSCUROS Nº6
7.Las colaboraciones serán debidamente valoradas con el fin de realizar una selección acorde con los intereses de la publicación.
8.Los editores se comprometen a comunicar a los autores, que envíen sus trabajos, la inclusión o no del texto en la revista. Nos encantaría poder incluirlos todos pero nos hacemos al cargo sobre el volumen de textos que se podemos llegar a recibir.
9.Todos los trabajos recibirán acuse de recibo.
10.La participación supone la total aceptación de las normas.
11.El plazo de admisión comenzará desde la publicación de estas bases y finalizará el 1º de diciembre de 2015. (No se admitirán trabajos fuera del plazo indicado).

Ricardo Acevedo Esplugas
Carmen Rosa Signes Urrea

Directores de la Revista Digital Tiempos Oscuros

Fantasmas inocentes por Alberto Mesa Comendeiro

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La noticia de su muerte nos llegó hoy a través de José Miguel “Yoss” Sánchez (irónicamente le llego a él desde España).
La única reseña sobre Alberto Mesa Comendeiro la he encontrado en Clarín  
Para Alberto Mesa Comendeiro una globalización demoledora hace de las personas puros deshechos emocionales. Desde que William Gibson inaugurara el ciberpunk con la excepcional novela Neuromante o el, aún mejor, relato “Johnny Nemonic”, esta corriente ha dado algunos de los más agradables frutos de la literatura de ciencia ficción. Y así, además del relato reseñado (“Huéspedes del basurero” de Alberto Mesa Comendeiro), nos encontramos en Secretos del futuro una valiosa selección…”.
No existe en internet mucho más  sobre él.
Es muy difícil hablar de Alberto Mesa sin caer en contradicciones. Irritable e irritante, conversar con Alberto era, siempre,  caer en una interminable discusión, que podía durar casi toda la noche. Lo que ninguno de los que lo hemos conocido podremos negar es su amor por la ciencia ficción.
Alberto Mesa Comendeiro descansa en paz en uno de esos mundos que bien supo crear.

Fantasmas inocentes

Por Alberto Mesa Comendeiro
Publicado en Axxón (#159)

e todos los oficios que hay en el mundo, ¿por qué el de matar tiene que ser el peor? Ser un asesino no es tan terrible como todos piensan. No es más que un trabajo como otro cualquiera. A fin de cuentas, si todos tienen que morir tarde o temprano...
Matar también es el único oficio que no necesitamos aprender, porque lo llevamos en los genes desde mucho antes de ser civilizados. Matar es un placer, un gozo primordial, y el único arte que ha sobrevivido a todas las culturas. Un arte que encierra la mayor de nuestras contradicciones: ¡no queremos morir pero nos encanta matar!
Es algo que todos saben.
Algo que yo sé.
Y no me importa.
Ni a nadie.
Es mi oficio; yo mismo lo elegí y no soy menos humano por eso.
O tal vez sí lo soy.
No sé.
Tampoco sé si estoy orgulloso de serlo (hubo un tiempo en que sí, y tanto...) o es sólo la necesidad imperiosa de justificarme, de justificar lo que hago.
Miro el arma en mi mano y en el brillo de la luna reflejándose en su pulida superficie metálica me parece ver también todo mi pasado. No es posible dejarse atrás a sí mismo. Pesan demasiado los años y la sangre. La de los otros o la propia, qué más da.
No tiene sentido huir, tampoco esconderme. Para mí no existe lugar seguro. Ningún refugio puede cobijarme, ni puedo huir de mí mismo.
Pero estoy cansado.
Qué paradoja.
No puedo permitirme estar cansado. No debería.
No se supone que descanse mientras quede alguien que eliminar. Y siempre hay alguien que eliminar.
Entonces, ¿por qué estoy cansado?
No soy viejo. Mi cuerpo es aún robusto y elástico, lleno de energías.
Será tal vez que me preocupa ver tanta muerte y no poder ver la mía.
¿Estaré muerto y no me habré dado cuenta?
No. Estoy vivo.
El dolor no miente.
Pero esta vida no es como la imaginé una vez.
Lo peor es que no puedo permitirme tener sentimientos.
Me lo advirtieron, pero aún así a veces lo olvido.
Matar es mi negocio.
Nada personal.
Cobro por ello.
Para alguien como yo, eso es fácil... debería ser fácil.
Era fácil.
Ya no.
Sí, aunque mi cuerpo aún sea joven, mi mente se ha vuelto vieja.
Tengo que admitirlo. No he podido adaptarme del todo a estos nuevos tiempos.
Siempre pensé que con mi entrenamiento en el ejército ya estaba preparado para todo. Que nada podría ser peor que el campo de batalla. Y para un asesino profesional el mundo entero es campo de batalla. Me parecía que todo estaba claro.
No importa lo refinado de los métodos, matar sería siempre lo mismo.
Me equivoqué.
Nadie está nunca suficientemente preparado para el cambio, o quizás es que en estos tiempos todo está cambiando demasiado rápido. Y no hablo de las nuevas tecnologías. Esas sólo simplifican el asunto.
Hablo del objetivo en sí, de mis víctimas.
Mi oficio es asesinar.
El peor de los oficios. Asesinar gente... que no existe.

En las últimas décadas los progresos de la genética y la biología molecular han modificado radicalmente nuestra concepción de la vida. Y nuestro poder para actuar sobre ella. Desde hace años la genética es una de las disciplinas científicas que más interés despierta en el público, la que mayor atención recibe por parte de los medios de comunicación. De entre todos sus avances, los más relevantes han sido la secuenciación del genoma humano y la clonación, pasos increíbles hacia el develamiento del origen de la vida que también han hecho posibles grandes progresos en la medicina, en la biotecnología, y en otras industrias como la alimentaria.
Pero toda moneda tiene dos caras. Y cuando va a parar a manos equivocadas, éstas siempre se las arreglan para sacarle brillo a la más oscura de las dos.
En todo nuevo e importante avance científico acaban tarde o temprano metiendo sus narices los militares. Y ellos sólo tienen un propósito: hacer más eficiente la guerra.
Así surgieron los soldados clónicos. No parecía mala idea. Que su hijo pueda estudiar o trabajar tranquilo en casa mientras una copia suya se sacrifica por el país.
Tuve varios bajo mi mando. No eran superhombres sin miedo a la muerte. Sufrían cuando eran heridos. Morían. Y el saber que había otras cien copias de ellos mismos dispuestas a ocupar su lugar no les ayudaba a soportar el dolor...
Después de que los militares convierten la magia científica en hechizos de muerte vienen siempre las megacorporaciones, con sus legiones de bien pagados especialistas expertos en descubrir los más oscuros deseos de los hombres y hacerlos realidad.
Siempre que pueden pagarlos, claro.
Y mientras más raros son los sueños, más caro sale volverlos realidad.
Todos los millonarios tienen sus sitios privados y secretos a los que no permiten que nadie se acerque.
Ni siquiera yo.
Nunca me he engañado creyendo que me consideran uno de ellos.
Yo soy sólo alguien que hace su trabajo sucio.
Si no estuviera, otro podría hacerlo.
No es a mí a quien necesitan, sino sólo a mi habilidad.
Matar es fácil, cualquiera puede hacerlo alguna que otra vez.
Matar muchas veces es un arte, y yo soy un artista habilísimo.
Es esa habilidad lo único que me hace valioso para ellos.
Es por esa habilidad que me pagan sumas fabulosas, aunque para ellos sean sólo migajas.
Los sueños prohibidos siempre están relacionados de alguna forma con el sexo.
Y con la muerte.
Eros y Tanathos.
Amor y muerte.
Amar hasta morir, y de nuevo, y de nuevo, y de nuevo...
La ciencia y la tecnología han hecho posibles nuestros sueños... y nuestras aberraciones.
El sexo virtual pasó de moda. A la mayoría de los clientes les molestaban los trajes de datos interactivos y muchos hasta desarrollaban algún tipo de alergia tras el uso continuado. Hasta el software de las consolas simestim mejor diseñadas podía ser penetrado y saboteado por algún hacker avispado.
No hay nada como la carne. Y hoy por hoy la carne y la novedad son los SUEC de la Genetics Dreams. Super Estrellas Clonadas. O sería mejor decir prostíbulos superexclusivos.
Si no lo ha probado aún, no se lo pierda. Sus más locos sueños vueltos realidad. Sus más sucias fantasías al alcance de la mano. Ahora puede usted acostarse con la mujer de sus sueños: gran actriz, cantante, supermodelo, Naomi Campbell o Madonna, Mena Suvari o Cher. La diva de su preferencia, en su cama, dócil a todos sus caprichos... y además, completamente virgen.
Los servicios de clonación cubren todos los gustos. El ADN lo venden las mismas superestrellas y a buen precio. Sus asesores de imagen lo consideran buena publicidad. También ha surgido toda una casta especializada de ladrones de genotipos a los que les basta con un cabello, una gota de saliva o de sudor de las pocas recalcitrantes.
Al principio las feministas protestaron contra la objetización de la figura femenina... luego empezaron a aparecer los primeros clones de placer masculinos y ya nadie les prestó atención.
En realidad, creo que nunca nadie les prestó mucha atención a esa pandilla de frígidas histéricas.
La Genetics Dream ha creado todo un sistema, muy organizado. Usando las más modernas técnicas de programación hipnótica, cada clon se le implantan bloqueos mentales, tanto para asegurar su docilidad y obediencia como para impedirles cualquier reacción violenta. Aunque estoy seguro de que algunos clientes preferirían que les opusiesen cierta resistencia, lo mejor para el negocio es no correr ni el más mínimo riesgo.
Por eso es que los clones son también de usar y tirar. Otra clase de condicionamiento mental garantiza que una vez que el correspondiente cliente haya acabado de dar rienda suelta a sus fantasías, su ¿víctima? ¿objeto? ¿juguete? deje de respirar. No es un problema para la compañía; con el ADN de los originales pueden obtener todas las copias que necesiten, y rápido. Gracias a las últimas técnicas de embriogenia acelerada, no cuesta mucho tener listo un clon... y en cuestión de horas.
De eso modo es posible incluso que varios clientes pueden usar un mismo "modelo" al mismo tiempo. Según las estadísticas, esos pedidos en serie se disparan cuando alguna nueva superestrella se pone de moda.
Pero este negocio, como todos, tiene sus imprevistos.
El instinto de conservación es una fuerza tan poderosa que a veces ni siquiera la ciencia moderna logra vencerlo. A veces los bloqueos fallan, y algún clon se niega a complacer a su cliente y responde a la violencia con más violencia. Generalmente es posible detenerlos a tiempo. Pero en ocasiones, en muy raras ocasiones, logran escapar, a veces incluso matando al cliente.
Y es ahí donde intervengo yo.
Mi trabajo es seguirlas, encontrarlas... y neutralizarlas.
Para siempre.
Antes de que sea tarde y se haga público. Cualquier fallo en el sistema SUEC podría causar un escándalo, pésima publicidad para la imagen de la Genetics Dreams. Y ni hablar de la verdadera superestrella. ¿Y si el clon, en venganza, tratara de matar a la original para sustituirla? ¿Y si es la estrella la que diera muerte a su réplica en legítima autodefensa? ¿Cómo saber quién es quién?
O una posibilidad siempre temida pero hasta ahora nunca verificada, que las dos establezcan una alianza. Imagínense, las Supermellizas Cher, o el Trío Madonna. Qué pesadilla.
Para impedir esto y cosas peores fue que me contrataron.
El fantasma de Bernadette Soubirous, 1890 
Yo tenía una reputación en el ejército. Tras el éxito de la operación "Lluvia negra" mi nombre estaba en todos los periódicos y ciberredes. Por suerte, no mi rostro.
Me buscaron. Yo era el candidato ideal para el trabajo de cazador de clones defectuosos.
Pensaron que podían confiar en mí, y no se equivocaban.
Para un militar la obediencia es como una segunda piel. Está acostumbrado a cumplir órdenes sin preguntar... a que ni siquiera le pase por la mente cuestionarse el por qué de esas órdenes, ni a sus jefes, ni mucho menos traicionarlos.
Dejaron un mensaje en mi ciberconsola.
Mi clave de identificación es privada; así supe que era gente con recursos.
Acudí solo a la cita, como me sugirieron "amablemente".
Fueron breves y precisos.
Yo tenía que matarlas antes de que tuvieran tiempo de ver a nadie, de hablar con nadie, de saludar siquiera a nadie.
No sería un crimen. Yo no soy un criminal.
Matar a alguien que no existe, a una copia, a un fantasma, no es un crimen.
¿Ni aunque sea un fantasma inocente?
El hombre que se entrevistó conmigo era gris y olvidable. Mi nombre no importa, ni el de los que van a contratarte. Te conocemos bien, me dijo, y sentí el peso de un poder inmenso respaldando cada una de sus palabras. Sabía que yo era capaz de matarlo sólo con mis manos en menos de un segundo, pero no parecía ni mínimamente preocupado Sabemos que eres un experto. Te pagaremos bien. Y me explicó lo que se esperaba de mí. Fue la primera vez que escuché el eufemismo "neutralizar"
—Las fugitivas están dispuestas a todo, y eso las vuelve tremendamente peligrosas. La mayoría de nuestros agentes de seguridad tendrían grandes dificultades en neutralizarlas, y podrían hasta morir en el intento. No podemos correr ese riesgo. ¿Comprendes?
Comprendí.
—Bien. Una cosa más. Trabajarás solo. Si te asocias con alguien, y sabremos si lo haces, te lo aseguro, serás inmediatamente neutralizado. No eres el único que trabaja para nosotros. Pero no conocerás a ninguno de tus colegas. Y, por supuesto, aunque siendo legalmente estricto lo que haces no es un crimen, si alguna vez caes en manos de las autoridades, negaremos todo vínculo contigo. ¿Está claro?
Reí... prudentemente, para mis adentros. Sus amenazas no me asustaban. Para alguien acostumbrado a tratar con la muerte, su fantasma ya no infunde miedo.
—Algo más —continuó siempre con el mismo tono de voz tranquilo—. A la vez un favor... y un consejo. No te comprometas sentimentalmente con ninguna de tus presas. Digamos que... empañaría tu visión de las cosas. ¿Entiendes?
Dije que sí, que entendía, y yo mismo me lo creí.
Pero mentía. Aunque no fue hasta ahora que lo supe.
No podía darme el lujo de saberlo. Ellos conocían muchas cosas de mí. Llevaban años estudiando mi expediente. Era lógico suponer que estarían vigilándome.
En cualquier caso, yo no les temía, y el dinero nunca viene mal.
Pagaban bien, muy bien, y no les importaban mis métodos, sólo mis resultados. Siempre pude hacer las cosas a mi manera.
Comencé a trabajar enseguida.
Casi nada sabía de mis presas. Casi nada preguntaba. Con su cara y la zona de la que habían huido solía bastar. Era rápido y discreto. No violaba la ley, porque en realidad ellas no existían legalmente, ni estaban registradas en ninguna parte. Pero si alguien me hubiera visto matar a cualquiera de ellas, podría haber intervenido, o llamado a la policía, y hay tantas balas perdidas en este mundo...
Nunca llevé una cuenta de mis víctimas. Pero fueron muchas.
Para alguien acostumbrado a detectar y eliminar soldados enemigos bien camuflados en la selva, seguir a aquellas mujeres superllamativas en la selva urbana y luego neutralizarlas resultaba casi demasiado fácil.
Casi.
Cuando uno lleva mucho tiempo en un campamento militar, entrenando duro, se vuelve más resistente a todo... excepto a las mujeres. Ellas están en nuestros pensamientos aun cuando creemos que las hemos olvidado. Es por eso que, no importa lo fuertes que seamos, siempre seremos débiles ante ellas.
Tonto de mí al pensar que yo era diferente.
Cuando la vi por primera vez, supe que yo también era tan débil como los demás.
Llegó bastante lejos. La rastreé hasta este pueblito, la encontré y la seguí durante horas, de bar en bar, y la esperé a la salida de uno, en la solitaria oscuridad. La vi en cuanto salió a la calle.
Ella también me vio y se encogió, como esperando lo inevitable.
Entonces fue cuando, en contra de mi costumbre, hice algo puramente emocional, y no impulsado por un cuidadoso razonamiento.
Estábamos solos, pero no le disparé. La dejé escapar.
Se perdió entre las sombras de la avenida.
Casi inconscientemente mi mano derecha aferraba el mango de la pistola.
Luego me dije que me sería fácil justificar el error. Era tarde en la noche. La ciudad dormía. No estaba en horario de trabajo...
Pero los asesinos no tienen horario de trabajo.
Me quedé largo tiempo, inmóvil, conteniendo el aliento como si todavía pudiera escuchar el sonido de sus pisadas de bestezuela acosada alejándose sobre el asfalto en desesperada carrera por salvar su única posesión: la vida.
Pero el silencio era tan impenetrable como las sombras que se la habían tragado.
Sabía que sólo tenía una oportunidad entre diez de que se salvase.
Había otros como yo. Y yo no creía en los milagros.
Pero esta vez quise creer.
Yo la conocía de siempre. Todos la conocían. Era una más de las tantas diosas de las pantallas.
O mejor dicho, su fantasma.
Un fantasma inocente.
Uno siempre cree que esas mujeres no son reales.
Falso.
Ahora sé que, aunque parezcan divinas, perfectas, inalcanzables, ellas son tan humanas como nosotros. Incluso más, a veces.
Fue una noche inolvidable. Las horas pasaban, pero yo continuaba allí, de pie, mirando la lejanía, sin sentir sueño ni agotamiento, con la esperanza de verla regresar a pronunciar al menos una palabra de gratitud, de ver de nuevo sus ojos negros.
Aún sabiendo que al otro día tendría que volver a mi trabajo, a la rutina de siempre.
Que al otro día tendría que olvidar.
No me importaba que me mataran.
Más difícil me parecía conseguir olvidar.
Y no lo conseguí.
Cuando desperté al día siguiente en el hotel, seguía pensando en ella.
Lo peor era saber que había otros como yo que acabarían el trabajo que yo había dejado a medias.
Que quizás ya lo habrían acabado.
Ella sería entonces sólo un cadáver como tantos otros pudriéndose en la morgue.
¿La morgue?
No estaba lejos de mi hotel. Tuve una idea loca. ¿Por qué no? Para salir de dudas de una vez. Porque lo peor era la incertidumbre.
Se dice fácil. Pero hacía falta valor, mucho valor para enfrentar... lo que fuera.
Encontré ese valor, en alguna parte. No importa dónde.
Sólo tenía que caminar dos cuadras por la calle principal, luego doblar por el parque y descender hacia el malecón. Allí, bajo del puente y junto al mar, estaba el hospital, y en sus sótanos, la morgue.
Era ya mediodía, pero el sol no me parecía luminoso, sino oscuro. Caminé lentamente hasta el océano, tratando de no pensar en lo peor. Pero ¿qué era lo peor? Cada vez que me preguntaba "¿y si no la mataron?" se me erizaba el alma. Ellos, por supuesto, lo harían sin dudar un segundo. O tal vez ellos también descubrieran de pronto escrúpulos antes insospechados.
El malecón estaba completamente vacío.
El viento soplaba, frío, pero no demasiado.
Envuelto en una espesa niebla, el mar rugía sordo y casi invisible, como si estuviese descontento con el hecho de que, como de costumbre en el trópico, el frío no fuera lo bastante intenso ni siquiera en invierno.
Después de pasar bajo el puente todo pareció más claro a la luz que se derramaba por las ventanas del hospital. Era un hospital grande, que abarcaba toda la manzana. Y una cerca de hierro con columnas de piedra a intervalos lo separaba del resto del pueblo.
Entré en el patio, todavía más iluminado.
Dos mujeres con batas blancas llevaban una camilla tapada con una sábana. Otro cadáver camino a la morgue.
Mirando a aquella pareja de enfermeras, pensé de pronto en que hay gente que trabaja día tras día con cadáveres, sin que nada parezca perturbarlas. Para ellas, convivir con la muerte es algo cotidiano. También lo es para un asesino como yo... y sin embargo, aún no he cruzado el umbral y ya estoy temblando. Como si de algún modo me sintiera responsable de todas esas muertes. Como si las hubiera matado a todas.
Estupideces.
¿A qué temer?
Los muertos, muertos están.
Y ¿acaso se puede matar a un fantasma, aunque sea inocente?
Seguí a las mujeres. En efecto, iban hacia la morgue
—¡Pancho, viejo verde! —gritó una—. ¡Abre, que aquí tienes a otra huésped! ¡Una de tus superestrellas favoritas!
—Como todas... ¿Por qué gritan? Está abierto para todo el mundo, y para ustedes en particular. —La voz de un viejo respondió desde algún lugar impreciso del sótano.
En la puerta del sótano se encendió una luz amarillenta, y entonces salió un tipo delgado como una caña de bambú, ataviado con un delantal de hule, una grasienta chaqueta de mezclilla, y una gorra enorme ladeada sobre su cabeza extrañamente pequeña.
Pique para ampliar
Ilustración: Fraga
—Estoy buscando un cadáver que probablemente trajeron ayer —le dije, mirándolo fijamente a los ojos para tratar de intimidarlo—. Un clon de la famosa bailarina española Yadira López.
—Yo no sé nada. —El viejo se quitó la gorra y después de sacudirla se la puso otra vez —. Las que yo tengo aquí son todas iguales. Si fue para acá que la mandaron, allá atrás debe estar, congelada. Ven conmigo y mira tú mismo...
Y entramos juntos, tras las mujeres con su camilla. En lo profundo del sótano el viejo de nuevo encendió una lámpara mortecina que apenas si lograba disipar la penumbra de una habitación fría y de dimensiones difíciles de adivinar, en la que flotaba un olor intenso, pero que tardé un par de segundos en reconocer.
El olor de la muerte y la corrupción, el aroma de lo efímero del sueño humano de grandeza e inmortalidad.
Sobre un estrado había varios cadáveres tendidos en fila. Todos de mujeres hermosas y jóvenes, algunas incluso niñas, tantas y tan juntas que en la escasa iluminación resultaba difícil distinguirlas entre sí.
—¿Esa que busca, es pariente suya? —preguntó el viejo, sonriendo con malicia.
—¿De dónde saca esa idea? —repliqué, disimulando mi ira—. Ninguna de ellas tiene parientes y usted lo sabe bien. Sólo soy... un cliente.
—Ah, bueno, eso ya es otra cosa.
El tono irónico de sus palabras me convenció de que sabía lo que yo era. Ningún cliente se molestaría en ir a comprobar si el clon utilizado había sido eliminado. Sería como ir al basurero a buscar el condón usado el día anterior. El viejo quizás ya se había topado con otros casos como el mío. Quizás hasta fuese uno de mis secretos colegas, ya retirado.
—Búsquela. Si la trajeron, estará por ahí. —El viejo abarcó todo el sótano con un ambiguo ademán—. Necesitará más luz...
Encendió otra lámpara y otra más. La estancia resultó ser inmensa.
—¿Cómo la voy a encontrar aquí? —Me encogí, mitad desconcertado, mitad por puro frío. La temperatura era bastante más baja que en el malecón. Algún pingüino había trabado el regulador del aire acondicionado. Pero si la idea era que el frío impidiera la descomposición, no estaba funcionando. A cada segundo el olor a muerte se me antojaba más fuerte.
—¿Las tienen numeradas? —pregunté, tratando de ocultar mi desazón.
—¿Numeradas? —El viejo se echó a reír aparatosamente—. ¡No me alcanzaría el tiempo para numerarlas a todas! ¡Mira cuántas hay! ¿Qué te parece el espectáculo?
Él daba la impresión de estar muy a su gusto, pero a mí me pareció horrendo. Por primera vez en mi vida sentí náuseas ante la presencia de la muerte. De repente se me antojó que, ocultas entre los cadáveres, había fugitivas vivas y confabuladas contra mí con el viejo. Que en cualquier momento saltarían sobre mí para vengar a todas las que yo había "neutralizado". Que me iban a matar de algún modo lento, cruel y terrible.
Casi instintivamente retrocedí un paso hacia la puerta.
—¿Qué le pasa, joven? ¿Tiene miedo? —El tono de la voz del viejo era cada vez más extraño.
Sentí vergüenza y desanduve lo andado.
—¿Tengo motivos para tenerlo? —pregunté, tratando de que mi voz no temblara—. ¿Acaso usted también lo tiene?
—A veces creo que me olvidé hasta de cómo asustarme —sonrió él otra vez, maliciosamente—. En este trabajo uno no puede permitirse tener miedo. Pero no se preocupe, es una reacción natural temer a los muertos. Hasta en los... cazadores, como usted.
—Yo no soy ningún cazador —dije con firmeza, desafiándolo—. Sólo soy un cliente. Nadie conoce a los cazadores, son asesinos profesionales, que trabajan en las sombras. Si yo fuera de veras un cazador y usted lo supiera, ¿no cree que tendría que matarlo? —Lo dejé masticar la idea. No le gustó—. Quiero ver las que trajeron ayer. Las más frescas, digamos...
—No los clasificamos en frescas o pasadas. Los cadáveres no son frutas. Sírvase usted mismo. —Molesto, hizo un gesto señalando el montón—. A mí no me pagan por eso.
Me quedé congelado, sin saber cómo ni por dónde empezar. Entonces tuve una idea:
—Se trata de Yadira López, la gran bailarina española, una mujer hermosa, de ojos y cabello negros. ¿No la conoce? Todos la conocen. Ella, la verdadera, baila como los dioses. Así que si ha llegado algún clon suyo en las últimas horas, dígamelo sin rodeos. Ese es su trabajo, así que hágalo, y no pregunte más. Soy sólo un cliente... pero no uno cualquiera. Tengo muchas influencias...
—De acuerdo. —El viejo se encogió de hombros—. Empecemos por... esta misma —y haló por los pies al primer cadáver de la hilera—. Cabello y ojos negros, así que podemos dejar tranquilas a las rubias. ¿No será ésta? Mire bien, a ver...
Precisamente mirar bien era lo más difícil para mí en aquel momento. Pero lo hice.
—No, no es ella.
—Entonces vamos a buscar por aquel extremo —propuso el viejo, frotándose las manos como si las tuviera heladas.
No los conté, pero revisamos no menos de veinte cadáveres antes de que por fin la reconociera...
—¿Es ésta? Disculpe, pero es que como son tantas de su tipo. Y mire, aquí hay otra, y otra. ¿Cuál de todas es la que busca?
Qué ironía. Aquella noche parecía haber habido una explosión de pedidos de Yadira, la bailarina española.
Había sido una noche especial, y no sólo para mí.
La mejor de las noches para algunos ricos afortunados.
La última para algunos fantasmas inocentes.
Era imposible saber cuál de todas ellas había sido la mía.
Quizás ninguna.
Ojalá.
No se puede tener un fantasma.
Qué estúpido había sido.
Ahora finalmente lo comprendía.
Ahora que por primera vez veía juntas a tantas como ella.
Ahora ya sabía que de veras no existían más que... como fantasmas.
Me sentí mal. Tuve que recostar la espalda a la pared para no caer al suelo.
El viejo me miró casi compasivo, y otra vez sentí vergüenza.
Pero entonces me quitó los ojos de encima y se puso a cargar los distintos cadáveres de la bailarina como si fueran troncos, para devolverlos a sus respectivos sitios en la fila. Lo miré jadear y afanarse durante largos segundos, agradecido de que no me pidiese que lo ayudara.
Para qué lo pensé. Justo en ese momento me gritó:
—¡Oiga, joven, no se quede ahí parado, venga y ayúdeme, vamos a cargarlos entre los dos!
No quiero recordar los detalles. Hice de tripas corazón y me obligué a coger a uno de los cadáveres... quizás el de mi amada fantasma, quién sabe, por los pies yertos.
Entre los dos la devolvimos a su sitio.
—Muchas gracias por todo. Ahora debo marcharme —le dije al viejo, y me dispuse a salir del sótano.
—Gracias a usted por la distracción —respondió el viejo—. Mi trabajo son los difuntos... o las difuntas. Y ya ve que no son muy conversadoras que digamos. Si hablaran, figúrese: yo también podría hacerme famoso, divulgando las intimidades de tantas superestrellas...
No le respondí. ¿Intimidades de superestrellas?
De superestrellas falsas. De superestrellas desechables.
Cuando salí del sótano, las rodillas me temblaban. Atravesé el patio, pero tuve que detenerme junto a la cerca. Sentía nauseas. La vista se me nubló, y de repente sentí unas ganas de llorar incontenibles, como no recordaba haberlas tenido desde niño.
Casi lloré. Casi.
Pero entonces, escuchar el sonido lejano de los automóviles en la carretera me hizo recordar quién y qué era. Me limpié los ojos, respiré profundo y me erguí.
Los asesinos no lloran.
Llorar es recordar con dolor, y los asesinos no sienten dolor.
Y si alguna vez lo sienten, lo olvidan pronto...
Caminé. Las rodillas ya no me temblaban, pero todavía sentía náuseas. Permanecí parado algún tiempo en la acera, apoyando los codos en el muro del malecón.
Mirando al agua.
Luego seguí adelante.

Sobre el Autor:

Alberto Mesa Comendeiro (Ciudad de La Habana, Cuba, 1972— 2015), Graduado del Centro
de Creación Literaria Onelio Jorge Cardoso (1999), ganador del Premio Guaicán 2005 por este relato, es de Ciudad de La Habana. Un cuento suyo, Almacén de Cataratas, fue incluido en la antología Reino Eterno (Ed. Letras Cubanas 2000) y otro relato, Huéspedes del basurero, fue publicado en Secretos del Futuro (Sed de Belleza, 2005), Crónicas del mañana. 50 años de cuentos cubanos de ciencia ficción (Letras Cubanas, 2008). Cuentos de su autoría han aparecido en Axxón, Disparo en Red y Revista digital miNatura.

Revista Digital miNatura 144 (Castellano e inglés)

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La diosa teutónica de la muerte e hija de Loki fue llamada Hel, diosa pagana de la tortura y el castigo. La otra “L” fue agregada cuando se formularon los libros del Antiguo Testamento. Los profetas que escribieron la Biblia no conocían la palabra “Hell” en su lugar usaron la hebrea Sheol y la griega Hades, que significa la tumba, y el Tártaro se convirtió en la morada de los ángeles caídos. El submundo (lo opuesto a lo que está sobre la tierra), y Gehenna,  un valle cercano a Jerusalén regido por Moloch, donde se acumulaba y  quemaba la basura, inspiró a la Iglesia Católica la idea del “fuego y el azufre” tan populares en el infierno.
Nuestro diablo ha tenido que vivir en basureros y sobrevivir a las malas traducciones, al final, parafraseando a Butler: “Le debemos una disculpa, recordemos que únicamente hemos escuchado un solo lado de este caso. Dios ha escrito todos los libros”
A pesar de todo, aquel que violando todos los protocolos, nos dio el conocimiento (con todo lo bueno y malo que esto acarrea) y pagó por ello.
El pueblo, siempre más comprensivo, le convirtió en un personaje popular, capaz de decir las más duras críticas en forma de guiñol. Los alquimistas y religiosos más avant garde acudieron a él en busca de consejo o simplemente para obtener sus favores.
El príncipe de este mundo, como todo buen adorable canalla, tiene su móvil a nuestra disposición las 24 horas del día, su número: 666 ha estado siempre en boca de todos. ¿Le llamarás?
¡A todos gracias!

Revista digital miNatura nº 144. Dossier El Diablo
La Revista de los Breve y lo Fantástico
Asociación Cultural miNatura Soterrània
ISSN:2340-977
Directores:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa  Signes  Urrea
Editor:Ricardo Acevedo Esplugas
Portada:Aquelarre / Ángel García Alcaraz (España)
Contraportada:Unlimited / Sandra Duchiewicz (Reino Unido)
Diseño de portada: Carmen Rosa Signes Urrea
Las colaboraciones deben ser enviadas a: minaturacu@yahoo.es

Sumario:
01/Portada: Aquelarre / Ángel García Alcaraz (España)
02/FrikiFrases
03/Editorial
05/Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Entrevista:
07/  Entrevista a Daniel W. Koon, un hombre puente entre varios mundos / Anabel Enríquez (Cuba)
19/Póster: Crowgod / Sabbas Apterus (República Eslovaca)
20/Sumario
23/Miedo, Mentiras y Tinta China: Entre nosotros / Evandro Rubert (Brasil)
Cuentos:
25/Dos perros negros / Violeta Balián (Argentina)
26/Crossroad Blues / Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
28/La rebelión de Lucifer / Tomás Pacheco Estrada (México)
29/Una muy maligna criatura /  Carlos Enrique Saldivar (Perú), Ada Inés Lerner (Argentina)
30/Belial 2 Km / Omar Martínez (Cuba)
31/Encantado de conocerte, Demonio / Odilius Vlak —seud.— (República Dominicana)
32/Non natus /  Carmen Rosa Signes Urrea (España)
33/Y con 33 años de edad / Paulo Brito (Portugal)
35/Éxito fatídico /  Pablo Martínez Burkett (Argentina)
36/A man of wealth and taste /  Carlos Ortega Pardo (España)
38/Despertar /  Manuel Santamaría Barrios (España), Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
39/El camino del diablo / Mª del Socorro Candelaria Zárate (México)
40/De cómo un distrito venció a un maldito ser /  Carlos Enrique Saldivar (Perú). Ana Caliyuri (Argentina)
41/La verdad de todo /  Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
42/Invocación / Dolo Espinosa  (España)
43/Recorrido / Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
43/El signo /  Patricio G. Bazán (Argentina). Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina), Carmen Rosa Signes Urrea (España)
44/Utopía satánica /  Odilius Vlak —seud.— (República Dominicana)
46/Turno de noche /  María L Castejón (España)
47/La mano del diablo /  Peter Domínguez (Puerto Rico/ República Dominicana)
48/Iniciación /  Carmen Rosa Signes Urrea (España), Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba/EE.UU.)
50/¡Otra alma para Satán! /  Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
51/Posesión / Dolo Espinosa —seud.— (España)
52/ El Payé /  Pablo Martínez Burkett (Argentina)
53/Transformación /  Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
54/Cuentos de vórtices “El Arcano” /  Graciela Marta Alfonso (Argentina)
55/La invitación / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
57/Velada romántica / Pedro López Manzano (España)
58/Rebelde / Dolo Espinosa —seud.— (España) 
59/Decisión / Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
59/La Búsqueda /  Silver Suárez —seud.— (España)
60/La mirada  escarlata /  Mari Carmen Caballero Álvarez (España)
61/Querida Lucy / Sergio Astorga  (México)
63/Aquel que vive en nuestro interior / Marc Sabaté Clos (España)
64/Candela / María Belén Montoro Cabello (España)
65/Esos pequeños seres diminutos / Ana María Fuster Lavín (Puerto Rico)
66/El infierno es un estado mental / Ariel Carlos Delgado (Colombia)
67/Invocación            / Elena Fortanet (España)
68/ Mejora / Ricardo Manzanaro (España)
69/La figura en el espejo / Lucas Berruezo (Argentina)
70/Diablos / Luisa Hurtado González (España)
71/Frente al espejo / Carlos Díez  (España)
72/El hereje mayor del reino / Israel Santamaría Canales (España)
73/Hoy quiero confesar / Mar Roca Mercader (España)
74/Entrevista con el diablo / Manuel Santamaría Barrios  (España)
75/Endemoniados / Luisa Hurtado González (España)
75/El dios de negro / Silvia Cabello De Galdo (España)
77/El bibliotecario del diablo / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
78/Artesanía bien intencionada  / Carlos M. Federici (Uruguay)
Poemas:
79/Letanías de Satán / Charles Baudelaire (Francia)
82/ El Matrimonio del cielo y el Infierno (Fragmento) / William Blake (Reino Unido)
84/El diablo en la hoz del rio lobos / Daniel de Cullá (España)
86/Samech / Mariana Ducros (Argentina)
Humor:
88/The Hellxorcist / José Manuel Puyana Domínguez, (España)
Artículos:
89/Las Brujas y el Sexo. Aquelarres, Invocaciones y Misas Negras / José Manuel Frías (España)
95/ Los monarcas de Belcebú / José Manuel Frías (España)
99/¿Cómo pactar con el diablo? / José Manuel Frías (España)
104/La Biblioteca del Nostromo: Quasar, antología Hard SF (Nowe Volution); Penumbria. Revista fantástica para leer en el ocaso; El Buque Maldito; Embrujo: A Supernatural Thriller; Bestia (Lugar Común); Cosmografía general;  Vuelta a la tierra (Espiral Ciencia Ficción); La Guerra de los Imperfectos (Nowe Volution); Juntas / Juntes.
115/Sobre los Escritores e Ilustradores
137/Sobre las Ilustraciones
138/Contraportada: Unlimited / Sandra Duchiewicz (Reino Unido)

Sobre las ilustraciones:
Pág. 01Aquelarre / Ángel García Alcaraz (España)
Pág. 19 Crowgod / Sabbas Apterus —seud.— (República Eslovaca)
Pág. 23Miedo, Mentiras y Tinta China: Entre nosotros / Evandro Rubert (Brasil)
Pág. 25Dos perros negros / Miriam Ascúa (Argentina)
Pág. 42Lucha por la vida / Elena Fortanet (España)
Pág. 55El Castillo / Graciela Marta Alfonso (Argentina)
Pág. 62El ángel malo y el ángel bueno (detalle) / Sergio Astorga (México)
Pág. 67Demonio / Elena Fortanet (España)
Pág. 78Fantasma / Elena Fortanet (España)
Pág.88The Hellxorcist / José Manuel Puyana Domínguez (España)

Pag. 138Unlimited / Sandra Duchiewicz (Reino Unido)

Para el próximo número:
LA LUNA
(Cierre el 25 de agosto)

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The Teutonic Goddess of the Dead and daughter of Loki was named Hel, a Pagan god of torture and punishment. Another "L" was added when the books of the Old Testament were formulated. The prophets who wrote the Bible did not know the word "Hell"; they used the Hebrew Sheol and the Greek Hades, which meant the grave; also the Greek Tartaros, which was the abode of fallen angels, the underworld (inside the earth), and Gehenna, which was a valley near Jerusalem where Moloch reigned and garbage was dumped and burned. It is from this that the Christian Church has evolved the idea of "fire and brimstone" so popular in Hell.
Our devil has had to live in garbage dumps and survive the bad translations in the end, to paraphrase Butler: "We owe an apology, remember that we have only heard one side of this case. God has written all the book”
Nevertheless, he who violate any protocol, gave us knowledge (with all the good and bad that this entails) and paid for it.
The town, always understanding, made him a popular character, able to tell the harshest criticism in the form of puppet. Alchemists and religious more avant garde came to him for advice or just to get favors.
The prince of this world, like all good lovable rogue, have your mobile at our disposal 24 hours a day, number: 666 has always been on everyone's lips. Would you call?
All thanks!

Revista digital miNatura nº 144. Dossier The Devil
The magazine of the Brief & Fantastic
Asociación Cultural miNatura Soterranìa
ISSN:2340-977
Directors:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa  Signes  Urrea
Editor:Ricardo Acevedo Esplugas
Main cover: Aquelarre / Ángel García Alcaraz (Spain)
Back cover: Unlimited / Sandra Duchiewicz (UK)
Cover design: Carmen Rosa Signes Urrea
Contributions should be sent to: minaturacu@yahoo.es

Summary:
01/Cover: Aquelarre / Ángel García Alcaraz (Spain)
02 FrikiFrases
03/Editorial
05/Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Interview:
07/Interview with Daniel W. Koon, A bridge man between several worlds. / Anabel Enríquez (Cuba)
18/ Poster: Crowgod / Sabbas Apterus —seud.— (Slovak Republic)
19/Summary
21/Fear, Lies & China Ink: Among us / Evandro Rubert (Brazil) 
Stories:
23/Two black dogs / Violeta Balián (Argentina)
24/Crossroad Blues / Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
26/The Lucifer Rebellion / Tomás Pacheco Estrada (Mexico)
27/A very evil creature / Carlos Enrique Saldivar (Perú), Ada Inés Lerner (Argentina)
28/Belial 2 Km /  Omar Martínez (Cuba)
28/Pleased to meet you, Devil / Odilius Vlak —seud.— (Dominican Republic)
30/Non natus / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
31/And at 33 years of age / Paulo Brito (Portugal)
32/A fateful achievement / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
34/A man of wealth and taste / Carlos Ortega Pardo (Spain)
35/Awakening / Manuel Santamaría Barrios (España), Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
36/The daemon's path / Mª del Socorro Candelaria Zárate (Mexico)
38/How a district defeated a damned being / Carlos Enrique Saldivar (Peru), Ana Caliyuri (Argentina)
38/The truth of everything / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (Dominican Republic)
40/Invocation / Dolo Espinosa (Spain)
40/Travel / Francisco Manuel Marcos Roldán (Spain)
41/The sign / Patricio G. Bazán (Argentina). Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina), Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
42/Satanic utopia / Odilius Vlak —seud.— (Dominican Republic)
43/Night shift / María L Castejón (Spain)
44/The Devil’s hands / Peter Domínguez (Puerto Rico/ Dominican Republic)
45/ Initiation / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain), Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba/USA)
47/Another soul for Satan / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (Dominican Republic)
48/Possession / Dolo Espinosa —seud.— (Spain)
49/The Paye, An Ancient Indigenous Spell / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
51/Transformation / Francisco Manuel Marcos Roldán (Spain)
52/Tales of vortex "Arcanum" / Graciela Marta Alfonso (Argentina)
53/ The invitation / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
54/ Romantic date / Pedro López Manzano (Spain)
55/Rebel / Dolo Espinosa —seud.— (Spain)
56/Decision /  Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
56/ The Search / Silver Suárez —seud.— (España)
57/Look scarlet / Mari Carmen Caballero Álvarez (España)
58/ The librarian of the devil / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
59/Well-intentioned craftsmanship / Carlos M. Federici (Uruguay)
Poetry:
61/ The Litany of Satan / Charles Baudelaire (France)
64/ The Marriage of Heaven and Hell (Passage) / William Blake (UK)
66/ Devil at the river lobos’ gorge / Daniel de Cullá (Spain)
Humor:
68/The Hellxorcist / José Manuel Puyana Domínguez, (Spain)
69/La Biblioteca del Nostromo: Quasar, antología Hard SF (Nowe Volution); Penumbria. Revista fantástica para leer en el ocaso; El Buque Maldito; Embrujo: A Supernatural Thriller; Bestia (Lugar Común); Cosmografía general;  Vuelta a la tierra (Espiral Ciencia Ficción); La Guerra de los Imperfectos (Nowe Volution); Juntas / Juntes.
80/ About the Writers and Illustrators
93/ About illustrations
94/ Back cover: Unlimited / Sandra Duchiewicz (UK)

About illustrations:
Pag. 01 Aquelarre / Ángel García Alcaraz (Spain)
Pág. 18 Crowgod / Sabbas Apterus —seud.— (Slovak Republic)
Pag. 21 Fear, Lies & China Ink: Among us / Evandro Rubert (Brazil)
Pag. 23Dos perros negros / Miriam Ascúa (Argentina)
Pag. 40La lucha por la vida / Elena Fortanet (Spain)
Pag.52 El castillo / Graciela Marta Alfonso (Argentina)
Pag. 60Fantasma / Elena Fortanet (Spain)
Pag. 68 The Hellxorcist / José Manuel Puyana Domínguez (Spain)

Pag. 94 Unlimited / Sandra Duchiewicz (UK)

For the next issue:
THE MOON
(Close date: august 25)

Revista Digital Tiempos Oscuros nº 5

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Otra vez nos enfrentamos a la vorágine de la selección, que al igual que en la natural, decide quien aparece o no. El editor juega a ser un dios cuasi benévolo e intenta que todos quepan en el arca y comienza una consciente masacre literaria ¿Y éste por qué está aquí? ¿Es éste tan importante? ¿Cuántos buenos autores quedan fuera de una publicación por motivos de tiempo o simplemente porque no se enteraron de que existía el proyecto? Es una de las dudas existenciales con las que debe convivir el editor, la de creer que los que aparecen en su revista son los mejores y los más representativos. Esto pasa siempre que nos enfrentamos a un país con tanta riqueza y tradición literaria como lo es Perú y, como siempre sucede en el fantástico, nos encontramos que la crítica y las editoriales “serias” ignoran este hecho o simplemente prefieren los pastos más verdes del bestseller.
Aquí entran a jugar la labor de los fanzines y ezines como Agujero Negro (Víctor Pretell, Luís Bolaños y Daniel Mejía), El Horla o Argonautas (Carlos Enrique Saldivar), Velero 25 (Quinx), Ciencia Ficción Perú (Daniel Salvo), entre otros, los verdaderos guardianes del fantástico. Cada vez que muere uno, se pierden las nuevas leyendas del futuro.

Revista Tiempos Oscuros Una visión del Fantástico Internacional. Nº 5 Especial Perú
Asociación Cultural miNatura Soterranià
ISSN:2340-8332
Directores:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
Editor:Ricardo Acevedo Esplugas
Asesores:Tanya Tynjälä (Perú) y Carlos Enrique Saldivar (Perú)
Portada:Exploring Europa   / Alejandro Mirabal (Cuba)
Contraportada:S.t. / Liang Chen (China)
Las colaboraciones deben ser enviadas a: revistatiempososcuros@yahoo.es      


Índice:
01/Portada: Exploring Europa / Alejandro Mirabal (Cuba)
02/Editorial
05/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
08/Índice
Clásicos:
14/Las brujas de Ica / Ricardo Palma
23/La última rubia / Clemente Palma
34/El círculo de la muerte / Abraham Valdelomar
48/Los caynas / César Vallejo
Contemporáneos:
62/El primer amanecer / Juan Rivera Saavedra
65/Marta / José B. Adolph
72/El aparato / Carlos Calderón Fajardo
Noveles:
77/Desde la Luna por el Arco Iris  / Adriana Alarco de Zadra
89/Dilema nocturno  / Fernando Julio Espíritu Álvarez
98/Con Yolanda en el acantilado / Yeniva Fernández Huerta
106/Nocturno de Viena / José Güich Rodríguez
123/Baby Tamagochi / César Klauer
130/La nueva comunión / Fernando Morote
136/El diario oculto de Harold / Edinson Mucha Soto
150/¿Te sientes bien?  / Pedro Novoa
167/El Edificio de la última noche / Luis Benjamín Román Abram
172/Isabel / Carlos Ruiz Gutiérrez
178/Volar como los pájaros / Carlos Enrique Saldivar
188/Las piernas de Line / Tanya Tynjälä
Artículo:
201/Entre el desierto y el entusiasmo: panorama de la ciencia ficción peruana / Daniel Salvo
Bestiario:
210/Boebchán, Cachapicu, Chinchilicos, Chullachaqui. Dibchos, La sachamama, Quimbambúa, Ucu o El Yeti de los Andes, Ukuy Warmi, Utomil, Yacuruna, Yaku Warmi
214/Biografías
239/Sobre el copyright de las imágenes
240/Contraportada: S.t. / Liang Chen (China)

Sobre el copyright de las imágenes:
Pág. 01Exploring Europa / Alejandro Mirabal (Cuba)
Pág. 13Bleeding / Alejandro D' Marco —seud. — (Argentina)
Pág. 22Miedo / Laura Garijo (España)
Pág. 33El círculo de la muerte 1 / Katherine Geraldine Medina Rondón (Perú)
Pág. 47 Cosmic Nights No 2 / Yolyanko William Argüelles Trujillo (Cuba)
Pág. 61S.t. / Lorena Rius Morón (España)
Pág. 64 Fauno / Rafa Castelló Escrig (España)
Pág. 71Volar como los pájaros / Katherine Geraldine Medina Rondón (Perú)
Pág. 76 Fairy / Andrzej Siejeński (Polonia)
Pág. 87  Lost soul (pertenece al album Ancient Shadows, 2006) / Priscilla Hernández (España)
Pág. 97S.t. / Carmen Rosa Signes Urrea (España)
Pág. 105La Luna / Ángel García Alcaraz (España)
Pág. 122 Mechanic VI / Aleksandr Nikonov (Rusia)
Pág. 129La nueva comunión/ Pedro Belushi (España)
Pág. 135 Dalhan / Wicked Man —seud. — (España)
Pág. 149S.t. / John J. Park (EE.UU.)
Pág. 166ED02 / Phuoc Quan (República Democrática de Vietnam)
Pág. 171S.t. / Lorena Rius Morón (España)
Pág. 177Volar como los pájaros / Pedro Belushi (España)
Pág. 187S.t. / Carmen Rosa Signes Urrea (España)
Pág. 240S.t. / Liang Chen (China)


Acta del Jurado del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015

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ACTA DEL JURADO DEL XIII CERTAMEN INTERNACIONAL DE MICROCUENTO FANTÁSTICO miNatura 2015


Reunidos los votos del Jurado del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015, formado por: 
Manel Aljama (Narrador)
Pablo Martínez Burkett (Narrador)
Lynette Mabel Pérez (Narradora y poeta)
José Miguel Sánchez “Yoss” (Narrador)
Carmen Rosa Signes U. (Narrador, ensayista, conferenciante)
Ricardo Acevedo Esplugas (Poeta y narrador)

Tras la lectura de los 65 cuentos, que provenientes de diferentes nacionalidades, a saber:

9 Argentina
4 Chile
1 Colombia
8 Cuba
27 España
1 España-México
1 Honduras
7 México
1 Perú
3 Puerto Rico
1 Rumania
2 Venezuela


La Organización quiere agradecer el esfuerzo y la dedicación, un año más, del jurado que se esfuerza siempre en resaltar con sus votos a los mejores textos presentados, trabajo que se complica cuando, como ha ocurrido en esta ocasión, la participación ha sido escasa, aunque no exenta de calidad como ha quedado demostrado con la presente selección de microcuentos que compone la lista final con el ganador y los finalistas.
El jurado del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015 proclama como ganador al cuento:

UNA ESPECIE INTERESANTE. Seudónimo: Geralt. Autor: Alexy Dumenigo Aguila      (Cuba)
En palabras de  José Miguel Sánchez “Yoss”,  jurado de este certamen : En pocas y puntuales líneas del monólogo en primera persona de un veterano, el autor nos traza hábilmente las características básicas de los gurlangs: tamaño, colmillos… en fin; depredadores formidables. Y para más inri, invisibles… excepto, claro, porque todos los monstruos tienen su talón de Aquiles, cuando comen, momento en que estos seres se pueden distinguir brevemente a simple vista.
Una situación aterradora para los guardias humanos, auténticos protagonistas de la historia: incapaces de destruir a las feroces bestias antropófagas ¿extraterrestres?, no les queda otra que resignarse a sus pérdidas. Claro que, si después de todo los tales gurlangs nunca se comen más que a uno, se puede vivir con eso… sólo que entonces el discurso informativo y aparentemente paternal del viejo soldado hacia el novato recién llegado cobra un significado mucho más cínico y estremecedor: quédate cerca de mí, hijito, tú que eres carne de cañón novata, para que cuando te devoren yo pueda seguir.
Una situación clásica del terror,  bien ambientada en un entorno fantástico, que deja una impresión agridulce a cualquier lector por la sutil sugerencia de su desenlace.

El jurado destaca como finalistas los siguientes textos (la ordenación no implica puesto clasificatorio alguno debido a que los nombres de los autores aparecen por riguroso orden alfabético): 
ENTOMOFILIA. Seudónimo: Lepidóptero. Autor: Desirée Jiménez Sosa          (España)
DE CARCOMAS EXTRAVIADAS Y OTROS MISTERIOS. Seudónimo: Cydia Pomonella. Autor: Reis Lliberós Monfort (España)
30 SEGUNDOS DE INTIMIDAD.  Seudónimo: 3 Monedas y Una Iguana.      Autor; Pere Josep Martínez Marqués (España)
LOBO Y MALACODA.  Seudónimo: Leo Monturiol. Autor: José Rabelo (Puerto Rico)
INTERNO 11. Seudónimo: Peregrino. Autor: Ángel Revuelta Pérez (España)
LO IMPOSIBLE. Seudónimo: Roberto Oscuro. Autor: Lola Robles Moreno (España)
TIEMPO DE VIVIR. Seudónimo: Wasileus Flanagan. Autor: Juan José Tapia Urbano (España)
SUICIDIO. Seudónimo: El Sr. del Costal. Autor: Dante Vázquez Maldonado (México)
LA DAMA NEGRA. Seudónimo:   Edgar Phillips Ligotti . Autor: Luis Alberto Zurriaga  (España)

En breve verá la luz el dossier especial de la Revista Digital miNatura dedicado al XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015 (Revista Digital miNatura 146) en el que se podrán leer tanto el cuento ganador como los finalistas, todos ellos recibirán por correo electrónico, diploma acreditativo de su participación en el certamen.
Todos aquellos trabajos que no han sido seleccionados por el jurado serán destruidos, de forma que, en los próximos días, desaparecerán del blog quedando tan sólo en él el cuento ganador y demás textos destacados en esta edición del certamen, tal y como viene dispuesto en las bases del mismo.
Nuestro más sincero agradecimiento a los participantes. Os esperamos el año próximo en la edición número 14 de este certamen. Gracias a todos.
Ricardo Acevedo Esplugas
Carmen Rosa Signes U.
Directores de la Revista Digital miNatura
San Juan de Moró a 5 de octubre de 2015


Revista Digital miNatura 145 (Castellano e inglés)

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Ha sido difícil escoger una leyenda apropiada para introducir este tema, La Luna está llena de enigmas y nos ha resultado fascinante desde siempre.
En esta fábula, tres sabios de las hadas se transformaron en ancianos lamentables y rogaron por algo de comer de un zorro, un mono y un conejo. El zorro y el mono Ambos tenían comida para dar a los ancianos, pero el conejo, con las manos vacías, ofreció su propia carne, saltando a las llamas para cocinarse así mismo. Los sabios estaban tan conmovidos por el sacrificio del conejo que le permitieron vivir en el Palacio Lunar, donde se convirtió en el "Conejo de Jade."
En la tradición chino aparece como el portaestandarte de Change La diosa de la luna y busca infatigablemente el elixir de la inmortalidad para ella.
Un famoso poeta de la dinastía Tang, Li Bai, relata cómo "El conejo en la Luna golpea el medicamento en vano" en su poema "Polvo Viejo."
Leyendas similares se reportan en la mitología mexicana, donde las gentes también identificaron las marcas en la Luna con un conejo. Según una leyenda azteca, el dios Quetzalcóatl, que entonces vivía en la tierra como un hombre, comenzó un viaje y, después de caminar durante un largo tiempo, sin comida ni agua, pensó que iba a morir. Entonces un conejo se le ofrece como alimento para salvar su vida. Quetzalcóatl, emocionado por la oferta noble del conejo le dijo: "Usted puede ser tan sólo un conejo, pero todo el mundo le recordará. Tu imagen iluminará a todas las personas y para todos los tiempos."
Si seguimos las siluetas entre el Mar de la Tranquilidad (Mare Serenitatis) y el Mar de Las Nubes (Mare Nubium) podemos vislumbrar al dichoso conejo. Pero los hombres de ciencia que todo lo estropean han llamado a este hecho Pareidolia: la tendencia de ver imágenes antropomórficas ya sea en la superficie de la luna o en un sándwich de queso.
Esta tradición está muy relacionada con el Hombre (Anciano) de la Luna, pero esa es otra historia que contaremos otro día.

Revista Digital miNatura  nº 145 Dossier Luna
La Revista de los Breve y lo Fantástico
Asociación Cultural miNatura Soterrània
ISSN: 2340-977
Directores: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa  Signes  Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Portada: Månen / Yuly Alejo (España)
Contraportada: La luna / Ángel García Alcaraz (España)
Diseño de portada: Carmen Rosa Signes Urrea
Las colaboraciones deben ser enviadas a: minaturacu@yahoo.es


Sumario:
01/ Portada: Månen / Yuly Alejo (España)
02/ FrikiFrases
03/ Editorial
05/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Entrevista:
08/  Daniel Salvo: Una charla con el primer astronauta peruano / M. C. Carper (Argentina)
24/ Póster: Sirena / Elena Fortanet (España)
25/ Sumario
28/ Miedo, Mentiras y Tinta China: La luna de los enamorados / Evandro Rubert (Brasil)
Cuentos:
30/ ECO-LUNA. Tema del 299 congreso de la IAMS /  Carmen Rosa Signes Urrea (España)
31/ El asesor  / Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba /EE.UU.)
32/ Un sacrificio a la diosa madre / Markus Edjical Goth – Seud – (República Dominica)
33/ Menguante /  Julieta Moreyra García (México)
34/ Villa Xábot / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
35/ Volver / Diego Galán Ruiz (España)
36/ La réplica / Lidia Soca Medina (Cuba)
36/ Nuestro último hombre en la luna / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
38/ La luna verdadera / Odilius Vlak —seud.— (República Dominicana)
39/ La luna del demonio / Mª del Socorro Candelaria Zárate (México)
40/ La cara oculta /  Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
41/ La efigie a los pies de la Luna / Carmen Rosa Signes Urrea (España)/ Patricio G. Bazán (Argentina) / Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina)
42/ Nuevas armas / Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
42/ Los rusos llegaron primero /  Tomás Pacheco Estrada (México)
43/ Sesión de justicia /  Omar Martínez (Cuba)
44/ El espíritu de la luna / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
45/ La luna / Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
45/ Impedimento non mi piega /  Salomé Guadalupe Ingelmo (España)/ Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
47/ Proyecto A 119 /  Tomás Pacheco Estrada (México)
48/ No puede ser / Francisco Manuel Marcos Roldán (España)
48/ Revelaciones inconclusas de un fenómeno mixto / Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina)
49/ El lado oscuro de la luna / Francisco José Segovia Ramos (España)
50/ La lección / kalton Bruhl (Honduras)
50/ La recompensa a la búsqueda / Manuel Santamaría Barrios (España)
51/ BASECORPUS / Amilcar Rodríguez Cal (Cuba)
52/ La diosa blanca / Israel Santamaría Canales (España)
53/ Los devoratibios / Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina)
54/ Luna de acero y plata / Francisco José Segovia Ramos (España)
54/ Hipster en las rocas / Ricardo Cabezas (Colombia)
55/ Bajo la Caperuza / Patricia Mejias (Costa Rica)
56/ ¿Qué es la luna? / Marc Sabaté Clos (España)
57/ Rojo lunar / Sergio Astorga (México)
58/ A la luz de la luna / José María Marcos (Argentina)
59/ El espectro de la Luna llena / Nancy Nelly Ortiz (Puerto Rico)
60/ Noche oscura de luna llena / Purificación García Martínez (España)
61/ Regreso del Inca / Luciano Doti (Argentina)
62/ Man on the moon / Ariel Carlos Delgado (Colombia)
62/ Luna llena / Celso Santana Flores (México)
63/ No mirar atrás / Miguel Sáenz —seud.— (España)
64/ Selenofobia / Elena Fortanet (España)
65/ Luna de sangre / Marcia Morales Montesinos (Perú)
66/ Luna roja / Lucas Berruezo (Argentina)
67/ Lunas de sangre / Margarita Agut Gimeno (México)
68/ Líneas de fractura /  José Miguel “Yoss” Sánchez (Cuba)/ Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
Poemas:
70/ Licana / Lynette Mabel Pérez Villanueva (Puerto Rico)
72/ La plegaria del licántropo / Lynette Mabel Pérez Villanueva (Puerto Rico)
73/ Trópico de Luna / Fulton José Púa Rosado (Colombia)
74/ La Biblioteca del Nostromo: Planetas Prohibidos º11;  Argonautas Nº05;  Vómito de Sangre; Diez variaciones sobre el amor (Ayarmanot);  Ficción Científica: Relatos tres años caminando juntos;  Los papeles perdidos de Stephen King;  Calabacines en el Ático (Saco de huesos);  Evil Children "Los Hijos Del Mal";  Cuatro días de oscuridad (La Pastilla Roja); Páramos lejanos (Kelonia Editorial); Los naúfragos del Aurora (The Black House Editorial).
86/ Sobre los Escritores e Ilustradores
102/ Sobre las Ilustraciones
103/ Contraportada: La luna / Ángel García Alcaraz (España)

Sobre las ilustraciones:
Pag. 01 Månen / Yuly Alejo (España)
Pag. 25 Sirena / Elena Fortanet (España)
Pag. 28 Fear, Lies & China Ink: La luna de los enamorados / Evandro Rubert (Brasil) 
Pag. 30 Canis Lupus Lunaris / Carmen Rosa Signes Urrea (España)
Pag. 33 Luna al viento / Elena Fortanet (España)
Pag. 39 Árbol seco / Elena Fortanet (España)
Pág. 57 Octubre / Sergio Astorga (México)
Pag. 65 Luna / Elena Fortanet (España)
Pag. 103 La Luna / Ángel García Alcaraz (España)

Y para el próximo número:
UNIVERSO H. G. WELLS
(Hasta el 30 de octubre)


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It was difficult to choose an appropriate fable to introduce this subject, the moon is full of enigmas and has been fascinating us forever.
In this legend, three fairy sages transformed themselves into pitiful old men and begged for something to eat from a fox, a monkey and a rabbit. The fox and the monkey both had food to give the old men, but the rabbit, empty-handed, offered his own flesh instead by jumping into a blazing fire to cook himself. The sages were so touched by the rabbit's sacrifice that they let him live in the Moon Palace where he became the "Jade Rabbit."
In Chinese folklore, it is often portrayed as a companion of the Moon goddess Chang'e, constantly pounding the elixir of life for her.
A famous poet of Tang China, Li Bai, relates how "The rabbit in the Moon pounds the medicine in vain" in his poem "The Old Dust."
Similar legends occur in Mexican folklore, where people also identified the markings on the Moon as a rabbit. According to an Aztec legend, the god Quetzalcoatl, then living on Earth as a man, started on a journey and, after walking for a long time, became hungry and tired. With no food or water around, he thought he would die. Then a rabbit grazing nearby offered herself as food to save his life. Quetzalcoatl, moved by the rabbit's noble offering, elevated her to the Moon, then lowered her back to Earth and told her, "You may be just a rabbit, but everyone will remember you; there is your image in light, for all people and for all times."
If we follow the outlines between the Sea of Tranquility (Mare Serenitatis) and the Sea of Clouds (Mare Nubium) we can glimpse the happy rabbit. But scientists who spoil everything have called this fact Pareidolia: the tendency to see anthropomorphic images in objects ranging from lunar surfaces to a cheese sandwich.
This tradition is closely related to the Man (Elder) of the Moon, but that's another story I'll tell you another day.
Revista digital miNatura 145 Dossier The Moon
The magazine of the Brief & Fantastic
Asociación Cultural miNatura Soterranìa
ISSN: 2340-977
Directors: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa  Signes  Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Main cover: Månen/ Yuly Alejo (Spain)
Back cover: La luna / Ángel García Alcaraz (Spain)
Cover design: Carmen Rosa Signes Urrea
Contributions should be sent to: minaturacu@yahoo.es  

Summary:
01/ Cover: Månen / Yuly Alejo (Spain)
02/ FrikiFrases
03/ Editorial
05/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Interview:
09/ Daniel Salvo: A conversation with the first Peruvian astronaut / M. C. Carper (Argentina)
23/ Poster: Sirena / Elena Fortanet (Spain)
24/ Summary
26/ Fear, Lies & China Ink: / Evandro Rubert (Brazil) 
Stories:
27/ECO-MOON. Theme of the congress of the IAMS 299 / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
28/ The advisor / Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba /USA.)
29/ A sacrifice to the Mother Goddess / Markus Edjical Goth – Seud – (Dominican Republic)
30/ Waning / Julieta Moreyra García (México)
31/ Xábot Ville           / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
32/ Return / Diego Galán Ruiz (Spain)
33/ The copy / Lidia Soca Medina (Cuba)
33/ Our last man on the moon / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
34/ The true moon / Odilius Vlak —seud.— (Dominican Republic)
35/ The devil’s moon  /Mª del Socorro Candelaria Zárate (Mexico)
36/ The hidden face / Salomé Guadalupe Ingelmo (Spain)
37/ The effigy at the foot of the Moon / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain) / Patricio G. Bazán (Argentina) / Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina)
38/ New weapons/ Francisco Manuel Marcos Roldán (Spain)
38/ The Russians arrived first / Tomás Pacheco Estrada (Mexico)
39/ Session of justice / Omar Martínez (Cuba)
40/ The spirit of the moon / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
41/ Moon /  Francisco Manuel Marcos Roldán (Spain)
42/ Impedimento non mi piega /  Salomé Guadalupe Ingelmo (Spain)/ Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
43/ Project A 119 / Tomás Pacheco Estrada (Mexico)
44/ Cannot be / Francisco Manuel Marcos Roldán (Spain)
44/ Fracture lines / José Miguel “Yoss” Sánchez (Cuba)/ Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
Poetry:
46/ Tseng Lan Hui / Paulo Brito (Portugal)
48/ Lycana / Lynette Mabel Pérez Villanueva (Puerto Rico)
50/ The Lycathrope’s Prayer / Lynette Mabel Pérez Villanueva (Puerto Rico)
52/ Tropic Moon / Fulton José Púa Rosado (Colombia)
53/ La Biblioteca del Nostromo: Planetas Prohibidos º11;  Argonautas Nº05;  Vómito de Sangre; Diez variaciones sobre el amor (Ayarmanot);  Ficción Científica: Relatos tres años caminando juntos;  Los papeles perdidos de Stephen King;  Calabacines en el Ático (Saco de huesos);  Evil Children "Los Hijos Del Mal";  Cuatro días de oscuridad (La Pastilla Roja); Páramos lejanos (Kelonia Editorial); Los Naúfragos del Aurora (The Black House editorial).
65/ About the Writers and Illustrators
74/ About illustrations
75/ Back cover: La luna / Ángel García Alcaraz (Spain).

About illustrations:
Pag. 01 Månen / Yuly Alejo (Spain)
Pag. 23 Sirena / Elena Fortanet (Spain)
Pag. 26 Fear, Lies & China Ink: Moon lovers / Evandro Rubert (Brazil) 
Pag. 27 Canis Lupus Lunaris / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
Pag. 30 Luna al viento / Elena Fortanet (Spain)
Pag. 35 Árbol seco / Elena Fortanet (Spain)
Pag. 44 Luna / Elena Fortanet (Spain)
Pag. 75 La Luna / Ángel García Alcaraz (Spain)

From the next issue:
UNIVERSE H. G. WELLS
(Dead line October, 30)



Salvo veintiún gramos de diferencia

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Por Salomé Guadalupe Ingelmo (España)

Cinco espantosos crímenes perpetrados en menos de tres meses bastaron para que Jack el Destripador, cuya identidad sigue siendo un misterio, aterrorizase a la violenta e impasible Londres. Después, el considerado padre de los asesinos en serie modernos desapareció sin dejar rastro ni certezas.


or Dios, Charles, sabes tan bien como yo que este experimento no puede llegar a buen puerto. Es antinatural. Casi abominable. ¡Una mujer deambulando por los pasillos del London Hospital disfrazada de médico!
―Es que esmédico.
―No digas sandeces. Puede que haya traído consigo un título, pero ni todas las prestigiosas universidades de Europa juntas lograrían anular un hecho fundamental: Dios la creó mujer. Eso no cambiará simplemente porque se ponga una bata igual a la mía. ¿Acaso crees que los enfermos no se dan cuenta de lo que hay debajo? Su presencia aquí puede turbar a… los pacientes. He sido testigo de demasiadas miradas lascivas en el corto periodo de tiempo que lleva entre nosotros. Me basta para saber que está de más aquí. Tenemos que hacer algo para poner fin a esta violenta situación. Hay que restaurar la armonía perdida. La reputación del hospital está en juego. No podemos permitir que los caprichos de una muchacha testaruda a la que se le ha metido en la cabeza jugar a ser doctora pongan en peligro una institución honorable como ésta. ¡Oh, vamos, Charles! Lo digo por su propio bien. La mujer es un ser delicado; el Señor la creó así. Por eso la obligación del hombre es protegerla. Aun en contra de su propia voluntad si es necesario. Ellas, seres obstinados, rara vez calculan las consecuencias de sus actos. Para eso estamos nosotros, para poner freno a los pájaros que tienen en la cabeza y evitar que se hagan daño. No niego que parece una joven de gran cultura. Y se diría todo lo inteligente que puede llegar a ser su sexo. Pero no es prudente, Charles. No es prudente en absoluto. No sabe cuál es su lugar. Debería casarse. Es bien parecida y no le costaría encontrar marido. Podría elegir a un médico con consulta propia y ayudarle en sus tareas como recepcionista o incluso como enfermera.

***

Acaricia tiernamente la cabeza del ser deforme que se acurruca entre las sombras, en una esquina de la celda. Al principio sus músculos se tensan. Se retrae igual que ante la escasa luz que se filtra entre los barrotes del ventanuco. La teme como al sol, al que debe las pústulas esparcidas por su cuerpo. Sólo su hirsuta cara, gracias a la densa pelambrera que la protege, está libre de esos estigmas. Pero entonces la bella joven empieza a tararear una nana muy dulcemente, apenas en susurros. Una canción de cuna al ritmo de la cual el ser se mece. Sus ojos acuosos la miran con adoración, como si se tratase de una Virgen. Un reguero de baba cae por la comisura de sus labios entreabiertos, tras los cuales se vislumbran unos dientes irregulares y rojizos, incrustados en encías lívidas y atrofiadas. Jadea agradecido, emitiendo un sonido más digno de piedad que de horror. Una especie de gruñido animal desagradable pero necesario; apenas puede respirar a través de esas oquedades purulentas por las que escapa un hilillo de sangre que ella restaña delicadamente con su pañuelo.
Finalmente se decide a romper el hechizo que ejerce sobre él la sobrecogedora escena.
―Poca gente comprende que esa pobre criatura no tiene la culpa de ser un monstruo. Su sangre está enferma. Simplemente eso.
La joven no deja de acariciar a su nuevo protegido. Ni siquiera se vuelve hacia el recién llegado.
―Ah, la sangre… Ese fluido tan poco conocido aún, pero tan determinante.
―Gracias a este desdichado hemos empezado a comprender un poco más sobre ella. Hay algo en su sangre que falla, que hace que el oxígeno no se distribuya bien por su cuerpo. El sol le hiere, es cierto, pero sus muchas quemaduras no se deben sólo a eso. Es el oxígeno que hay en su cuerpo el que le hace quemarse de dentro hacia fuera. Su sangre absorbe demasiado oxígeno. Tanto que éste se vuelve un veneno para él y le abrasa, le destroza los tejidos dejándole en ese estado lamentable. A veces temo que un día su cuerpo entre en combustión espontánea y se carbonice. Lo veo convertido en una antorcha humana, despidiendo humo. Aunque no creo que algo tan espantoso pueda llegar a suceder realmente. Es más bien una pesadilla. Pero no por ello esa imagen resulta menos aterradora.
―Un oficio complejo, el nuestro. Resulta muy difícil no llevárselo a casa en forma de psicosis cuando uno sale del hospital tras haber cumplido su turno.
―Doctora Libia, ¿vedad?
Extiende la mano mientras ofrece a la desconocida una de sus sonrisas más cordiales. Evidentemente la pregunta resulta un poco estúpida siendo ella la única presencia femenina en el hospital al margen de las enfermeras, reclutadas siempre cuidadosamente entre mujeres de mediana edad, de cuerpos voluminosos y no pocas veces más velludos que los de los propios doctores. No obstante agradece su buena intención. Es la primera bienvenida sincera que recibe desde que se incorporó a su nuevo puesto.
―Sí, así es. Y tengo el placer de hablar con…
―Charles. Charles Winslow. Según tengo entendido lleva casi una semana en el hospital, y yo aún no me había presentado. Resulta imperdonable por mi parte. Mi madre tiene razón cuando dice que mis modales son terribles. No me extraña que procure mandarme lejos cada vez que reúne a sus amigas. He pensado que quizá le gustaría tomar un té conmigo. Así podría subsanar mi falta. Aunque si está demasiado ocupada…
―No tanto como para rechazar una invitación que venga de usted ―responde desenvuelta mientras dispensa una última caricia a la criatura.
―Jamás había visto tan calmados a casos extremos de porfiria como éste. Asombroso. ¿Qué les da?
―Comprensión. Es terrible sentirse un monstruo.
―Creo que entiendo lo que quiere decir. Hace unas semanas le pedía al doctor Frederick Trevis que me dejase hablar con el señor Merrick. Es una persona bastante tímida y, debido a las terribles tribulaciones que ha sufrido a lo largo de su vida, suele sentirse incómodo con los extraños. En modo alguno habría deseado importunarle; el pobre hombre ya tiene suficientes padecimientos sin necesidad de que a estos se añadan incómodas visitas. Sin embargo nutría una gran curiosidad que iba mucho más allá de lo meramente médico. De hecho, si le soy sincero, no le examiné en absoluto. No quería conocer al paciente sino al ser humano. Confirmé con alborozo cuanto había oído contar al doctor Trevis: es una persona de maneras exquisitas y sensibilidad envidiable. Una verdadera pena. Un ángel obligado a vivir en la piel de un demonio.
―En efecto es trágico. No obstante sospecho que él recibe más compasión de cuanta se reserva para los demonios obligados a vivir bajo aspecto angelical.
―¿Por qué habríamos de nutrir piedad por el mal disfrazado de belleza?
―Nadie puede evitar ser lo que es. Hasta el mal, le guste o no, debe obediencia a su propia naturaleza ―Acompaña su respuesta con un gracioso mohín.
―¿Un poco más de té?
―Sí, por favor.
―Libia, si no me equivoco, es un nombre griego.
―Efectivamente.
―¿Es usted griega?
―Más o menos ―Su sonrisa se empaña por un momento―. Digamos que soy en gran medida griega, aunque he viajado bastante por todo el mundo.
―Habla usted como si fuese una anciana. Y sin embargo parece tan… joven.
―No se fíe de la fachada. Y menos aún cuando se trata de mujeres. Resultamos totalmente impredecibles. ¿Quién le asegura que no soy una vieja bruja bien conservada? A lo mejor he dado con el secreto de la eterna juventud y, en realidad, porto siglos y siglos de experiencias a mis espaldas.
―Tanto como siglos, no diría yo. Pero he de reconocer que en nada se parece usted a esas insulsas señoritas que abundan en nuestros salones.
―Es que no soy una de ellas, querido. No lo soy en absoluto.
Se lleva a la boca una pasta y la engulle con una voracidad muy poco conveniente para una joven de buena posición. Un gesto casi obsceno que sin duda habría provocado desmayos entre sus tías de encontrarse presentes. Hay algo tan deliciosamente animal en ella…

***

―Sois una sociedad hipócrita y decadente. Mientras las putas se morían en silencio o se limitaban a contagiar la sífilis a marineros extranjeros y anónimos soldados, todo iba bien. Pero en cuanto descubrimos que demasiados caballeros se arriesgan a que el miembro se les caiga a pedazos, decidimos que ha llegado el momento de inspeccionar el estado de salud de la población femenina dedicada al ignominioso oficio de la prostitución. ¡Hay que asegurar la integridad de las gentes de bien! Aunque ello signifique tener que tratar a esas perras en celo que se merecen cuanto les pueda pasar. Pero como las pocas veces que una de esas “desventuradas” se ha atrevido a venir al hospital para pedir ayuda, ha sido expulsada sin miramientos por orden de uno de nuestros colegas, esos ilustres doctores que jamás se mancharía las manos reconociéndolas, lo único que se nos ocurre es contratar a una forastera para convencerlas. Evidentemente el médico de la reina ha debido de pensar que las prostitutas supondrán lo mismo que los médicos del hospital: que una mujer joven y soltera que vive de sus ingresos sólo puede ser, en realidad, una compañera de profesión disfrazada de galeno. Una táctica interesante para ganarse su confianza. Yo también preferiría que me reconociese una mujer a que lo hiciese uno de esos viejos sátiros disfrazados de santurrones. Claro que si el doctor en cuestión fuese joven y atractivo como tú, a lo mejor me lo pensaría.
Edvard Munch, Vampire (1895)
―¿Qué has querido decir con lo del médico de la reina? ―balbucea torpemente. Nunca antes ha conocido a una mujer tan desinhibida. No puede evitar sonrojarse como un colegial.
―Por favor. Resulta evidente el motivo de mi contratación. Es un secreto a voces que el Dr. William Gull está tratando de sífilis al duque de Clarence, el príncipe Alberto, el nieto de Su Majestad. Esa vieja arpía nunca se habría preocupado de la salud de los bajos fondos de no ser porque a su querido “Eddy” le gusta demasiado inspeccionar agujeros sin cerciorarse antes de si existe peligro. Y para eso estoy yo aquí, para ocuparme de mantener las normas de seguridad en los agujeros de Londres. Para garantizar el bienestar de sus honrados ciudadanos, grandes aficionados a la espeleología.
―¡Libia, por Dios, a veces me desconciertas!
―Disculpa. No pretendía escandalizarte. En ocasiones olvido por completo que pertenecemos a dos mundos totalmente distintos.
―Bueno, tan distintos no serán.
―Ni te imaginas hasta qué punto. Quizá, incluso, irreconciliables.
―Oh, vamos, vamos. No dramatices. Sé perfectamente que no eres como las mujeres inglesas. Creo que precisamente por eso te quiero más. Y si es mi madre lo que te preocupa, ella también tendrá que aprender a quererte. Créeme. Si aún no os he presentado no es porque me avergüence de ti, sino más bien al contrario. Ella es tan estirada como todas las damas de su edad. Vive obsesionada por las formas y las apariencias, como la mayor parte de nuestra sociedad. A veces pienso que estamos todos podridos. Y desde que te conozco, mucho más. Tú eres tan espontánea y sincera… Tan transparente. En Londres todos tienen una doble vida que deben esconder. Sin embargo tú eres tal como te muestras. En ti no hay doblez ni engaño. Las viejas brujas que frecuentan el salón de mi madre deberían besar el suelo que pisas.
No es que no creyese sinceramente todas y cada una de esas palabras... No obstante seguía postergando el encuentro que le quitaba el sueño. Su madre no la entendería jamás. Y mucho menos aprobaría su forma de vestir, maquillarse, moverse, hablar, reír, comer… Nadie en todo Londres la aceptaría públicamente. Nunca serían invitados a cenas o fiestas. Quizá incluso peligrasen sus empleos una vez ella hubiese acabado su misión en el hospital. Claro que con el peso de que gozaba la prostitución en el Est End, puede que eso no sucediese en un siglo o dos.

***

―Sé que no resultaría adecuado que nos casásemos ahora; deberíamos guardar luto por mi madre algún tiempo. Pero quizá podríamos empezar a proyectar nuestra boda. Una lástima que ella no llegue a verla. Ahora que ya es demasiado tarde, me arrepiento de no haber encontrado nunca el momento oportuno para presentársela.
―No te tortures, querido. Nadie puede predecir cuándo sufrirá un ataque al corazón una mujer de mediana edad. Incluso si nunca ha tenido problemas cardíacos, siempre hay una primera vez. Y justo ésa puede convertirse en la definitiva. Es cuestión de suerte. De mala suerte, quiero decir.
―Hace algún tiempo me dijiste que había dos cosas que necesitabas solucionar antes de nuestra boda… Me pregunto si ya están resueltas.
―Casi. Una la acabo de liquidar definitivamente ―sonríe aliviada―. La otra aún me quita el sueño por las noches. Pero no te preocupes; soy muy perseverante. Cuando me propongo algo, siempre lo consigo.
―A propósito de perseverancia, ¿qué tal van tus estudios sobre la…? ¿Cómo demonios la llamas tú? ―Chasca los dedos mientras se esfuerza en recordar el término acuñado por ella.
 ―Muerte súbita infantil.
Su gesto alegre muda por completo. A menudo se pregunta si le hará bien ese trabajo que pretende desarrollar aprovechando su estancia en el hospital. En un futuro podría ayudar a reducir la tasa de mortalidad infantil durante los primeros meses de vida, pero ella es tan sensible ―especialmente cuando se trata del sufrimiento de los bebés― que le preocupa que pueda terminar afectando a su estabilidad emocional. Quizá cuando tenga a su propio hijo en brazos deje de interesarse tanto por los de las demás mujeres, procura confortarse.
―Eso, muerte súbita infantil. Bueno, y ¿qué tal?
―Siguen muriendo bebés sin causa aparente ―responde lacónicamente.
―Y ¿no has llegado a ninguna conclusión? ¿No tienen esas muertes algún elemento en común que te permita descubrir un patrón de actuación de la enfermedad o lo que quiera que acabe con ellos?
―Por cuanto yo sé, podría no tratarse de una enfermedad. En común tienen que son bebés, así que bien podrían haberse convertido en víctimas de vuestro hombre del saco. Quizá los bebés londinenses mueran de ataques al corazón provocados por esas estúpidas historias de fantasmas que les contáis. Sois una sociedad cruel. Tan cruel que torturáis psicológicamente a vuestros propios vástagos desde su más tierna infancia. ¿Qué clase de monstruo sin escrúpulos podría hacerle daño a un bebé?

***

Busca a sus presas en los fumaderos de opio y burdeles de Whitechapel. En una ciudad depravada como ésa, es fácil convencer a un hombre de que te siga a cualquier callejón oscuro sin que se preocupe mínimamente por su integridad física. En la machista Londres victoriana, ¿qué podría temer un hombre de una mujer grácil como ella? De no ser el contagio de alguna enfermedad venérea. Lo que, por otro lado, constituye el pan nuestro de cada día.
Mientras se coloca meticulosamente las medias de seda, con extrema delicadeza para no dañarlas con sus largas uñas, el antiguo camafeo tintinea entre sus pechos. La preciada pieza choca con la cruz de plata, ese amuleto que Charles le ha regalado para mantenerla protegida de todo mal. Le gusta llevarla al cuello; infunde confianza en los hombres más tímidos. Muchos espíritus supersticiosos parecen depositar su fe en ese sencillo talismán. No pocos lo han empleado incluso como pretexto para acercarse a ella y “entrarle”.
“Entrarle”… Qué deliciosa expresión. La ha oído ya varias veces en los locales de dudosa reputación que frecuenta por las noches. Cuando se convierte en otra persona. O cuando vuelve a ser ella misma. Empieza a no estar demasiado segura de cuál de las dos versiones es la verdadera, y eso resulta peligroso. Sonríe inadvertidamente al pensar en todo lo que le evoca. La repite una y otra vez mientras rememora placeres secretos, escenas vividas infinitas veces a lo largo de los siglos: carne penetrada, cálidos y palpitantes fluidos…
El insistente silbato de un policía la destierra sin ninguna delicadeza de sus lúbricas ensoñaciones. Evidentemente ese bastardo misógino ha vuelto a atacar de nuevo. Pero ella sabe tener paciencia. Ha vivido muchos siglos y ha aprendido a esperar. Antes o después llegará su turno. Una noche cualquiera, en una esquina oscura como tantas otras, Jack encontrará la horma de su zapato. Y entonces no tendrá piedad. No será rápida e indolora.
―¿Has sido una niña mala? ―pregunta con voz ronca.
―Por supuesto. Ni te imaginas cuánto. Pero eso, querido, no es ni la mitad de lo mala que puedo llegar a ser.
Habla lentamente, haciendo amplias pausas, dándole tiempo a su lengua para que recorra los labios carnosos. “Seeer”, esa última palabra, se hace eterna en su boca. Es sólo una sílaba, pero pronunciada por ella suena extrañamente inquietante. De repente parece tener un acento extranjero que antes no había advertido. Algunos de los sonidos que emite resultan vagamente guturales, y cada una de sus eses asemeja al siseo de una serpiente. Casi se diría una bestia salvaje.
Algo le dice que ha vuelto a elegir mal. Tendría que haber escuchado a su instinto, ése que le advertía de que ella era demasiado. Tendría que haber buscado otra presa. Una que se adaptase mejor a tal definición: un conejito asustado y tembloroso. Ella no parece un animalito desvalido. Y, desde luego, no está asustada. Se dice que de nuevo va a tener que ser él quien reciba el castigo. Acepta esa idea con resignación. Con una cierta dosis de alivio y una suerte de placer que no quiere reconocer. Quizá tantos errores no sean más que un tímido mensaje de su subconsciente.
En efecto no hay duda de que se ha equivocado de presa. La voracidad que observa en sus ojos se lo confirma. Es el reflejo de una reacción instintiva que nada tiene que ver con un impulso libidinoso, sino más bien con la naturaleza del depredador. Con la necesidad irreprimible de cazar y con un hambre insaciable.
Mientras se limpia discretamente con un delicado pañuelo de hilo, escruta el cuerpo exhausto: el pecho descarnado, las cuencas hundidas, la respiración entrecortada y el pulso apenas perceptible.
―¿Qué sucede, querido? ¿Pareces turbado? ¿Te has quedado sin sangre en los bolsillos? ¿O es que acaso te ha comido la lengua el gato? ―Estalla en una vibrante carcajada.
Observa con horror cómo las púas del collar de castigo se aproximan lentamente a sus ojos. Quizá podría resistirse a su fuerza sobrehumana… de no haberse dejado colocar las esposas que le mantienen inmovilizado, atado a la cama. Además se siente tan débil. Gritaría… de no ser porque ya no tiene lengua. Su madre dice siempre que ésa es la parte más deliciosa de las cabecitas de cordero asadas. Y en eso se ha convertido: en un tierno corderito a punto de ser sacrificado.

***

Teme que su prometida sufra algún tipo de desviación sexual. Se ha mostrado siempre tan desinhibida que, aunque procura no pensar en ello, en más de una ocasión se ha preguntado si no será ninfómana. Sabe de sobra que las mujeres, a excepción de las vulgares prostitutas, no suelen interesarse por el sexo. Sin embargo algunos colegas tratan, con extrema discreción, casos de masturbación femenina. Hasta sus oídos ha llegado que la ablación del clítoris es un remedio eficiente para una enfermedad tan vergonzosa como impropia.
Cuando la vio salir de aquella sórdida habitación con las ropas en total desorden, despeinada y con las mejillas teñidas de un rubor innatural, todos los temores que había acumulado en silencio durante meses se convirtieron de golpe en certezas. Certezas dolorosas e ineludibles cuan piedras lanzadas con maestría por un hondero experimentado. Se sentía como debió de sentirse Goliat ante el enclenque David. Miraba incrédulo a aquella frágil criatura que estaba a punto de convertirse en su esposa. La que le había derribado de un golpe certero en mitad de la frente. Aunque era dentro del pecho donde sentía ese dolor punzante.
La siguió con la mirada mientras se alejaba por las calles de Whitechapel. La vio pararse bajo la espectral luz de un farol para terminar de abotonarse la chaquetilla del vestido, colocarse correctamente el polisón y rebuscar en su bolsito de mano. Extrajo una pequeña polvera cuyo espejo empleó para darse unos toques de carmín en los labios. Parecía preparada para salir de los suburbios. Y volvió a la parte alta de la ciudad, a su vida oficial, sin echar siquiera un vistazo atrás. Sin rastro de remordimiento.
Oculto en las sombras, esperó. Deseaba ver la cara de su rival. Pero al poco cambió de idea y huyó lo más deprisa que pudo. No quería ponerle rostro a ese cuerpo que se entrelazaba con el de ella en su mente. Era consciente de que, si no, le atormentaría hasta el último de sus días. Además empezaba a sospechar ―quizá injustamente― que en el lugar de esos rasgos que no llegaría a escrutar, podría colocar los de muchos hombres. Que habían sido muchos los que habían pasado por los brazos de esa angelical criatura. Y que serían muchos más en el futuro. Muchos. Demasiado.
Se debatió consigo mismo el resto de la noche. No sabía qué decisión tomar. La cabeza le decía que debía poner las cosas en claro con ella, revelarle que había descubierto su secreto, desenmascararla ofreciéndole pruebas de su iniquidad si era necesario. Pero el corazón le aconsejaba que fingiese ignorarlo todo y siguiese adelante con los preparativos de la boda. Que sencillamente intentase olvidar lo que había visto y mirase hacia otro lado durante el resto de su vida. Al fin y al cabo, eran muchos los matrimonios que habían descubierto en esa fórmula el secreto para vivir eternamente felices. Su propia madre había cerrado los ojos. Hasta que la muerte volvió los de su marido definitivamente insensibles a los encantos de las cabareteras, y la viudedad le regaló un bien merecido descanso.
Él había sido tan presuntuoso como para pensar que su matrimonio habría resultado distinto del de la mayoría de sus compatriotas. Pero ahora que el hechizo se había roto, que había recobrado la serenidad y la sensatez, veía claro lo que debía hacer.
Sin embargo sus buenas intenciones se desvanecieron en cuanto la tuvo delante. Cuando vio cómo le servía el té, algo se rompió dentro de él. Fue como si el dique que había estado construyendo pacientemente durante toda la noche saltase de golpe por los aires a consecuencia de la riada que inútilmente pretendía contener. No obstante no hubo gritos ni reproches. Sólo la exposición fría y desapasionada de la realidad. A pesar de que parecía imposible, no comparecieron las palabras malsonantes.
Ella ni siquiera lo negó. Estaba muy serena. Insólitamente serena. Posó la tetera sobre el mantel de flores con delicadeza y respiró profundamente.
―Fue un error.
―Lo sé. No me cabe la menor duda. Y te perdono. Te perdono de corazón. Lo olvidaremos y no volveremos a hablar de ello nunca más. Será como si jamás hubiese sucedido. Todos nos equivocamos alguna vez. Seguro que estás nerviosa por la boda. Has soportado mucha presión últimamente: lo de mi madre, los preparativos, el trabajo en el hospital, esas malditas noticias sobre las chicas descuartizadas. Es normal que te sintieses insegura y por eso cayeses en… en… Empezaremos una vida nueva desde cero.
―Fue un error pensar que podría casarme contigo. Hay cosas que no cambian jamás. Y yo soy una de ellas. Es mi naturaleza, Charles. No puedo traicionarla. No puedo prescindir de esos hombres. No podría vivir sin ellos.
―¡Estás loca! ¡Cómo te puede gustar entregarte a desconocidos en esos sórdidos lugares! ¡Exponiéndote incluso a que ese Jack te confunda con una descarriada y te abra en canal! ―grita casi histérico, sin reprimir un gesto de repugnancia.
―¿Ese impotente patético?¡No me hagas reír! Nada pudo contra mí. Él no sentía ningún respeto por la sangre. Alguien tenía que poner freno a sus desmanes. Alguien tenía que enseñarle lo que significan la obediencia y la sumisión que él pretendía. Por eso elegía a pobres despojos y no a mujeres de verdad. Escogía tristes marionetas necesitadas de dinero para poder sentirse un hombre a su lado. Y cuando ni siquiera así lo lograba, las rajaba como a inservibles muñecas de trapo.
―Estás ofuscada, cariño. Seguro que en cuanto nos casemos, te sentirás mucho más serena. Trabajas en exceso y te implicas demasiado. Yo nunca te exigiré que abandones la medicina definitivamente, pero tienes que descansar. Al menos durante un tiempo. Haremos un largo viaje de novios. Un hijo. Un hijo te devolvería la cordura. Con un bebé al que mecer, pasarían todas las pesadillas que te atormentan. Estoy seguro ―dice recuperando su proverbial flema.
―No seas estúpido, Charles. La pesadilla no pasará jamás. La pesadilla soy yo. Yo soy la pesadilla. El azote de neonatos. La exterminadora de hombres. Los celos de otra mujer me arrebataron a mis hijos. Y desde entonces vago por el mundo sin encontrar paz, asesinando a los hijos de otras mujeres y alimentándome de los cuerpos de los hombres, que pagan con la sangre su lascivia. Ellos no nos respetan. Nos usan y nos tiran cuando ya no servimos a sus propósitos. Como ese Jack, ese bastardo que parecía tan valiente cuando destripaba a mujeres indefensas en callejones oscuros; pero que murió con los pantalones meados y suplicando por su miserable vida. Así son los hombres. Yo no tenía problemas cuando los consideraba simples presas. Pero luego apareciste tú y todo se complicó. Contravine las normas: los monstruos no tenemos derecho a enamorarnos. Los monstruos no podemos permitirnos los sentimientos. No podemos concedernos esa debilidad si queremos sobrevivir.
Mientras ve cómo prepara sus maletas, escucha un relato aprendido de labios de un viejo profesor muchos años atrás, en el college. Ya entonces aquella improbable historia encandilaba a los muchachos. Había en ella algo profundamente turbador a lo que la mayor parte de ellos aún no acertaba a poner nombre. Algo que les perseguía durante la noche, una vez que ya habían recitado sus oraciones y se habían metido en sus camitas. Que les hacía sudar y retorcerse entre sus blancas sábanas. Ese algo era la lujuria.
Poco podía imaginar entonces que años después, siendo ya un adulto que no se dejaba impresionar por cuentos de fantasmas, había de convertirse en uno de los protagonistas de aquella historia.

***

Yo vivía muy tranquila en Libia. Mi padre Poseidón y mi madre Libia, de la que tomé el nombre para desenvolverme en tu mundo, pues habría supuesto una gran imprudencia por mi parte presentarme como la señorita Lamia, me legaron un gran reino estable y próspero. Me habría convertido en una mujer feliz de no aparecer Zeus. Los hombres son sólo fuente de problemas. Se encaprichó de mí como se encaprichaba de casi todo lo que portara faldas, independientemente de lo que se escondiese bajo ellas, y eso supuso mi perdición. No paró hasta conseguirme. Él no era célebre precisamente por su discreción en asuntos de alcoba; su esposa se enteró. Y la mujer despechada vertió su veneno sólo sobre mí.
He tenido muchos siglos para perdonarla, para entender que las mujeres enamoradas somos lo suficientemente estúpidas como para lanzar piedras sobre nuestro propio tejado. Hace tiempo que no le guardo ningún rencor. Y no fue fácil llegar hasta aquí; ella hizo de mí el monstruo que soy. Pero sobre todo, ella aniquiló a mis hijos. Mis niños perecieron por su mano. Y yo no pude hacer nada más que mirar. Reviví una y otra vez esa escena cruel. Me faltó poco para volverme irremediablemente loca. Creí haber perdido el juicio definitivamente. Sólo quería despedazar, desgarrar, saborear la carne de los que eran más afortunados que yo… Sólo quería venganza. Me consumía la envidia cuando veía madres felices con sus pequeños en brazos. Y por las noches visitaba calladamente sus cunas y les robaba el aliento para siempre con un tierno beso. Quería llevármelos conmigo. Pero eso no era posible, porque yo estaba condenada a la soledad. Yo estaba maldita. Aún hoy lo estoy. Lo estaré siempre.
Sin embargo he decidido resarcir una parte de mi culpa. Soy un monstruo, sí, pero hasta los monstruos tenemos principios. Quizá, un alma. He dejado de perseguir a los bebés. Y puede que un día incluso encuentre el modo de protegerles de ese misterioso mal que sigue aniquilándoles durante el sueño, y del que yo no soy responsable. Los hombres se han convertido en mis únicas presas. Ellos son los verdaderos responsables de mi desgracia. Mientras ellos sigan robándoles la vida a las mujeres, yo seguiré robando su sangre.

***

Cierra su maleta muy lentamente, como si temiese que un movimiento demasiado brusco pudiese arrugar sus preciosos vestidos.
―Ten ―dice tendiéndole su antiguo camafeo de pasta vítrea: sobre el fondo negro, una hermosa figura femenina medio desnuda, sentada sobre el regazo de un joven dormido que parece estar teniendo un sueño lúbrico. La joven resultaría deliciosa de no ser por las garras y colmillos con los que ha empezado a despedazar el pecho de su víctima―. Así recordarás siempre lo cerca que estuviste de la muerte. Por cierto, Charles, ya he solucionado esa otra cosilla que quería dejar zanjada antes de nuestro matrimonio. No habrá más chicas destripadas. Mis pupilas podrán volver a dormir tranquilas. Podrán regresar a la seguridad de sus vidas cotidianas. Ya sólo tendrán que seguir bregando con el frío, el hambre, las enfermedades venéreas, las palizas de los borrachos, las extorsiones de sus chulos, las vejaciones de los clientes, las amenazas de los policías, los insultos de las gentes “de bien”… Pero sospecho que eso ya no es asunto mío. En este mundo vuestro, las pesadillas como yo resultan totalmente anacrónicas. No creo estar a la altura de lo que me exigiría esta era. Nace un alba nueva. Y en ella no hay cabida para el candor del monstruo. Es el tiempo de Jack y sus secuaces, no el mío: demasiado ingenua, demasiado inocente. Me retiraré a algún lugar en el que aún pueda prosperar una visión romántica del mal. Una visión un poco menos retorcida. Y allí pensaré en ti.
―¿Así que finalmente estabas preparada para unirte a mí?
―Yo sí. Pero para ti es demasiado pronto. Aún te queda mucho por vivir. Quién sabe. Quizá un día me arrepienta y vuelva a buscarte ―Girándose en el quicio de la puerta, le guiña un ojo―. Sólo dentro de mucho, mucho tiempo. Cuando ya seas muy viejo y nadie pueda echarte de menos. Cuando ya no tengas nada que perder. Nada, claro está, excepto tu sangre.





 Sobre la autora:
Salomé Guadalupe Ingelmo (Madrid, 1973). Formada en la Universidad Complutense de Madrid,
Universidad Autónoma de Madrid, Università degli Studi di Pisa, Universita della Sapienza di Roma y Pontificio Istituto Biblico de Roma, se doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid. Miembro del Instituto para el Estudio del Oriente Próximo de la UAM, desde 2006 imparte cursos sobre lenguas y culturas mesopotámicas en dicha Universidad.
Ha recibido premios literarios nacionales e internacionales. Sus textos de narrativa y dramaturgia han aparecido en numerosas antologías. En la última década ha sido jurado permanente del Concurso Literario Internacional “Ángel Ganivet” (Asociación de Países Amigos, Helsinki, Finlandia) y jurado del VIII Concurso Literario Bonaventuriano (Universidad San Buenaventura de Cali, Colombia).
Publica asiduamente ensayos literarios, tanto académicos como de divulgación, en diversas revistas culturales y medios digitales nacionales e internacionales. De entre los últimos: “Literatura testimonial: justificación personal o voluntad de utilidad histórica.  El último vuelo de “Un señor muy viejo conunas alas enormes”. La decadencia de América Latina según García Márquez, en Revista Destiempos (México) n. 45, Estudios y Ensayos, Junio-Julio 2015, p. 59-81; “Borges, un tahúr en la corte del rey Assurbanipal”, en Homenaje a Mario Liverani / Omaggio a Mario Liverani, Revista ISIMU (Madrid: UAM) n. 11-12, p. 49-78; Del Génesis al Big Bang. La evolución de las narraciones cosmogónicas en las fuentes literarias: de los antiguos mitos de creación a la más cientificista ficción contemporánea, en la revista digital miNatura. Revista de lo breve y lo fantástico 141, marzo-abril 2015,, p. 98-111; A 218 años de su nacimiento, Mary Shelley: Libre pero atormentada, en Revista Almiar - Margen Cero III Época Nº 82 / septiembre/octubre 2015, 06/09/2015. Sus críticas de cine suelen aparecer en la revista digital Luz Cultural   y en el diario Luz de Levante.
Específicamente en el ámbito del terror, prologó El Retrato de Dorian Gray (Editorial Nemira, 2009). Desde 2009 colabora ininterrumpidamente con la revista digital bimestral miNatura: Revista de lo breve y lo fantástico <http://www.servercronos.net/bloglgc/index.php/minatura/>, en la que han visto la luz sus microtextos de naturaleza fantástica, de ciencia ficción y terror, así como algunos ensayos literarios relacionados con estos géneros. Ha sido incluida en Tiempos Oscuros: Una Visión del Fantástico Internacional n. 3 (especial monográfico sobre el estado actual del género en España. Tres relatos suyos,  Hoodo Voodo Show, Ius sanguis y Vendrá la muerte y tendrá tu rostro han sido incluidos en sendas antologías de la editorial Saco de Huesos: Antología Grand Guignol (colección Calabacines en el ático), Antología Steampunk (colección Calabazas en el trastero) y Siglo de Sombras (colección Calabazas en el trastero) respectivamente. Un compendio de sus obras narrativas pertenecientes a los géneros de terror y ciencia ficción puede consultarse en la Biblioteca TerceraFundación .

Más información sobre su producción literaria en 

Revista Digital miNatura 146

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Nos  complace compartir con todos ustedes el dossier especial que la Revista Digital miNatura dedica al Certamen Internacional de Microcuento Fantástico que todos los años convoca y que acaba de cumplir su décimo tercera edición.
Agradecer inmensamente a nuestro jurado por su labor y dedicación constante para ver este proyecto, una vez más, cumplido y a todos los participantes y los lectores por el interés que sigue suscitando este concurso.
Así mismo, para la realización de este especial, nuestro mayor agradecimiento a los ilustradores que han colaborado, creando o compartiendo obra para ilustrar cada uno de los textos, portada y contraportada.
Gracias a todos.

Revista digital miNatura 146 Dossier especial del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015
La Revista de los Breve y lo Fantástico Número 146
Asociación Cultural miNatura Soterrània
ISSN: 2340-977
Directores:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
Editor:Ricardo Acevedo Esplugas
Portada:Legión 2 / Dariusz Zawadzki (Polonia)
Contraportada:Today's Feature / Tom Kidd (EE.UU.)
Diseño de portada: Carmen Rosa Signes Urrea
Las colaboraciones deben ser enviadas a:minaturacu@yahoo.es

Sumario:
01/ Portada: Legión 2 / Dariusz Zawadzki (Polonia)
02/ Acta del jurado del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015
Ganador:
10/ Una especie interesante / Alexy Dumenigo Águila (Cuba) / Ilu. Wickedman —seud.— (España)
Finalistas:
13/Entomofilia / Desirée Jiménez Sosa (España) / Ilu. Cristina Samsa (México)
16/ De carcomas extraviadas y otros misterios / Reis Lliberós Monfort (España) Ilu. Wickedman —seud.— (España)
19/ 30 segundos de intimidad / Pere Josep Martínez Marqués  (España) / Ilu. Rafa Castelló Escrig (España)
22/ Lobo y Malacoda / José Rabelo (Puerto Rico) / Ilu. Pedro Belushi (España)
25/ Interno 11 / Ángel Revuelta Pérez (España) / Ilu. Alejandro D'Marco (Argentina)
28/ Lo imposible / Lola Robles Moreno (España)
31/ Tiempo de vivir / Juan José Tapia Urbano (España) Ilu. Pedro Belushi (España)
34/ Suicidio / Dante Vázquez Maldonado (México) / Ilu. Elena Fortanet (España)
36/ La Dama negra / Luis Alberto Zurriaga (España) /Ilu. Alejandro D'Marco (Argentina)
38/Convocatoria Selección de Textos Tiempos Oscuros Nº6
41/ Biografías
54/ Sobre las ilustraciones
55/Contraportada: Today's Feature / Tom Kidd (EE.UU.)

Sobre las ilustraciones:
Pág. 01 Legión 2 / Dariusz Zawadzki (Polonia)
Pág. 08 Una especie interesante / Wickedman –seud.- (España)
Pág. 10Autoretrato Hibrido / Cristina Samsa (México)
Pág. 15 De carcomas extraviadas y otros misterios / Wickedman —seud.— (España)
Pág. 18 Gato / Rafa Castelló Escrig (España)
Pág. 21 Lobo y Malacoda / Pedro Belushi (España)
Pág. 24 Speaking with dead things / Alejandro D' Marco -seud.- (Argentina)
Pág. 27 Cyborg Female Valkyrie (Gala) / Bogdan Gabelko (Rusia)
Pág. 30 Tiempo de vivir / Pedro Belushi (España)
Pág. 35Insect's whisper / Alejandro D' Marco -seud.- (Argentina)
Pág. 32 Luna / Elena Fortanet (España)
Pág. 55 Today's Feature / Tom Kidd (EE.UU.)

EN  BREVE EL SIGUIENTE NÚMERO DE LA REVISTA DEDICADO AL UNIVERSO H.G. WELLS



00:01 horas Por Malena Salazar Maciá (Cuba)

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e encontré.»
Las palabras impresas en la hoja del telegrama sin más adornos, fue el comienzo de todo. X ignoraba de quién podría tratarse y por qué había deseado encontrarlo, al punto de anunciárselo en el correo. La nota no tenía dirección o nombre, como tampoco una firma pseudónima que le brindase alguna referencia. Así que ese día, se encogió de hombros y dejó el papel en un rincón.
El siguiente telegrama fue más extraño:
«No me ignores.»
X percibió la nota amenazante en la frase. Era cierto que no tenía a su autor cara a cara, pero algo manaba de la tinta: enojo y un rechinar de dientes que le erizó los vellos de la nuca. Impulsado por un pellizco de miedo, juntó el telegrama con el anterior y los guardó en una caja donde escondía baratijas y cosas rotas.
Todo se complicó cuando al día siguiente, las notas aparecieron en su mesita de noche junto a una tercera:
«No lo vuelvas a hacer.»
X examinó de nuevo sus tres telegramas, incluso conectó la plancha y una vez caliente, la pasó por encima de los papeles en busca de una escritura oculta, sin resultados. En realidad lo que más le preocupaba era el cómo había entrado a su casa y quien quiera que fuese, ¿por qué no le robó? El perro que cuidaba el jardín no había emitido un solo ladrido, a pesar de tener muy mal genio.
Ese día cambió las cerraduras de la casa, aseguró las puertas al martillar clavos en el marco y comprobó que el animal estuviese suelto en el jardín. No le había proporcionado comida desde el día anterior con el objetivo de aumentar su ferocidad. Armado con un bate de beisbol se sentó en la sala, dispuesto a pasar una mala noche si con eso atrapaba al acosador que deseaba acabar con su cordura.
Despertó con un sobresalto cuando ya el sol inundaba el salón. Al cerrar la mano, estrujó un pedazo de papel el cual, muerto de nervios, llevó ante sus ojos:
«Fue un buen perro.»
Sintió languidecer, las piernas apenas lo aguantaron cuando en dos zancadas estaba junto a la puerta y repasaba los clavos fuera de la madera. El pestillo no estaba echado, sin embargo, la cerradura todavía brillaba novísima, sin un arañazo que la ultrajase.
Soltó el bate y salió al jardín sin importarle que los vecinos lo viesen en apenas pantalón y de aquel modo tan agresivo. Bajo el poyo de una ventana, descansaba un bulto negro, inerte. En dos pasos salvó la distancia que los separaba y no evitó sentir un nudo en el pecho, como si cargase con un yunque que le cortaba la respiración.
Su perro yacía muerto todavía con los ojos abiertos, vidriosos. El espumarajo en su boca y la rigidez de sus miembros, era clara muestra de envenenamiento. No tuvo tiempo de reaccionar de forma apropiada al descubrir a D, justo del otro lado de la cerca, quien lo saludó secamente, incluso sus ojos eran glaciales.
X le contestó con una inclinación de cabeza y le irritó que sonriese ante la imagen del perro muerto antes de seguir su camino. Reaccionó al detectar en la ventana de la casa vecina el brillo de espejuelos, apenas asomados entre las persianas, en un vano intento por pasar desapercibidos. M siempre fue una vecina adicta a las habladurías y con la cual su relación no era la mejor. No después de una relación fallida. Ella estaría feliz de verlo en apuros, o de sumergirlo en ellos.
X aferró la mortaja inmóvil que era su perro y lo arrastró al interior de la vivienda, sin dejar de pensar quién jugaba con él de esa forma, y cómo fue capaz de zafar los clavos de la puerta para entrar y dejarle el mensaje. Además de D y M, también estaba K, del otro lado de su casa; odiaba al perro con todas sus fuerzas porque ladraba de madrugada y no le dejaba dormir, o también P, que daba patadas a la cerca cuando el animal la mordía ante su paso. ¿A quien culpar? ¿D, M, K, P…? ¿O eran todos al perseguir el fin común de lograr que, de una vez y por todas, se decidiese a mudarse?
Soltó el cadáver en la sala y se apoyó en un butacón, sintiéndose exhausto de repente. La idea de irse de aquel vecindario le rondaba hacía mucho tiempo en la cabeza. Desde que habitó esa casa, sucedían cosas extrañas, como que apareciese una taza de café sucia en el fregadero sin él usarla, la jarra de agua vuelta hielo en la nevera y algunas de sus ropas desaparecían por meses.

Todo se lo había comentado a M en un momento de desahogo, le había entregado las llaves de la casa por si él debía visitar algún apartamento en la ciudad… ¡Por supuesto! Debía ser ella la causante de todo, siempre estuvo algo tocada de la cabeza, la ruptura ocurrió porque no lo dejaba respirar. Corrió a la puerta trasera y maldijo por lo bajo al percatarse de que allí no había puesto clavos. Las huellas de M estarían por doquier.
Regresó a la sala para llamar a la policía, pero al pegarse el auricular al oído, tuvo un salto en el estómago: la línea estaba muerta. Probó con su celular para descubrir que tampoco funcionaba. Estaba ansioso por desatar una investigación que arrollase a M, pero tampoco se atrevía a abandonar su vivienda, ¿y si aprovechaba para hacer algo? ¿Y si no era sólo ella? En los últimos días se había mostrado melosa con D y P. Pero antes de acusar, necesitaba pruebas.
Esa noche clavó las dos puertas de acceso a la casa, escondió dos cámaras de video; una en la sala, dentro de un elefante con detalles de agujeros en la montura, otra en el comedor, entre las frutas decorativas de la mesa, y se retiró a dormir con tanta impaciencia, que pasaron más minutos de los necesarios antes de conciliar el sueño.
Antes de abrir los ojos supo que algo estaba mal. No sólo al sentir la fibra de papel entre los dedos de su mano derecha, sino porque algo flotaba en el ambiente, hiriente, denso, le inundaba los pulmones y lo paralizaba. Se sentó despacio en un falso alarde de calma. Leer el nuevo mensaje hizo que su corazón olvidase un latido:
«Ella ya no puede molestarte.»
Saltó de la cama como impulsado por una descarga y llegó a la sala para detenerse en seco, algo frío se trababa en su garganta, le impedía respirar con normalidad, parecía observar todo de forma distante, por encima de su propio cuerpo, cuando la realidad estaba justo a sus pies.   
M estaba en el suelo, estrangulada por un cinturón que reconoció como suyo.
Desesperado se lanzó contra el elefante y extrajo la cámara para, con manos temblorosas, reproducir lo que había grabado. Fue peor al ver el mensaje digital: «no hay imágenes ni videos». X contempló la pantalla negra como si fuese incapaz de comprender. ¿Habría olvidado activarla? No, él había hecho una grabación de prueba antes de esconderla, aun así, ¿dónde estaba? ¿Por qué estaba vacía la cámara? Se dirigió al comedor a grandes pasos, ignoraba la fatiga, la visión borrosa, sólo que el vacío en el pecho era demasiado real para ignorarlo.
Sacó la segunda cámara de entre las frutas y trasteó en el menú, para obtener el mismo resultado: nada. Cayó sentado en una silla y se aferró la cabeza con fuerza. Si daba parte a la policía, lo culparían del asesinato de M, ya que era su cinto y ambas puertas seguían clavadas, a excepción de la ventana frente a él, cuya hoja estaba a medio abrir, pero si el asesino había usado guantes, no tendría a quien adjudicarle el suceso.
Entonces, notó el pedazo de papel que sobresalía de entre las frutas. Lo agarró con desesperación y lo abrió. Como todos los demás, tenía letras impresas, pero esta vez, se quedó rígido de la impresión:
«Morirás a las 00:01 horas.»
X soltó el papel como si se hubiese quemado. En realidad, eso fue lo que hizo; agarró todos los mensajes y los volvió cenizas en el lavamanos del baño. Como era de día, le daba pavor abandonar la casa y no podía enterrar a M en el patio, la empalmó en un closet que usaba para guardar implementos de limpieza. Echó toda la comida a la basura, incluso los enlatados. Nadie podía asegurarle que no los hubiesen envenenado con una aguja. Cortó el fluido eléctrico de la casa, no recogió el diario, clavó las ventanas y las cubrió con cortinas.
El pánico llegó al caer la noche. El vaticinio correspondía a las doce y un minuto. Moriría a esa hora. Alumbrado por una vela, esperó paciente en el sofá, a que se acercasen a intentar entrar. Ya no llevaba el bate. Le era más funcional un cuchillo bien afilado. Contemplaba el reloj cuadrado sobre la mesita de centro, marcaba las nueve de la noche, o las veintiuna horas. El sonido de las manecillas al correr sólo era opacado por el radio de baterías, donde hablaba un locutor con sonido de estática:
—«… El yogurt contiene un mínimo de cien millones de microorganismos vivos por gramo. Sólo dos bacterias son las propias del yogurt natural: lactobacillus bulgaricusy streptococcus thermophilus…»
X nunca se había sentido tan tranquilo. Incluso sus manos habían dejado de temblar. Nadie era capaz de entrar a la casa, ya no quedaba un resquicio.
—«Llegando a las diez y media de la noche…» —anunció la radio. El reloj movió sus manecillas hasta la hora exacta. Las veintidós horas y media—, «continuamos con nuestro programa de curiosidades médicas… Las venas de las manos humanas, presentan una distribución geométrica única para cada persona y es invariable con el paso del tiempo…»
Se levantó y atisbó por una esquina de la ventana frontal. El alumbrado público iluminaba la calle vacía con luces naranjas, dándole un aspecto fantasmal a la neblina que siempre vagaba a esas horas. Se ensimismó al escuchar, distante, los televisores encendidos en el resto de las casas, sonidos ahogados de alguna discusión. Su vivienda era la única que no tenía fluido eléctrico. Se preguntó si P o D buscarían a M en su casa en algún momento.
—«Once y cincuenta de la noche…»
X apagó de golpe el radio. Sombras se acercaban con pasos silenciosos, las veía crecer sobre la acera. Alistó el cuchillo y se apartó de la ventana, a la espera. Los cuerpos se definieron y dejó escapar un largo suspiro de alivio. Sólo eran P y su esposa que regresaban, se les veía contentos de ebriedad y por un instante, sintió envidia de la tranquilidad de los dos. Regresó a su puesto en el sofá y contempló el reloj. Las once y cincuenta y ocho. No evitó tensarse, apenas sentía su propia respiración, como si desease que olvidasen aquella casa, a él…
Al sonar la alarma de las doce en punto, X dio un bote del susto y dejó caer el cuchillo. Lo recogió con los nervios a flor de piel y se apostó junto a la puerta, con la respiración contenida. Sentía las manecillas deslizarse por los segundos, tic, tic, tic, tic… su corazón estaba desfasado. Iba más rápido. Tic, tic, tic, había comenzado a sudar de forma copiosa. Casi se cumplía el tiempo…
Nada sucedió. X se adelantó a mirar el reloj y frunció el ceño. Doce y cinco. Las cero horas y cinco minutos. Lo contempló embobado, creyente de que existía alguna especie de truco. Buscó su reloj de pulsera en la habitación, el automático que nunca le fallaba. La hora concordaba. Se dejó caer en el sofá con una oleada de alivio, sonreía, feliz de que todo fuese una broma de muy mal gusto, a excepción de su perro y M. Ahora podría pensar mejor en cómo deshacerse del cuerpo de la mujer y todo volvería a la normalidad. Sintonizó una estación musical en el radio y se dispuso a zafar los clavos de los marcos.
Al quitar el último en la ventana frontal, lo vio. Avanzaba hacia su puerta de forma lenta, algo brillaba en su puño, era incapaz de distinguirle los ojos, pero de repente, se le hicieron los de una bestia. No iba solo; otras dos figuras le seguían de cerca.
X retrocedió a trompicones, el sudor frío volvía a cubrirlo y sentía las manos engarrotadas. Ya estaba allí, la carta fue un engaño para que bajase las defensas, para hacer que quitase los refuerzos, un truco sucio para llegar a él. Lo tenían. Le pareció que reían del otro lado, regocijados de su estupidez y de lo fácil que lo acorralaron.
X localizó el cuchillo al lado del reloj. La una en punto de la noche. Agarró el instrumento y miró sus manos. Las venas de sus manos distribuidas en una única forma geométrica. En una fracción de segundo, pasó el filo por el dorso de su muñeca y el líquido rojo brotó a torrentes sin darle tiempo a comprender lo que había hecho. Todo se volvió un torbellino de colores ante sus ojos, el dolor agudo más la sensación de que todo su ser estallaría, le engarrotaba la mente, perdía noción de sí mismo, estaba cansado, muy cansado. Cayó de rodillas y la mínima satisfacción de morir a una hora diferente a la vaticinada, se hizo añicos al escuchar a la locutora del programa:
—«… y recuerden queridos oyentes, que a las doce de la noche debieron atrasar una hora a sus relojes…»
El reloj marcó la una con un minuto y X cerró los ojos.
Pasaron pocos segundos antes de que levantase los párpados de regreso. Se incorporó con calma y miró su brazo para restañar la sangre con un pedazo de su propia camisa. Z, que ahora vestía la piel de X, se sintió complacido.
Había sido fácil matar la personalidad X para obtener el control del cuerpo. Por suerte, el idiota de X ni siquiera sabía cortarse bien las venas.  


Sobre la Autora:

Malena Salazar Maciá (La Habana, Cuba) Técnico Bachiller de Informática.
Actualmente estudia en la Universidad de la Habana Licenciatura en Derecho en la modalidad a Distancia. Egresada del Taller de formación literaria Onelio Jorge Cardoso, La Habana, Cuba, 2008. Gran premio en la categoría cuento para adultos en los 4tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2012. Mención en la categoría cuento para adultos en los 5tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2013. Mención y premio de la popularidad en la categoría cuento fantástico en el concurso Mabuya, La Habana, Cuba, 2013. Mención en el concurso de Ciencia-Ficción, convocado por la revista Juventud Técnica, La Habana, Cuba, 2013. Mención en la categoría de cuento de ciencia ficción, en el concurso Mabuya, La Habana, Cuba, 2014. Publicación en el No.82 de la revista digital Mancuspia, México, 2014. Publicación en el No.140 Space Western de la revista digital MiNatura, España, 2015. Publicación en la revista digital Cosmocápsula, No. 12. Enero —Marzo, Colombia, 2015. Seleccionada para integrar el e-book «Varios visitantes inesperados», organizado por Cubaliteraria, y presentado en formato CD en la Feria Internacional del Libro, La Habana, Cuba, 2015. Mención en el concurso de novela corta HYDRA, en la categoría ciencia-ficción, 2015. Gran premio en la categoría cuento para adultos en los 6tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2015. Gran premio en la categoría minicuento en los 6tos Juegos Florales, La Habana, Cuba, 2015. Premio David de Ciencia Ficción, 2015.

Revista digital miNatura 147 (Castellano e inglés)

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La sombra de H. G, Wells se hace muy palpable en la católica España de principios del siglo XX, donde Carlos Mendizábal y Brunet escribió: Elois y Morlocks (Barcelona, 1909), una continuación de las peripecias del viajero del tiempo, al que Mendizábal bautiza con el nombre de Bryan Blondel, quien en compañía de su hermano Zacarías realiza en su máquina del tiempo un nuevo viaje al futuro. En esta ocasión a un futuro cercano que tan solo alcanza la distancia de un siglo. [José  Carlos Mainer, La edad de plata]
Obras como La Isla del Doctor Moreau (Revista Literaria: Novelas y Cuentos, 1943) lograron pasar la censura con apenas un: “Novela fantástica hasta lo inverosímil en la que es tanta la fantasía que no ataca a nada. En ella se inspiró la película La isla de las almas perdidas que tanto hacía reír.”
Gracias a sus “excesos” de fantasía los siempre celosos guardianes del decoro y las buenas costumbres, dejaron pasar sus ideas sobre el socialismo y el sexo… No olviden que en  Men like Gods (1932) hay una excelente descripción de un ménage à quatre.
Libre pensador, socialista, ateo y defensor del amor libre nuestro Herbie terminó desilusionado (como su homólogo Verne) al ver como sus premoniciones ficticias se hacían realidad con Hiroshima y Nagasaki.

Revista Digital miNatura Nº 147 Dossier Universo H. G. Wells
La Revista de los Breve y lo Fantástico
Asociación Cultural miNatura Soterrània
ISSN: 2340-977
Directores:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Portada: H. G. Wells / Rubén Paricio Font (España)
Contraportada: H. G. Wells / Pedro Belushi (España)
Diseño de portada:Carmen Rosa Signes Urrea
Las colaboraciones deben ser enviadas a: minaturacu@yahoo.es

Sumario:
01/ Portada: H. G. Wells / Rubén Paricio Font (España)
02/ FrikiFrases
03/ Editorial
05/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Entrevista:
08/ Alan Grant: Charlando con un guionista de cómic / M. C. Carper (Argentina)
23/ Póster: Memorias de un Morlock / José Manuel Puyana Domínguez (España)
24/ Sumario
27/ Miedo, Mentiras y Tinta China: Ir de trípode / Evandro Rubert (Brasil)
Cuentos:
28/ La máquina del tiempo / H. G. Wells (Inglaterra)
29/ Nueva Generación /  Salvador Bayarri (España)
30/ La visita maravillosa / H. G. Wells (Inglaterra)
31/ Azul / Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina) / Ricardo Acevedo Espulgas (Cuba)
32/ La isla del doctor  Doctor Moreau / H. G. Wells (Inglaterra)
33/ Bajo el delgado barniz humano / Francisco José Segovia Ramos (España)
34/ El hombre invisible / H. G. Wells (Inglaterra)
35/ La isla de las gaviotas / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
36/ La guerra de los mundos / H. G. Wells (Inglaterra)
37/ Invasión extraterrestre a México (La segunda conquista) / Tomas Pacheco estrada (México)
38/ Los primeros hombres en la luna / H. G. Wells (Inglaterra)
39/ El encargo /  Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina) / Carmen Rosa Signes Urrea (España)
40/ El nuevo acelerador / H. G. Wells (Inglaterra)
41/ Proyecto H. G. Wells /  Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
42/ El alimento de los dioses / H. G. Wells (Inglaterra)
43/ Corona vacante / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
44/ No un hombre invisible / Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba / USA) / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
45/ El último viaje del viajero del tiempo /  Francisco José Segovia Ramos (España)
46/ La máquina del tiempo: Pasado, presente y future / Julieta Moreyra (México)
47/ Regreso en el tiempo a un pasado ficticio /  Odilius Vlak —seud.— (República Dominicana)
48/ La teoría del caos, que no es tal /  Jaime Magnan Alabarce (Chile)
49/ Éxodo /  Lidia Soca Medina (Cuba)
49/ Steel Monkey / Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
50/ Los nuevos dioses /  Francisco José Segovia Ramos (España)
51/ La nave bermeja /  Violeta Balián (Argentina)
52/ La mano / María José Gil Benedicto (España)
53/ Periplo: El Tiempo / Mari Carmen Caballero Álvarez (España)
54/ Diario de guerra /  Omar Martínez (Cuba)
55/ Pacifista /  Francisco José Segovia Ramos (España)
56/ Jonathan H. Corvus / Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina)
57/ La solución / Diego Galán Ruiz (España)
57/ ¿Realidad o fantasía? / Mª Del Socorro Candelaria Zarate (México)
58/ Ave / Carlos Enrique Saldivar (Perú)
60/ El tiempo equivocado / Margarita Agut Gimeno (México-España)
61/ Rebelión Morlock / Manuel Santamaría Barrios (España)
61/ Comida / Guillermo Echeverría (Argentina)
62/ En el país de los ciegos / Carlos Enrique Saldivar (Perú)
63/ La deseable invisibilidad del ser / Israel Santamaría Canales (España)
64/ La víspera de la guerra / Amilcar Rodríguez Cal (Cuba)
66/ Los días de la ira en la madriguera de los réprobos / Guillermo E. Vidal (Argentina) / Carlos Enrique Saldivar (Perú)
66/ La paradoja Wells / Marc Sabaté Clos (España)
67/ Preludio y fuga en do mayor (sin ayuda de Bach) / Fernando Morote (Perú)
68/ Malditos especímenes / Carlos Enrique Saldivar (Perú)
69/ Salamandra                / Patricia Mejías  Jiménez (Costa Rica)
70/ Camino a un nuevo hogar / Marcia Morales Montesinos (Perú)
71/ Tras el regreso / Ricardo Manzanaro (España)
71/ La puerta verde / Carmen Rosa Signes Urrea (España) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
Poemas:
73/ Identidad / Dolo Espinosa (España)
75/ Profecía / Dolo Espinosa (España)
77/ La Isla del Doctor Moreau / Edgar Alejandro Romero Vargas (México)
Artículos:
79/ Personaje H. G. Wells / José Manuel Puyana Domínguez (España)
82/ Los mundos de H. G. Wells / Julieta Moreyra (México)
87/ La Biblioteca del Nostromo: NM Ciencia Ficción, Fantasía y Terror #38; Axxón Ciencia Ficción en Bits #267; TerBi Asociación Vasca de Ciencia-Ficción, Fantasía y Terror #10; The Ironic Fantastic #5; Antes de Akasa-Puspa (Sportula); What's Up, Doom? (Saco de Huesos); Las cosas son diferentes en Arkham; Hela (Triskel Ediciones)
94/ Sobre los Escritores e Ilustradores
110/ Sobre las Ilustraciones
111/ Contraportada: H. G. Wells / Pedro Belushi (España)

Sobre las ilustraciones:
Pág. 01 H. G. Wells / Rubén Paricio Font (España)
Pág. 22 Memorias de un Morlock  / José Manuel Puyana Domínguez (España)
Pág. 27 Fear, Lies & China Ink: Go by tripod / Evandro Rubert (Brasil)
Pág. 28 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
Pág. 31 Hundimiento de una era / Carmen Urios (España)
Pág. 34 Cities of tomorrow / Hugh Ferriss (EE.UU.)
Pág. 36 The War of the World (edición belga, 1906) / Henrique Alvim Corrêa (Brasil)
Pág. 42 American Scientist (1800)
Pág. 50 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
Pág. 55 The War of the World (edición belga, 1906) / Henrique Alvim Corrêa (Brasil)
Pág. 59 Cities of tomorrow / Hugh Ferriss (EE.UU.)
Pág. 65 La Guerre au vingtième siècle (1887) / A. Robida (Francia)
Pág. 67 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
 Pág. 71 Cities of tomorrow / Hugh Ferriss (EE.UU.)
Pág. 73 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
Pág. 75 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
Pág. 77 La Vie Électrique / A. Robida (Francia)
Pág. 111 H. G. Wells / Pedro Belushi (España)

Y para el próximo número:
DEEP WEB
(Colaboraciones hasta el 25 de diciembre)






The shadow of H. G Wells is very palpable in Catholic Spain in the early twentieth century, where Carlos Mendizábal y Brunet wrote: Elois y Morlocks (Barcelona, 1909), a continuation of a time traveler adventures, which Mendizabal named with the name of Bryan Blondel, who together with his brother Zachary done in his time machine a new journey into the future. On this occasion the near future that only reaches the distance of a century. [José Carlos Mainer, La edad de plata]
Works such as The Island of Dr. Moreau  (Revista Literaria: Novelas y Cuentos, 1943) made it through censorship with just one "fantasy novel in which fantasy is so improbable does not attack to anything. It inspired the movie The Island of Lost Souls who make us laugh so much."
Thanks to their "excesses" of fantasy ever-jealous guardians of decorum and decency, they let their ideas on socialism and sex ... Do not forget that in Men Like Gods (1932) there is an excellent description of a ménage à quatre .
Free thinker, socialist, atheist and advocate of free love our Herbie ended disappointed (as his counterpart Verne) to see their fictitious premonitions came true with Hiroshima and Nagasaki.

Revista digital miNatura 147 Dossier H. G. Wells Universe
The magazine of the Brief & Fantastic
Asociación Cultural miNatura Soterranìa
ISSN: 2340-977
Directors:Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Main cover: H. G. Wells / Rubén Paricio Font (Spain)
Back cover: H. G. Wells / Pedro Belushi (Spain)
Cover design: Carmen Rosa Signes Urrea
Contributions should be sent to: minaturacu@yahoo.es

Summary:
01/ Cover: H. G. Wells / Rubén Paricio Font (Spain)
02/FrikiFrases
03/ Editorial
05/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº6 Uruguay
Interview:
08/ Alan Grant: Chatting with comic book writer / M. C. Carper (Argentina)
21/ Poster: Memorias de un Morlock  / José Manuel Puyana Domínguez (Spain)
22/ Summary
23/ Fear, Lies & China Ink: Go by tripod / Evandro Rubert (Brazil) 
Stories:
25/ The Time Machine: An Invention / H. G. Wells (England)
26/ New Generation / Salvador Bayarri (Spain)
27/ The Wonderful Visit / H. G. Wells (England)
28/ Blue / Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
29/ The Island of Doctor Moreau / H. G. Wells (England)
29/ Under the thin human varnish / Francisco José Segovia Ramos (Spain)
31/ The Invisible Man. A Grotesque Romance / H. G. Wells (England)
32/ The island of seagulls / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
33/ The War of the Worlds  / H. G. Wells (England)
34/ Alien invasion to Mexico (The second conquest) / Tomas Pacheco estrada (Mexico)
35/ The first men in the moon / H. G. Wells (England)
35/ The commission / Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina) / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
36/ The New Accelerator / H. G. Wells (England)
37/ Project H. G. Wells / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (Dominicana
 Republic)
38/ The Food of the Gods and How It Came to Earth / H. G. Wells (England)
39/ Vacant crown / Pablo Martínez Burkett (Argentina)
40/ Not an invisible man / Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba / USA) / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
41/ The last trip of the time traveler / Francisco José Segovia Ramos (Spain)
42/ The time machine: Past, present and future / Julieta Moreyra (Mexico)
43/ Back through time to a fictional past / Odilius Vlak —seud.— (Dominican Republic)
44/ Chaos theory that is not as / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
44/ Exodus / Lidia Soca Medina (Cuba)
45/ Steel Monkey / Salomé Guadalupe Ingelmo (Spain)
46/ The new gods /  Francisco José Segovia Ramos (Spain)
47/ The vermillion ship / Violeta Balián (Argentina)
48/ The hand / María José Gil Benedicto (Spain)
49/ Journey: Time / Mari Carmen Caballero Álvarez (Spain)
49/ Diary of war / Omar Martínez (Cuba)
51/ The pacifist / Francisco José Segovia Ramos (Spain)
51/ Jonathan H. Corvus  / Teresa P. Mira de Echeverría (Argentina)
52/ The solution / Diego Galán Ruiz (Spain)
53/ Fact or fantasy? / Mª Del Socorro Candelaria Zarate (Mexico)
54/ After the return / Ricardo Manzanaro (Spain)
54/ The Green door / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
Poetry:
56/ Identity / Dolo Espinosa (Spain)
58/ Prophecy / Dolo Espinosa (Spain)
60/ La Biblioteca del Nostromo: NM Ciencia Ficción, Fantasía y Terror #38; Axxón Ciencia Ficción en Bits #267; TerBi Asociación Vasca de Ciencia-Ficción, Fantasía y Terror #10; The Ironic Fantastic #5; Antes de Akasa-Puspa (Sportula); What's Up, Doom? (Saco de Huesos); Las cosas son diferentes en Arkham; Hela (Triskel Ediciones).
67/ About the Writers and Illustrators
78/ About illustrations
79/ Back cover: H. G. Wells / Pedro Belushi (Spain)

About illustrations:
Pag. 01 H. G. Wells / Rubén Paricio Font (Spain)
Pag. 21 Memorias de un Morlock  / José Manuel Puyana Domínguez (Spain);
Pag. 23 Fear, Lies & China Ink: Go by tripod / Evandro Rubert (Braz)
 Pag. 25 La Vie Électrique / A. Robida (France)
Pag. 28 Hundimiento de una era / Carmen Urios (Spain)
Pag. 30 Cities of tomorrow / Hugh Ferriss (USA)
Pag. 33 The War of the World (Belgium editium, 1906) / Henrique Alvim Corrêa (Brazil); Pag. 38 American Scientist (1800)
Pag. 45 La Vie Électrique / A. Robida (France)
Pag. 50 The War of the World (Belgium editium, 1906) / Henrique Alvim Corrêa (Brazil)
Pag. 51 La Guerre au vingtième siècle (1887) / A. Robida (France)
Pag. 54 Cities of tomorrow / Hugh Ferriss (USA)
Pag. 56 La Vie Électrique / A. Robida (France)
Pag. 58 La Vie Électrique / A. Robida (France)
Pag. 79 H. G. Wells / Pedro Belushi (Spain).


For the next issue:
DEEP WEB
(Collaborations to desember 25)


A puerta cerrada por Francisco Lezcano Lezcano

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Ilustrado por Carmen Rosa Signes Urrea (España)


Los dos hombres tenían, uno cara de ciruela y el otro de tortuga; vestían pantalón de gala y  chalecos doraditos. Se cubrían con sobrero de copa aterciopelado, azul marino. Caminaban el uno al lado del otro, dignos y al unísono, con andares de pingüino y escarabajo. Mientras avanzaban se intercambiaba de vez en cuando, sonrisas de perfecta facturación protocolaria. Sabían que un buen presidente debe hacer honor a todos los dentífricos del mundo.
Cuando alcanzaron la Gran Puerta, que indicaba el fin del camino y la entrada al recinto de las Discusiones Trascendentales, se detuvieron para cederse mutuamente el paso...pero no se ponían de acuerdo...
—Usted primero.
—¡De ningún modo! ¡Pase, por favor!
—¡Señor!..
Forcejearon cabeza contra cabeza, casi como dos carneros. Fue cosa de segundos. El más gordo consiguió hacer pasar al otro a empellones, más o menos disimulados con reverencias y gesticulaciones que pretendía corteses y bondadosas.
La sala rebosaba documentos amontonados en desorden total. Legajos y más legajos. Estancias, con precinto de urgente, languideciendo en el olvido. Documentos y documentos con esa tonalidad ictérica propia del papel envejecido. Mesas, sillas, armarios, el suelo... estaban cubiertos de una gruesa epidermis de polvo compacto. Casi fósil.
Los personajes se adentraron en el dédalo, forzados a grotescas piruetas para salvar los obstáculos, haciendo a la vez grandes esfuerzos por no peder la compostura presidencial.
Se quitaron las chisteras y las soltaron donde mejor pudieron. Luego, tomando asiento a ambos lados de la enorme mesa de conferencias, iniciaron su primer trabajo: quitar a guantazos el polvo del contorno. Al terminar, uno de ellos preguntó:
—¿Quiere usted fumar mientras reflexionamos  cómo salir de la crisis?
—¿Y usted?
—Sí, claro.
 Al mimo tiempo sacaron las pitilleras, cuyas incrustaciones de valor destellaron a la luz mercurial del ambiente. Durante varios segundos permanecieron estáticos, el uno frente al otro, en actitud de hábiles prestidigitadores.
—Elija del mío. Le aseguro que es el mejor tabaco. Brasileño de verdad.
—Creo que se equivoca en lo de la calidad. El mío es mejor. Lo cultivan en mi propio país.
—Me permito señalarle que no tiene razón porque...
—Disculpe que le corte... pero la calidad del tabaco que le ofrezco es el que permitirá...

La discusión era absurda, y lo peor es que se complicó hasta hacerse acalorada. Las palabras de pronto se ennegrecieron. Los respetables representantes del Orden Nacional se enzarzaron en una grotesca lucha de esfuerzos y argucias para colocarse mutuamente un cigarrillo en los labios, dispuestos a conseguirlo a viva fuerza, por orgullo patrio, por razones de prestigio. A Puerta Cerrada, prosiguieron con su forcejeo rodando entre libros y papeles.
—¡Imbécil ! ¡Me las va usted a pagar!.- gruñó el de la cara de ciruela, con la voz  sofocada bajo un ejemplar del cotidiano “Libertad”.
¡Esto es un ultraje a mi Nación ¡
En el la baraúnda no se sabía quien hablaba, si el uno o el otro. ¿ Pero que más da?.
—¡Usted si que es un hijo de...
!Mientras tanto en la calle, periodistas del mundo esperaban el resultado del encuentro a Puerta Cerrada, puestas todas las esperanzas en los dos poderosos mandatarios.
El menos fuerte en el forcejeo, creo que el de cara de tortuga, eligió la vía drástica para establecer el orden y guardar su prestigio.. Con veloz movimiento sacó de su axila izquierda una pequeña pistola y apretó el gatillo, alcanzando a su colega político en pleno esternón. Cigarrillo en ristre, permaneció en pie con un gesto de asombro. El tiro había sido malo. El herido dejo caer el cigarrillo y señaló con un índice a su agresor. El dedo emitió un chasquido y escupió una bala con piel de cianuro. El proyectil digital incrustado en la frente sorbió la vida con ansia de esponja. El hombre del dedo mortífero, tambaleándose, se pude a buscar con ansia entre legajos amontonados hasta encontrar lo que deseaba: un teléfono rojo. Lo cogió entre sus manos crispadas y a duras penas marcó un número. Los electrones corrieron por el cable hasta otro teléfono gemelo, allá, sobre una lejana mesa tras la cual un jerifalte sentado indolentemente, se entretenía haciendo pajaritas de papel. Al oír el zumbido soltó a medio doblar la que tenia entre manos y alargó, si prisa, su brazo hacia el aparato.
—¿Diga? Aquí Código Apocalipsis.
Las palabras del herido llegaron a borbotones. Se daba una orden, la cual a pesar de ser pavorosa, no pareció alterar al displicente que, bostezando se dispuso a cumplirla.
—Okay. A sus ordenes mi presidente. Código Rojo en activo. Viva la Patria.
El jerifalte pulso con su pulgar el botón a destellos cárdenos que brillaba sobre su mesa.
Un rugido se puso en marcha. Pequeñas máquinas le musitaron una espantosa orden a otras  máquinas. Águilas de aluminio preñadas de megamuertos alzaron el vuelo. Miles de seres humanos extendieron sus brazos intentando abrazarse a la última brizna de vida. Quedaron las manos petrificadas en un gesto eternizado implorador de piedad. Silencio.
El hombre del dedo fatídico cayó de espaldas, agitó brazos y piernas como una cucaracha  víctima del DDT y carraspeó con su último aliento.
—Cretino de mierda...quererme...hacer tragar... su basura de cigarrillo.



Sobre el Autor:

Francisco Lezcano Lezcano (Barcelona, España, 1934) es un polifacético artista: Pintor, dibujante, poeta, escritor de Ciencia-Ficción, escultor, muralista, actor, pionero de la fotografía submarina.

CONVOCATORIA SELECCIÓN DE TEXTOS TIEMPOS OSCUROS Nº7

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CONVOCATORIA SELECCIÓN DE TEXTOS TIEMPOS OSCUROS Nº7

La Revista Digital Tiempos Oscuros (Un panorama del Fantástico Internacional) tiene el placer de dar a conocer la convocatoria para confeccionar su séptima entrega, un número dedicado en su totalidad a mostrar el panorama de la literatura fantástica de México.
Es por ello que todos aquellos escritores mexicanos que deseen participar en la selección de los textos que compondrán el número siete de la revista digital Tiempos Oscuros deberán atenerse a las siguientes bases.

BASES
1. Podrán participar todos aquellos escritores mexicanos residentes o no en su país de origen, con obras escritas en castellano.
2. Los textos deberán ser afines al género fantástico, la ciencia ficción o el terror.
3. Los trabajos, cuentos de entre 5 a 10 páginas, deben estar libres de derechos o en su defecto se aceptarán obras con la debida autorización del propietario de los derechos de la misma.
4. Los trabajos deberán enviarse en documento adjunto tipo doc (tamaño de papel DinA4, con tres centímetros de margen a cada lado, tipografía Time New Roman puntaje 12 a 1,5 de interlineado). Dicho archivo llevará por nombre título + autor de la obra y junto a él se incluirá en el mismo documento plica que incluirá los siguientes datos: título del cuento, nombre completo, nacionalidad, dirección electrónica, declaración de la autoría que incluya el estado del texto (si es inédito o si ha sido publicado, en este segundo supuesto deberá incluir dónde se puede encontrar y las veces que ha sido editado, tanto si es digital como en papel, y si tiene los derechos comprometidos se deberán incluir los permisos pertinentes). Junto a todos estos datos también pedimos la inclusión de un breve currículum literario que será publicado en la revista y una fotografía del autor si lo desea para el mismo fin.
5. En ningún supuesto los autores pierden los derechos de autor sobre sus obras.
6. La dirección de recepción de originales es:
revistatiempososcuros@yahoo.es
En el asunto deberá indicarse: COLABORACIÓN TIEMPOS OSCUROS Nº7
7. Las colaboraciones serán debidamente valoradas con el fin de realizar una selección acorde con los intereses de la publicación.
8. Los editores se comprometen a comunicar a los autores, que envíen sus trabajos, la inclusión o no del texto en la revista. Nos encantaría poder incluirlos todos pero nos hacemos al cargo sobre el volumen de textos que se podemos llegar a recibir.
9. Todos los trabajos recibirán acuse de recibo.
10. La participación supone la total aceptación de las normas.
11. El plazo de admisión comenzará desde la publicación de estas bases y finalizará el 1º de junio de 2016. (No se admitirán trabajos fuera del plazo indicado).

Ricardo Acevedo Esplugas
Carmen Rosa Signes Urrea
Directores de la Revista Digital Tiempos Oscuros


BASES DEL VIII CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA FANTÁSTICA miNatura 2016

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BASES DEL VIII CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA FANTÁSTICA miNatura 2016

La Revista Digital miNatura convoca el VIII Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2016

BASES DEL CERTAMEN
1. Podrán concursar todos los interesados, sin límite de edad, posean o no libros publicados dentro del género.
2. Los trabajos deberán presentarse en castellano. El tema del poema tendrá que ser afín a la literatura fantástica, la ciencia ficción o el terror.
3. Los originales tienen que enviarse a la siguiente dirección:  
4. Los trabajos deberán ir precedidos de la firma que incluirá los siguientes datos: seudónimo (que aparecerá publicado junto al poema para su evaluación), nombre completo, nacionalidad, edad, dirección postal (calle, número, código postal, ciudad, país), e-mail de contacto (importante su inclusión puesto que no queda reflejada en el correo recibido), y un breve currículum literario en caso de poseerlo (estos datos no serán publicados). A aquellos trabajos que lleguen sin seudónimo se les aplicará, como tal, el título del poema; en el caso de que éste falte se entenderá que el poema lleva por título el primer verso y así será reflejado.
5. Se aceptará un único poema por participante. La publicación del mismo en las horas posteriores al envío dentro del blog Certámenes Literarios miNatura (http://certamenesliterariosminatura.blogspot.com.es/) previa moderación,  hará las veces de acuse de recibo, porque la cuenta de correo dispuesta para el recibo de las mismas no ofrece la posibilidad de mantener correspondencia con los participantes.
6. Cualquier consulta sobre el certamen o el envío del poema deberá hacerse a la siguiente dirección de correo electrónico: revistadigitalminatura@gmail.com
Importante: la cuenta de correo dispuesta para el recibo de las participaciones no es un buzón de correo, sólo admite entradas, no ofrece la posibilidad de mantener correspondencia con los participantes, ni tan siquiera queda reflejada la dirección del remitente y no admite adjuntos.
7. Los poemas tendrán una extensión  mínima de 10 versos y un máximo de 50 en su totalidad. Deberán presentarse en tipografía Time New Roman puntaje 12, sin formatos añadidos de ningún tipo (justificación, interlineado, negrita, cursiva o subrayado, inclusión de imágenes, cuadros de texto, etc). De poseerlos éstos serán borrados para su inmediata publicación en el blog. (Para comprobar la extensión de los poemas se utilizará una plantilla de documento de Word tamaño de papel Din-A4 con tres centímetros de margen a cada lado, eso quiere decir que aquellos versos se sobrepasen una línea en dicho formato quedarán fuera de concurso pues se entenderá que exceden el número de versos máximo admitido a concurso).
8. Aquellos poemas que no cumplan con las bases no serán etiquetados como ADMITIDO A CONCURSO. Los poemas no etiquetados de esta forma dispondrán de una única oportunidad, dentro del plazo de recepción, para modificar su envío y que su texto pueda entrar a concurso (NOTA: se ruega a los participantes que revisen el blog del certamen en los dos días posteriores al envío para certificar la perfecta recepción del poema, de no encontrarlo escriban a la dirección indicada en el punto 6 de estas bases indicando título del poema y seudónimo).
9. Las obras, inéditas o no, no deben estar pendientes de valoración en ningún otro concurso.
10. En el asunto deberá indicarse: “VIII Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2016” (no se abrirán los trabajos recibidos con otro asunto).
11. La participación y los datos exigidos, deberán ir integrados en el cuerpo del mensaje que no debe quedar en ningún caso vacío. No se admiten adjuntos de ningún tipo.
12. Se otorgará un único primer premio por el jurado consistente en la publicación del poema ganador en nuestra revista digital más diploma. Así mismo se otorgarán las menciones que el jurado estime convenientes que serán igualmente publicadas en el número especial de la Revista Digital miNatura dedicado al certamen y obtendrán diploma acreditativo que será remitido vía e-mail en formato jpg.
13. El primer premio no podrá quedar desierto. Los trabajos presentado serán eliminados del blog una vez se haya hecho público el fallo del certamen y tan sólo quedarán en él aquellos poemas que resulten destacados en el mismo. En ningún supuesto los autores pierden los derechos de autor sobre sus obras.
14. El jurado estará integrado por miembros de nuestro equipo y reconocidos escritores del género. El fallo del jurado será inapelable y se dará a conocer el 27 de abril de 2016 y podrá ser consultado a partir de ese mismo día en nuestros blogs (Revista Digital miNatura, Asociación Cultural miNatura Soterrània y Certámenes literarios miNatura).
También será publicado en páginas afines y en el grupo Revista Digital miNatura en Facebook: (http://www.facebook.com/groups/126601580699605/).
15. La participación en el certamen supone la total aceptación de sus bases.
16. El plazo de admisión comenzará el 3 de enero y finalizará el domingo día 13 de marzo de 2016 a las 12 de la noche hora española.



Ricardo Acevedo E. y Carmen Rosa Signes
Asociación Cultural miNatura Soterrània
Directores de la Revista Digital miNatura


PINCHA AQUÍ SI DESEAS DESCARGARTE EN PDF LAS BASES DEL VIII CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA FANTÁSTICA miNatura 2016

Revista Digital miNatura 148 (Castellano e inglés)

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En 1994, la doctora Jill Ellsworth, especializada en el estudio de la Red, acuñó el término 'Internet invisible' para referirse a la información que no podían encontrar los buscadores más comunes por razones técnicas o simplemente por conveniencia.
La Deep Web ya no es lo que era, efectivamente sigue siendo la isla tortuga de aquellos que no desean salir a flote en los Navegadores comunes y es el rincón donde pululan las mayores perversiones y puedes desde contratar sicarios, comprar armas no rastreables o simplemente descubrí secretos de estado o grandes conspiraciones globales que ocultan listas de naves estelares y de ciertos asesores no humanos, según saco a la luz el hacker británico Gary McKinnon .
En 2000, un estudio de la consultora estadounidense BrightPlanet, elaborado por Michael Bergman, confirmaba y explicaba la existencia de una Red profunda, que tendría aproximadamente 7.500 terabytes (equivalente a 7.500 billones de bytes) de información frente a los 19 de la superficial o parte de la Red accesible mediante los buscadores convencionales.
Aquí nacieron los Creepypastas  que tanto obsesionan a una parte de la comunidad virtual. Un verdadero bestiario moderno para rellenar de criaturas toda esa tierra que desconocemos.

 Revista Digital miNatura Nº 148 Dossier Deep Web
La Revista de los Breve y lo Fantástico
Asociación Cultural miNatura Soterrània
 ISSN: 2340-977
 Directores: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
 Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
 Portada: S/ t / Ángel Legna (España)
 Contraportada: AI Queen / Rob Shields (EE.UU.)
 Diseño de portada: Carmen Rosa Signes Urrea
Las colaboraciones deben ser enviadas a: minaturacu@yahoo.es

 Sumario:
 01/ Portada: S/t  / Ángel Legna (España)
 02/ FrikiFrases
 03/ Editorial
 05/ Bases del VIII Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2016
 Entrevista:
 09/ Juan Miguel Aguilera: Nuestro hombre en Akasa-Puspa / Ricardo Acevedo E. (Cuba)
 18/ Póster: Confusión y semiinconsciencia / Carmen Urios (España)
 19/  Sumario
 19/ Miedo, Mentiras y Tinta China: Antisistema  / Evandro Rubert (Brasil)
 20/ Miedo, Mentiras y Tinta China: Cosas a olvidar  / Evandro Rubert (Brasil)
 21/  Miedo, Mentiras y Tinta China: Gastos de envío incluidos  / Evandro Rubert (Brasil)
 22/ Miedo, Mentiras y Tinta China: Navegando sin rumbo fijo  / Evandro Rubert (Brasil)
 Cuentos:
 23/ Proyecto Kollie “CЖЛ-5k” /  Tomás Pacheco Estrada (México)
 25/ Giro del destino / Pablo Martinez Burkett (Argentina)
 27/ Perdedor /  Carmen Rosa Signes Urrea (España)
 29/ Borges tenía razón /  Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 31/ El club de los accidentados /  Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
 33/ Laberinto /  Paula Isabel González (Cuba)
 34/ F1 / Paulo Brito (Portugal)
 35/  Cthulhu 5.0 / Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
 37/ La punta del iceberg /  Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 39/ El próximo avatar /  Morgan Vicconius Zariah —seud.— (República Dominicana)
 41/ El Gran Maestro / Mª Del Socorro Candelaria Zarate (México)
 43/ De Profundis / Francisco José Segovia Ramos (España)
 44/ Sociología terrestre /  Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 46/ La oscura comedia /  Odilius Vlak —seud.— (República Dominicana)
 48/ Usuario registrado /  Carmen Rosa Urrea Signes (España) / Patricio G. Bazán (Argentina)
 50/ The Walrus waltz / Malena Salazar Maciá (Cuba) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
 52/  La web profunda /  Daniel Antokoletz Huerta (Argentina)
 53/ Muerte en directo /  Diego Galán Ruíz (España)
 54/¡No Lo Hagas! / Ariel Carlos Delgado (Colombia)
 55/  Desvirtual / Carlos Enrique Saldivar (Perú) / Sergio Gaut Vel Hartman (Argentina)
 56/ Cosas que hacer cuando una IA huele sangre… / Leonardo Gala Echemendía (Cuba)
 58/ En lo profundo / José María Marcos (Argentina)
 60/ Criaturas de lo profundo / Patricia Mejías (Costa Rica)
 62/ Anécdota Tehom / Jack H. Vaughanf —seud.— (Argentina)
 64/ La perfecta invasión / Carlos Enrique Saldivar (Perú) / Sergio Gaut Vel Hartman (Argentina)
 65/ Divina Comedia / Marc Sabaté Clos (España)
 67/ Desde el otro lado / Carlos Enrique Saldivar (Perú)
 69/ En el pórtico / Amilcar Rodríguez Cal  (Cuba)
 70/ Phantom / Manuel Santamaría Barrios (España)
 72/ El peor espectáculo del mundo / Israel Santamaría Canales (España)
 74/ Web secreta / Ricardo Manzanaro (España)
 75/ El juego / Carmen Rosa Signes Urrea (España) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
 Cómic:
 77/ Dera / Carmen Urios (España)
 Artículos:
 82/ La bifurcación internet /  Mari Carmen Caballero Álvarez (España)
 93/¿Qué es la Deep Web? /  Tomás Pacheco Estrada (México)
 96/ La Biblioteca del Nostromo: Insólita realidad (Editorial: Torre de Papel); Penumbria.
 98/ Sobre los Escritores e Ilustradores
 107/ Sobre las Ilustraciones
 108/  Contraportada: IA Queen / Rob Shields (EE.UU.)

 Sobre las ilustraciones:
 Pág. 01 S/ t / Ángel Legna (España)
 Pág. 18 Confusión y semiinconsciencia  / Carmen Urios (España) 
 Pág. 19 Fear, Lies & China Ink: Antisystem / Evandro Rubert (Brasil) 
 Pág. 20 Fear, Lies & China Ink: Things to forget / Evandro Rubert (Brasil) 
 Pág. 21 Fear, Lies & China Ink: Expenses included / Evandro Rubert (Brasil) 
 Pág. 22 Fear, Lies & China Ink: Surfing aimlessly / Evandro Rubert (Brasill)
 Pág. 56 El pato (1738)  / Jacques de Vaucanson (Francia)
 Pág. 108 AI Queen / Rob Shields (EE.UU).

Y para el próximo número:
 PALEOCONTACTO
(Colaboraciones hasta el 1º de marzo)






In 1994, Dr. Jill Ellsworth, specializing in the study of Red, coined the term “Deep Web” to refer to information they could not find common search engines for technical reasons or simply for convenience.
The Deep Web is not what it was , indeed still the turtle island of those not wishing to stay afloat in the common browsers and is the corner where the greatest perversions abound and you from hiring gunmen, buy untraceable weapons or just discovered state secrets or large global conspiracies that hide lists of starships and certain nonhuman advisors, brought to light by the British hacker Gary McKinnon .
In 2000, a study by US consultancy BrightPlanet, prepared by Michael Bergman, explained and confirmed the existence of a deep network, which would have approximately 7,500 terabytes (equivalent to 7,500 trillion bytes) of information compared to 19 of the surface or part the Red accessible by conventional search engines.
Here were born Creepypastas   haunt both a part of the virtual community. A true modern bestiary of creatures to fill all the land we do not know.
I invite you to enjoy our 1st issue of 2016 in which we try to give a different look to the magazine we hope you like it.

 Revista digital miNatura 148 Dossier Deep Web
The magazine of the Brief & Fantastic
Asociación Cultural miNatura Soterranìa
 ISSN: 2340-977
 Directors: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
 Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
 Main cover: S/ t / Ángel Legna (Spain)
 Back cover: AI Queen / Rob Shields (USA)
 Cover design: Carmen Rosa Signes Urrea
Contributions should be sent to: minaturacu@yahoo.es

 Summary:
 01/ Cover: S/t / Ángel Legna (Spain)
 02/FrikiFrases
 03/ Editorial
 05/ Bases del VIII Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2016
 Interview:
 09/ Juan Miguel Aguilera: Our Man in Akasa-Puspa / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
 18/ Poster: Confusión y semiinconsciencia / Carmen Urios (Spain)
 19/ Summary
 19/ Fear, Lies & China Ink: Antisystem / Evandro Rubert (Brazil) 
 20/ Fear, Lies & China Ink: Things to forget / Evandro Rubert (Brazil) 
 21/ Fear, Lies & China Ink: Expenses included / Evandro Rubert (Brazil) 
 22/  Fear, Lies & China Ink: Surfing aimlessly / Evandro Rubert (Brazil) 
 Stories:
 23/ Kollie project "CЖЛ-5k" / Tomás Pacheco Estrada (Mexico)
 25/ Twist of fate / Pablo Martinez Burkett (Argentina)
 27/ Loser / Carmen Rosa Signes Urrea (Spain)
 29/ Borges was right / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 31/ The accidental ones’ club / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (Dominican Republic)
 33/ Labyrinth /  Paula Isabel González (Cuba)
 34/ F1 / Paulo Brito (Portugal)
 35/ Cthulhu 5.0 /  Salomé Guadalupe Ingelmo (Spain)
 37/ The top of the iceberg / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 38/ The next avatar / Morgan Vicconius Zariah —seud.— (Dominican Republic)
 40/ The Great Master / Mª Del Socorro Candelaria Zarate (Mexico)
 42/  De Profundis / Francisco José Segovia Ramos (Spain)
 43/ Land sociology / Jaime Magnan Alabarce (Chile)
 45/ The Dark Comedy / Odilius Vlak —seud.— (Dominican Republic)
 47/ Registered user / Carmen Rosa Urrea Signes (España) / Patricio G. Bazán (Argentina)
 49/ The Walrus waltz / Malena Salazar Maciá (Cuba) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
 51/ The deep web / Daniel Antokoletz Huerta (Argentina)
 52/ Loading / Paulo Brito (Portugal)
 54/ Death live / Diego Galán Ruíz (Spain)
 55/ The game / Carmen Rosa Signes Urrea (España) / Ricardo Acevedo Esplugas (Cuba)
 Comic:
 57/ Dera / Carmen Urios (España)
 Articles:
 62/  The internet fork / Mari Carmen Caballero Álvarez (Spain)
 72/ What is the Deep Web? / Tomás Pacheco Estrada (Mexico)
 75/  La Biblioteca del Nostromo: Insólita realidad (Editorial: Torre de Papel); Penumbria.
 77/ About the Writers and Illustrators
 82/ About illustrations
 83/ Back cover: IA Queen / Rob Shields (USA)

 About illustrations:
 Pag. 01 S/ t / Ángel Legna (Spain)
 Pag. 18 Confusión y semiinconsciencia  / Carmen Urios (Spain) 
 Pag. 19 Fear, Lies & China Ink: Antisystem / Evandro Rubert (Brazil) 
 Pag. 20 Fear, Lies & China Ink: Things to forget / Evandro Rubert (Brazil) 
 Pag. 21 Fear, Lies & China Ink: Expenses included / Evandro Rubert (Brazil) 
 Pag. 22 Fear, Lies & China Ink: Surfing aimlessly / Evandro Rubert (Brazil) 
 Pág. 56 The Duck (1738)  / Jacques de Vaucanson (France)
 Pag. 83 AI Queen / Rob Shields (USA).

For the next issue:
 PALEOCONTACT
(Deadline: March, 1º)


UN ENCUENTRO INESPERADO por María Tordera (España)

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Aparece publicado en el libro Nueve relatos y un cadáver exquisito (Generación Bibliocafé)


uis, joder, ¿cuándo aprenderás a no ser tan torpe? ¡Si llega a estar llena, me ensucias el traje!
—Lo siento.
Eduardo se agachó sin disimular su enfado: su taza de café estaba en el suelo, junto al plato y la cucharilla, pero sólo los vio por un instante. Su mirada se posó inmediatamente en unos zapatos de tacón que pasaban, con agilidad elegante y sofisticada, por su lado. Su vista no pudo hacer otra cosa que subir lentamente por aquellas piernas delgadas y redondas que terminaban en una minifalda, justo cuatro dedos por encima de la rodilla. Siguió la silueta femenina mientras se alejaba entre las mesas redondas y amplias. En aquel momento, ella dio un traspiés, y Eduardo se levantó como un felino, rápido y silencioso, llegando hasta la mujer incluso antes de que los de la mesa de al lado se dieran cuenta de que había caído.
—¿Me permite que la ayude?
Ella le sonrió y le dio la mano. El la ayudó a levantarse.
—Muchas gracias, debo haber resbalado —dijo mientras se alisaba la falda y quitaba las posibles manchas de polvo.
—Es fácil, incluso a estas horas, el suelo suele estar ya manchado. En las cafeterías, ya se sabe...
—Claro.
Ella seguía sonriendo, como si quisiera despedirse pero sin saber cómo. El sospechó algo e intentó retenerla.
—La invito a un café en la barra, para que se le pase el disgusto.
—¡Oh! Gracias, pero sus amigos le echarán de menos.
—No, en absoluto, están hablando de negocios y para eso, no me necesitan.
—No creo que sea así. Tiene usted aspecto de saber mucho de esas cosas.
—Vamos, no exagere —dijo mientras la invitaba a cogerse de su brazo y subía los escalones que les separaban de la barra —. Por cierto, yo diría que la conozco.
Eduardo pensó que aquella última frase había sido un truco demasiado vulgar y conocido para impresionarla. Pero fue ella la que lo sorprendió a él.
—Eso mismo estaba yo pensando. Yo diría que fue en la facultad. ¿No estudió con el profesor Robledo por casualidad? Hacia el año 1998… 1999, diría yo.
Eduardo se quedó de piedra.
—Sí. ¿Cómo lo sabe?
—Yo estaba en aquella clase. Por cierto, eran unas lecciones magníficas.
—¿Miriam? Miriam, la... —se calló de pronto, pensando haber metido la pata.
—Sí, puede usted decirlo. Miriam, la empollona, la feúcha, aunque de buen corazón, que dejaba siempre sus apuntes.
—Bueno, eso no es del todo cierto.
Ella sonrió alegremente.
—La verdad es que he cambiado mucho desde entonces. Usted no tanto, sigue pareciéndose mucho al joven que conocí. En realidad, debería haberte reconocido yo, Eduardo ¿Te importa que nos tuteemos?
—Por supuesto que no.
Eran las ocho de la mañana y la barra estaba atestada de gente que reclamaba su desayuno, pero los atendió enseguida un viejo camarero. Parecía conocer bien a Eduardo, como a un cliente habitual. Estuvieron hablando durante unos minutos, mientras tomaban el café. Al tiempo que conversaban, Eduardo miraba a hurtadillas las piernas de Miriam, sus medias negras y finas; su traje chaqueta marrón, discreto y elegante a un tiempo; su melena castaña, brillante y cuidada; sus ojos negros, vivos e inteligentes. ¿Dónde estaban aquellas viejas gafas? No salía de su asombro. Habían pasado casi quince años y Miriam estaba tan cambiada, para mejor sin duda, que casi no podía creerlo. Antes de despedirse de ella, le preguntó si podían verse de nuevo.
—Siempre tomo aquí mi café de la mañana  —contestó ella.
Eduardo volvió a su mesa pensativo y se sentó no sin antes dirigir una breve mirada hacia la barra, dónde Miriam ya charlaba con otra gente. Sus compañeros de mesa hablaban entre ellos de asuntos de la empresa.

—Trabaja para ti.
Fue Rafa, sentado a su lado, el que se lo dijo en voz baja, para que los demás no lo oyeran, con una mezcla de ironía y complicidad.
Eduardo se volvió hacia él, y lo miró confundido. Rafa jugaba con la cucharilla de café y sonreía.
—¿Hace tiempo que no bajas al laboratorio de biología molecular, verdad? —Le dijo con cierta sorna.

—Voy menos de lo que debería —contestó Eduardo con la mirada fija en él.
—La entrevisté hace unas semanas. Tu mismo firmaste el contrato. —Rafa lo miró directamente a los ojos, socarrón.
—Entonces tendré que ir a saludarla personalmente al laboratorio, como hago siempre que hay nuevos investigadores ¿no crees?  —Y Eduardo le devolvió a Rafa la mirada y la sonrisa llena de picaresca.
Ambos eran solteros, jóvenes, inteligentes y ricos. Coincidían también en los gustos exquisitos sobre ropa —siempre de marca— y sobre mujeres. Después de estudiar en diferentes facultades, y, tras un expediente brillante, los dos habían realizado sendas estancias de varios años en Estados Unidos, especializándose en biología molecular y genética. Allí se hicieron amigos... y se entendían bien desde entonces.

Eugenio se sentaba enfrente de Eduardo. La mano, en la que sostenía el cigarrillo, le temblaba y, con un movimiento brusco, lo apagó en el cenicero, aplastándolo con fuerza.
—Hablemos de una vez. La oferta es buena, creo que deberíamos vender. —Mientras lo decía, miraba a Julio en busca de apoyo. Este, más sereno, permaneció en silencio, pero hizo un gesto de asentimiento sin mirar a Eduardo.
—Podéis vender, si queréis, ¿quién os lo impide? —Eduardo recorrió la mesa con la mirada firme—. Pero yo no lo haré.
—Yo tampoco —apostilló Luis a las palabras de Eduardo.
Eduardo miró con agradecimiento a su hermano mayor. Cada vez se parecía más a su padre. Lo recordó, sentado en una silla grande y antigua, al sol, en el corral de la centenaria masía. El viejo agricultor enriquecido, casi analfabeto pero sabio en cuentas y astuto en negocios, lo observaba a él y a sus nuevas ideas traídas de América:
"—De acuerdo, te dejaré el dinero que necesitas para fundar la empresa que dices... Estudios...
—Estudios genéticos: ESGEN; padre.
—Cómo se llame. ESGEN suena bien, pero eso es lo de menos. Lo importante es que confío en ti. Sólo una condición: Luis será, después de ti, el máximo accionista, y juntos tendréis el control. A cambio —dijo dirigiéndose al mayor— tú apoyarás siempre a tu hermano.
—Sí, padre. —Fue la respuesta de Luis.
Luego, en un aparte con Eduardo, su padre, dándole una palmadita cariñosa en la cara, le hizo prometer que cuidaría siempre de su hermano mayor.
—Él no es tan inteligente como tú y no sabe protegerse de los lobos que andan por ahí con disfraz de cordero, pero si te preocupas por él, te será siempre fiel".
El tiempo le había dado la razón a su padre.

Eugenio dio un puñetazo en la mesa que devolvió a Eduardo al presente.
Western pharm ofrece mucho dinero. Opino que es el momento de vender. El EG..., el EG ese ha ido muy bien en el laboratorio pero los estudios clínicos en personas son muy caros ¿Cómo los financiaremos? Cojamos el dinero que nos dan y vivamos felices y ricos el resto de nuestra vida.
Eduardo reprimió una sonrisa. Eugenio ni siquiera sabía decir el nombre de su producto estrella: EG703. Pero siguió firme.
—Western pharm puede hacer una alianza con nosotros para eso, si tanto le interesa... Y si quieres vender, Eugenio, vende. Ya te lo he dicho. Vended los que queráis —dijo, dirigiéndose también a Rafa y a Julio—. Pero mientras Luis me apoye, yo no venderé.
—Y mientras Eduardo quiera seguir adelante, yo lo apoyaré —Ratificó Luis.
—Pero entre los dos tenéis el cincuenta y cinco por cien de las acciones —dijo Julio— y Western quiere el control total.
Eduardo hizo una pausa y miró a Julio reflexivamente.
—Una multinacional siempre quiere el control total, Julio. Pero conmigo, ya saben que eso no vale. He luchado mucho por esta empresa para ahora venderla. No sólo quería hacer dinero. Es mi negocio. Es mi vida. Si Western quiere participar, yo no me opongo, ya saben las condiciones. Si no, otro habrá que ayude, o pediremos un crédito al banco, o emitiremos bonos. Ya se verá. Pero yo no vendo.
Rafa, que había permanecido en silencio todo el rato, miró por la ventana. Había un sol radiante y en frente de ellos, con los cristales relucientes reflejando la luz, el pequeño pero flamante edificio coronado con letras amarillas que decían: ESGEN. Rafa sabía mejor que nadie, excepto Eduardo, lo que había allí dentro: el amplísimo panorama de posibilidades terapéuticas y diagnósticas de los genes que estaban descubriendo, y de las técnicas que estaban estudiando para llevarlos a través del organismo al lugar dónde eran necesarios, un camino que se abría ante ellos, como el mar Atlántico ante los hombres de Colón... Por eso comprendía muy bien la actitud de su amigo. Aunque, debía reconocer que le tentaba mucho la oferta de Western. Vivir feliz y rico el resto de su vida, sin preocuparse de nada.
—Creo que es hora de volver. —dijo Luis en tono conciliador.
Eduardo se levantó el primero de todos, no sin antes dirigir una mirada hacia la barra dónde estaba Miriam. Se prometió a sí mismo visitar aquella tarde el laboratorio.

Tres meses después, Eduardo estaba sentado en la silla de su despacho, meditando sobre los acontecimientos de la última semana. Miriam acababa de mudarse a vivir con él. De hecho, era ella la que había acabado aceptando su propuesta después de tomarse unos días para pensarlo. Eduardo no recordaba haber estado nunca tan enamorado de ninguna mujer.
Se encontraba como flotando en una nube cuando escuchó que llamaban a la puerta. Era Rafa.
—Pasa, ¿Qué noticias me traes?
Rafa lo puso  al tanto de las negociaciones secretas que él, junto a Eugenio y Julio, mantenía con la Western. Estaban dispuestos a pagarles mucho más de lo que valían las acciones con tal de que convencieran a Eduardo o a Luis, de vender.
—Por supuesto, todos saben que el auténtico problema eres tú.
—Hum. —Fue toda la respuesta de Eduardo.
—Eugenio y Julio van a por todas: no te fíes.
—¿Y tú? —le preguntó él—. También a ti te lo han ofrecido.
Rafa sonrió enigmáticamente:
—Eres mi amigo, Eduardo. Fui a las negociaciones por que tú me lo pediste, ¿recuerdas? Por eso te advierto: si no quieres vender, guárdate las espaldas.  
—Eso ya me lo has dicho otras veces. Te aseguro que he tomado mis precauciones.
Rafa lo miró fijamente durante unos segundos antes de continuar.
—Hay algo que no te he dicho nunca y no sé si debería…
—Adelante, suéltalo.
—Ya sé que no me harás caso, pero no deberías confiar tanto en Miriam: la has metido en tu casa.
Rafa movió la cabeza como reprobándolo.
—Fue idea mía, Rafa. Te aseguro que me costó convencerla.
—Eso es lo que quiere que creas —respondió él. Luego se volvió para salir del despacho. En el último instante, mientras agarraba el pomo de la puerta, dijo—: no me creas, si no quieres, pero hazme, al menos, un favor: mira su ficha, porque en serio, creo que es algo que nunca has hecho.
Eduardo se quedó boquiabierto. Era cierto: nunca había revisado la ficha de Miriam. Todos los empleados la tenían: datos personales, domicilio, trabajos anteriores, publicaciones en revistas científicas, recomendaciones... ¡Simples datos! ¿Qué más daría? El conocía a Miriam, la amaba, y con respecto al trabajo, no necesitaba mirar la ficha de ninguno de sus investigadores para saber como trabajaba o cuánto sabía. Le bastaba observarlos en el laboratorio y hablar con ellos. Miriam rozaba la perfección.
Sin embargo, por una vez, hizo caso a Rafa. Después de todo, le había demostrado su amistad repetidas veces. Y ahora estaba frente a esa ficha, dónde figuraba que antes de trabajar para él,  Miriam trabajaba para la Western. Quería pensar que era sólo la casualidad pero, por primera vez desde que había comenzado el acoso de la gran multinacional, Eduardo tuvo miedo.  Además, la simple posibilidad de que Miriam sólo estuviera con él por interés, le producía un dolor sencillamente insoportable.

Cuando decidió marcharse a casa, ya había anochecido hacía un buen rato. Por el reflejo en el pasillo, vio que la luz del despacho de Luis estaba encendida. “Se la habrá dejado, el muy despistado”, pensó. Se dirigió hacia allí. Llamó ligeramente a la puerta y entró. Luis estaba allí, sentado detrás de su mesa, frente a un ordenador portátil de última generación. Sonrió a su hermano y Eduardo sintió que se le aliviaba el peso que llevaba en el corazón. Nunca antes había sentido tanto la necesidad de su apoyo.
—Estoy practicando con el ordenador. Ese curso de informática al que me apuntaste es muy bueno.
—¿Ah, sí?
—Sí, desde luego. Debiste apuntarte tú también. Por cierto, y antes de que se me olvide: mi mujer quiere que vengáis a cenar tú y Miriam. Está deseando conocerla.
—Bueno. Ya iremos. —Mientras lo decía, una ráfaga de tristeza pasó por el rostro de Eduardo, y se dejó caer en el sillón, enfrente de Luis, con aire derrotado.
Luis lo miró largamente y cerró poco a poco su portátil.
—¿Qué te pasa?  —dijo en tono pausado, invitándole a la confidencia.
Eduardo le contó su reciente entrevista con Rafa, pero omitió lo relativo a Miriam. Luis lo miraba todo el rato, procurando no perderse ni el más mínimo detalle.
Se levantó de la mesa y anduvo lentamente, dando grandes zancadas con sus largas piernas.
—No me gusta lo que me cuentas —habló, por fin, Luis—. Intentaré averiguar por aquí cuanto pueda, preguntando a unos y a otros. Rafa tiene razón, no estaría de más que tuvieras cuidado. Eugenio y Julio son ambiciosos, sí y no creo que quieran hacerte daño pero…. No está de más que tomes tus precauciones.
Eduardo no sabría muy bien definir exactamente el trabajo de Luis en la compañía. No llevaba asuntos económicos y financieros, como Eugenio y Julio; tampoco la parte técnica y de personal, como Rafa y él. En realidad, no hacía nada importante: iba y venía cuando quería, jugaba al golf, disfrutaba frecuentemente de su abundante tiempo libre con la familia.
—Por cierto, ¿cómo le fue el partido a tu hijo, el mayor?
Luis sacó su orgullo de padre:
—Jugó muy bien, y hasta marcó un gol.
En realidad, Luis estaba allí, pensó Eduardo, porque él quería que estuviera. Se sentía más cómodo sintiéndolo cerca en la empresa, como antes cuando eran niños, en el colegio.
Luis volvió a sentarse en su silla y lo miró a los ojos. Tal vez percibió que no se lo había contado todo.
—¿Hay algo más, Eduardo, que te preocupe? Te noto muy serio, hoy. ¿Has discutido con Miriam? Esta semana te he visto tan feliz que, bueno, hoy no pareces el mismo.
Eduardo dudó un instante.
—No, no me pasa nada. Creo que sólo estoy cansado. Me voy a casa.
—Eso está bien. Deja que Miriam te cuide. —Sonrió Luis. Yo me voy a quedar un rato más. Ya sabes: peleando con la informática.

Eduardo entró en casa abrumado por sus pensamientos. Miriam ya había llegado; podía percibirlo en los detalles más sencillos: el perfume que solía usar, una rosa fresca y roja dejada sobre la mesilla del recibidor, el ruido lejano y monótono del agua de la ducha, y su ordenador, que siempre olvidaba encendido y abierto encima de la mesa del comedor.
"El ordenador... ¡claro!", pensó Eduardo, mientras se sentaba ante él. Miriam tardaría un buen rato en salir del cuarto de baño. Podía mirar en su correo y en sus archivos, sin temor a ser descubierto.
Movió el ratón y la imagen del salvapantallas –un grupo de delfines que nadaban suavemente- desapareció, sin pedirle ninguna contraseña de acceso. Lo primero que hizo  fue abrir el correo. Miriam parecía muy confiada: el programa tampoco le pidió la clave. Había muchos mensajes, repartidos en diversas carpetas. Pronto pudo ver Eduardo que Miriam mantenía correspondencia con toda clase de gente, pero especialmente con investigadores, sobre todo de la Western. Había tres nombres que se repetían con frecuencia, todos de la misma compañía. Pero cuando leía por encima los mensajes, a la espera de encontrar un hallazgo revelador, no aparecía nada interesante: noticias de familia, pequeños cotilleos... nada importante. Había eso sí, algunos archivos adjuntos; pero los únicos que pudo abrir eran simples fotografías de amigos o de niños. Para ver los otros archivos, el ordenador le preguntaba con que programa debía abrirlos, y por más que lo intentó con varios, ninguno funcionó. Muchos de ellos eran correos salientes que enviaba Miriam a sus compañeros de la Western, y Eduardo pensó que tal vez eran archivos de secuencias genómicas extraídas del ordenador central de ESGEN y enviadas desde el portátil de Miriam para no levantar sospechas. Por desgracia, no tenía los suficientes conocimientos informáticos para saber... Se maldijo a sí mismo, y le vino a la memoria el curso de informática al que había enviado a Luis. Estaba  pensando en ello cuando sintió un ruido a sus espaldas y se volvió. Era Miriam y lo estaba mirando, con una expresión de sorpresa y duda en su rostro.
—Estaba... estaba enviando un correo urgente. Perdona que haya utilizado tu ordenador, el mío me lo he dejado en la empresa.
Miriam se acercó a él. Tomó una silla y se sentó a su lado. Habló en un tono suave, que, sin embargo, contenía cierto disgusto.
—Eduardo, por favor, no mientas. Se te da mal. ¿Qué querías ver en mi correo?
Eduardo la miró. Llevaba puesto un albornoz blanco, y el pelo oscuro, húmedo y alegremente desordenado, le caía sobre los hombros. Todo su rostro reflejaba sensualidad: sus ojos, sus labios... Eduardo sintió deseos de besarla.
—Eduardo, estoy esperando tu respuesta —Insitió Miriam. El tono de su voz era suave, sin impaciencia.
El bajó los ojos.
—De acuerdo, estaba mirando tu correo —Hizo una pequeña pausa. Le costaba continuar—. Me dijo Rafa que antes trabajabas para la Western. Y, bueno, supongo que   sabrás, porque ya no es ningún secreto para nadie en la empresa, que la Western anda a la caza de ESGEN.
—¿Y piensas que estoy trabajando y espiando para ellos?
—Bueno, fue Rafa quien me sugirió que no me fiara de ti.
—Vamos, Eduardo, no es noble por tu parte echarle la culpa a otro. Eres tú quién me conoce, no él.
—Te conozco desde hace poco tiempo... y sí, desconfío, desconfío de todos porque tengo razones para hacerlo. Por ejemplo —contraatacó—, ¿por qué recibes y envías tantos correos a la Western, con datos adjuntos? ¿Cómo sé que no es información confidencial la que estás enviando?
—Leyendo esos datos con el programa adecuado. Si estuviéramos en la empresa te lo enseñaría. Son datos genómicos, sí, pero muy conocidos por todos. En cuanto a la gente de la Western... sí, tengo amigos allí, ¿y qué? No comparto información confidencial con ellos. Hablamos de nuestros trabajos, de amigos comunes, de nuestras familias... cómo además, habrás podido comprobar.
Había cierto tono de reproche en su voz. Eduardo se sintió un poco avergonzado.
—Sin embargo, debería decirte algo... —continuó Miriam, pero se detuvo, considerando si seguir  o no. Cuando sonó de nuevo, su voz parecía cascada—. Eduardo, te juro que no soy yo;  pero alguien, alguien de ESGEN está pasando datos importantes de nuestras investigaciones a la Western. Mis amigos conocen cosas sobre nuestro trabajo que no deberían saber.
La mirada de Eduardo fue fulminante.
—¿Quién, entonces?
—No lo sé. Sólo puedo decirte que no soy yo. Tal vez debería haberte advertido de mis sospechas antes, así ahora confiarías en mí.
Eduardo la miraba. Su corazón le decía que debía confiar en ella, pero ¿podía fiarse de su corazón? Su rostro parecía reflejar sinceridad y estaba más hermosa que nunca. Enredó los dedos de su mano entre el cabello mojado de ella y acercó su cabeza a la suya. Fijó la mirada en aquellos ojos oscuros que parecían acariciarle cada vez que lo miraban. Se dijo a sí mismo que su amor no podía ser mentira.
—Confío en ti —dijo. Y la besó lentamente al principio y luego con más fuerza. Ya no pensó en otra cosa que no fuera sumergirse en aquellos brazos, fundirse con aquella mujer a la que amaba tanto.
La noche fue terriblemente agitada. Llena de pesadillas. Eduardo soñó que alguien le perseguía y él corría desesperado. Cuando ya no podía más, un coche se detenía a su lado y era Miriam la que lo conducía, pero en lugar de sacarlo de allí, lo que hacía era apuntarle con una pistola.
Entonces se despertó. Estaba sudando. Aún era de noche, la luz de una farola cercana entraba por la ventana, que tenía la persiana alzada. Le pareció oír un ruido en la habitación y buscó a tientas a Miriam, quien debería estar a su lado. Pero en lugar de su cuerpo cálido no encontraba más que las sábanas vacías. Parpadeó, intentando acostumbrar sus ojos a la penumbra. Y entonces, lo vio todo. Miriam, al otro lado de la cama, estaba de pie. Sus manos empuñaban una pistola. Temblaban.
Pero la pistola no apuntaba hacia él, sino hacía el lugar dónde se suponía debía estar el armario. Eduardo miró hacia allí. Había un hombre  al que no podía distinguir bien, empuñando a su vez un arma hacia ella.
—¡Suéltala! —dijo una voz susurrante, que le resultaba conocida pero cuyo timbre no logró descifrar.
—No —respondió ella—. Suelta tú el arma, te estoy apuntando.
—Y yo a ti. O tal vez prefieras que lo apunte a él.
El hombre giró sus brazos y Eduardo pudo sentir cómo el cañón de su pistola se dirigía ahora hacia él. Entonces lo reconoció: era Rafa.
—No, a él, no. Tú ganas –dijo Miriam. Dejó caer la pistola y levantó las manos.
Rafa se acercó rápidamente, rodeó la cama y cogió la pistola. Luego se alejó un poco de ella, y la contempló en silencio. Miriam estaba totalmente indefensa, la luz de la farola que penetraba por la ventana y caía sobre ella acentuaba más esa impresión.
—¿Querías jugármela, eh? Creías que te saldrías con la tuya. Te contraté para que me ayudaras. Creí que eso había quedado bien claro, ¿no? Tenías que convencerle de que vendiera, y en lugar de eso... cuando te viste segura en tu trabajo, has pasado completamente de mí. ¿Tanto le quieres?
Miriam movió lentamente la cabeza, afirmativamente.
—Sí. Y nunca le convenceré para que haga lo que no quiere hacer. Te lo dije hace tiempo, Rafa. Te dije que no intentaría convencerle.
—Ya lo sé. Me traicionaste. En cuanto te viste apoyada por él.
—No. Eres tú el que ha traicionado a Eduardo. El que ha estado pasando información, ¿no? Debí adivinarlo. Nunca creí que tu ambición llegara tan lejos.
—Sabes demasiado. Voy a eliminarte, ¿sabes? Luego le haré creer que entré en su casa porque sospechaba de ti. Y que te vi apuntándole con su pistola. La compró porque yo se lo dije, ¿sabes? Yo le advertí de que corría peligro. Irónico ¿verdad?
Eduardo fingía dormir. Se dio cuenta de que debía hacer algo. Sin embargo, le iba a resultar difícil moverse sin llamar la atención de Rafa. En cuanto intentara quitarse las sábanas de encima, él lo oiría. En aquel momento, vio un perfil humano que se recortaba en el hueco de la puerta abierta de la habitación. Lo reconoció enseguida: era su hermano Luis. Rápidamente, comprendió lo que debía hacer. Se movió en la cama haciendo ruido y fingiendo que se despertaba. Eso atrajo inmediatamente la atención de Miriam y de Rafa. Éste último, de espaldas a la puerta, no se percató de lo que estaba ocurriendo. Antes de que se diera cuenta, el enorme corpachón de Luis le había caído encima, derribándolo contra el suelo y quitándole las armas.

La policía se llevó a Rafa después de interrogarlos a todos para saber qué había pasado.
—Entonces, explíquemelo ¿cómo es que no está forzada la puerta? —preguntaba el agente.
—Mi amigo, no sé si debería llamarlo así, tenía una llave. Le dejé el apartamento un fin de semana. El no me devolvió la llave y yo no se la pedí. Ya le he dicho que creía que era mi amigo. Confiaba en él.
—Y éste, ¿cómo la tenía? —Señalaba a Luis.
—Es mi hermano, agente.
—Ya. Pues menos mal que tenía la llave su hermano, también.
—Sí, señor.
Por fin se fueron, llevándose a Rafa con ellos. No le sirvió de nada acusar a Miriam. Tanto Eduardo como Luis aseguraron que había querido defender a Eduardo.
—¿Cómo lo supiste? –le preguntó Eduardo a Luis.
—Sospeché  en cuanto lo vi, esta noche, frente al ordenador, en el laboratorio, trabajando hasta tarde. No es frecuente que Rafa haga eso. Y había algo raro en su actitud, cuando le saludé, como si se hubiera visto sorprendido en algo incorrecto. Decidí seguirle cuando dijo que se iba a casa.
—Fue una suerte.
—Sí, lo sé. Bueno, tengo que irme. Adela ya me ha llamado dos veces.  —Miró en dirección a Miriam—. Cuidaros los dos. Mi mujer os espera a comer el domingo. No admito excusas. Cuando ella se enfada, es terrible.
Miriam lo miró, agradecida,  mientras lo veía desaparecer tras la puerta del ascensor.
—Tienes un gran hermano, Eduardo.
—Y una gran mujer —respondió él.
—Tú no sabes.

—Al contrario, lo sé todo –respondió, antes de comenzar a besarla.



Sobre la Autora:
Farmacéutica del Hospital La Fe de Valencia y miembro de Generación Bibliocafé desde su fundación. Ha participado en los siguientes libros colectivos de este grupo: Nueve relatos y un cadáver exquisito, Relatos a fuego lento, Una maleta llena de relatos, Sesión continua, Animales en su tinta, Último encuentro en Bibliocafé, Por amor al arte, 016: Relatos que se deben contar, 23 relatos sin fronteras, Cuentos encapsulados y Relatos en blanco y negro.
De su afición por la literatura han surgido algunos reconocimientos como ser finalista en el primer concurso de CIFICOM con el cuento «En la noria», publicado en 2015 en el libro «El abismo mecánico y otros relatos sobre inteligencia artificial» por Cápside Editorial; en el VI Concurso de Cuentos Falleros con «El falleret»,  publicado en «El Turista Fallero 2004»; en el concurso Cortos sin Filtro con «El backup», publicado en el ebook: «Relatos cortos: sin filtro» (2013), por Eautores.
En solitario ha publicado una novela infantil en  Amazon llamada «El cristal y la Perla» (Jam Ediciones, 2014).
También ha publicado en noviembre de 2015 el cuento «Volver a Vindraban» dentro de la antología de ciencia-ficción: «Antes de Akasa-Puspa» de Editorial Sportula, coordinada por Juan Miguel Aguilera.

Edén por Alexy Dumenigo Aguila (Cuba)

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Y la luna cesó de trepar hacia el cielo, y el trueno murió, y el rayo
 no tuvo ya luz, y las nubes se suspendieron  inmóviles, y las aguas
 bajaron a su nivel y se estacionaron, y los árboles dejaron de
balancearse,  y los nenúfares ya no suspiraron, y no se oyó más
el murmullo  que nacía de ellos,  ni la menor sombra de sonido
 en todo el vasto desierto ilimitado.
Silencio, Edgar Allan Poe


o estoy en el Leonora. Eso es lo único que puedo asegurar cuando veo frente a mí un cielo gris de nubes quietas, casi inmóviles. En mi espalda siento la presión de algunos guijarros de mayor tamaño a través del tejido ultrarresistente de la escafandra, que se adapta sin problemas a la alta presión y los ciento cuarenta bajo cero. Definitivamente, tampoco estoy en la Tierra.
Alrededor de mi cuerpo inerte crece un bosque. O algo parecido a un bosque. Esos árboles, si se miran con más cuidado, no son nada como los árboles de la Tierra sino que parecen gigantescos calamares emergiendo del suelo y tienden sus tentáculos hacia arriba como queriendo apresar el círculo de opaca luz que se desplaza por el cielo. Cada vez el círculo está más cercano a desaparecer tras el macizo de montañas que se dibuja a mis pies y yo sigo aquí, sin poder mover más que la cabeza y levemente las manos, sin poder levantarme del suelo pedregoso mientras que el bosque se agita. Sí, no solamente se mueven las ramas-tentáculo en su danza incomprensible, sino que la maleza gris también se balancea y esas flores como bocas sonrientes oscilan sin parar. Se acercan y se alejan de mi estrecho campo de visión para ofrecerme el espectáculo de su extrema palidez. Pero no hay viento.
El roce entre las hojas llenas de espinas, el sordo crujir de los troncos negros que se mecen, los guijarros que presiono bajo las palmas de mis manos, todo eso llega a mí a través del audio-receptor y los sonidos rebotan dentro del casco, dándole a mi situación cierto aire de irrealidad. ¿O seré yo? No me siento bien, todo esto parece un sueño y no recuerdo nada. No sé dónde estoy ni como llegué... Ese ruido, esos motores. ¿Será el Leonora? Tiene que ser. Reúno fuerzas, me volteo, apoyo las manos tomando impulso. Una rodilla, luego un pie, consigo erguirme y por un segundo lo veo, justo antes de que mis piernas fallen y caigo de bruces.
Vaya golpe. Las sienes latiendo desaforadamente. Solo veo piedras y tierra. El cristal del casco lleno de arañazos por fuera, y por dentro salpicado con gotas de la sangre que sale por mi nariz, y se mezcla con sudor y con lágrimas. Ahora lo recuerdo. La razón por la que estoy aquí y el destino que me espera, y tengo miedo.
Fue en el momento de alzarme por encima de la maleza, casi tan alta como un hombre, cuando vi al Leonora. Allá, siguiendo la brecha entre árboles y plantas espinosas, después de pasar un estrecho aunque turbulento río de aguas negras como alquitrán, estaba mi nave. Lenta pero inexorablemente se despegaba del suelo y se alejaba por encima de las montañas que rodean este valle. Quiero levantarme otra vez. Gritar. No puedo. ¡El intercomunicador! Y entonces, ¿qué les diré? Que habla su capitán, que no despeguen porque falta su capitán. Ellos lo saben. No, ahora lo recuerdo todo y sé lo que está pasando. Comunicar con ellos serviría solo para aumentar su placer. Les daría una oportunidad para vanagloriarse por lo que han hecho.
Finalmente puedo sentarme. Eso no es tan difícil ni me causa mareos. Solo tengo que echar la cabeza hacia atrás hasta que el sangramiento se detenga. Y pensar,... pensar con calma. Lo demás no tiene remedio y de cierta forma sabía que iba a ocurrir.
Es como si la presión en mi cerebro, al atenuarse, fuera liberando los recuerdos. Pero no es solo eso. Los sensores de la escafandra marcan junto a las condiciones del ambiente y las reservas de oxígeno y energía, datos muy interesantes sobre mi estado metabólico. Una potente droga todavía circula por mis venas y su concentración aún es efectiva. Hijos de puta. Sabía que tramaban algo desde el incidente en Tanos. Lo notaba en el odio mal disimulado que se filtraba por sus ojos, los cuchicheos en los corredores y sobre todo en la obediencia total, pero fría. En la academia para oficiales siempre lo dicen: nunca un soldado es más obediente que cuando planea traicionar. Nadie cuestionó mis órdenes en los últimos días, así que decidí andar con sumo cuidado. Pero bajé la guardia. Tampoco es que pudiera rechazar aquel trago, brindar junto a la tripulación y los científicos por el próximo regreso. Aquello sería empeorar las cosas, pensé. La tensión pesaba en la atmósfera del Leonora y olía a motín.
A medida que la droga abandona mi cuerpo, el bosque se hace más real, los sonidos más claros. Ya puedo sentir como fluye el río negro a pocos pasos de aquí. Ahora es el valle en toda su extensión el que ejecuta la sinfonía de inexplicables movimientos. No hay viento, las nubes apenas si se mueven. Y en medio de todo esto empieza a atardecer.
Despacio para no caer, voy enderezándome hasta conseguir una visión más completa del paisaje y de mi situación en general. Antes no, pero ahora sé dónde estoy. Atmósfera de metano e hidrógeno en su mayor parte, vegetación exuberante, sin vida animal registrada. Si le agregamos la presión atmosférica y temperatura, entonces no hay duda posible: estoy en Edén.
Sí, tiene lógica. Días atrás nos ordenaron pasar por Edén antes de regresar a casa. Las escalas en este planeta nunca se extienden demasiado a causa del satélite natural que lo orbita. Una luna de metal extraño, capaz de generar corrientes electromagnéticas de alta potencia en la atmósfera de Edén. Los exploradores le temen a esta luna roja que bautizaron como Sangre, y que puede convertir al planeta en una trampa sin salida para las naves. Cualquier dispositivo eléctrico se dañaría demasiado para servir de algo en la noche que tarda cuarenta y seis horas terrestres en esta región, próxima al Ecuador si es correcta mi estimación con respecto al norte magnético indicado por la brújula y la posición del sol.
Ah, el sol. Empieza a hundirse en el horizonte, llenando la atmósfera turbia con su tinte dorado. También las flores-boca han cambiado su color absorbiendo los últimos rayos, y hasta creo que se balancean más rápido. Más rápido voy sin percatarme, en dirección al sol y casi echo a correr. No sé por qué. Creo que es miedo a la noche roja. No quiero morir aquí, en este planeta extraño. No quiero morir.
No. Tengo que calmarme.
Seguir caminando, pero con paso más calmado y haciendo resonar las piedras bajo mis botas. Esa es mi terapia. Escuchar el rumor de los matorrales, de los árboles, del valle. ¿Cuáles son mis opciones? Me queda oxígeno y líquido en la escafandra para dos ciclos rotacionales. Unas ciento cuarenta y seis horas terrestres. Basta con usar mi entrenamiento y reducir el consumo hasta el límite. Hay cuatro inyecciones de nutrientes en mi cinturón. ¡Muy considerado de su parte, muchachos!
Es lo que ellos llamarían verdadera justicia. No me dejaron completamente desvalido, pero tampoco me dieron ninguna ventaja. Cuento con el equipamiento y las reservas reglamentarias de cualquier explorador en un planeta con las condiciones de Edén. Hasta me dejaron el rifle sónico, que es el único rifle de asalto autorizado para las expediciones en atmósfera de hidrógeno y metano, y la cuchilla de nanofilamentos. No quieren que muera, ese no es exactamente el propósito que persigue todo esto. Ojo por ojo. No tengo más probabilidades de sobrevivir que aquel muchacho, que según ellos abandoné a su suerte, pero tampoco tengo menos probabilidades. Todo depende de mis habilidades y de las sorpresas que pueda depararme este condenado planeta. Jardín sin color, tanta vida y a la vez tanta muerte. Pero yo voy a salir de aquí, lo juro.
El Leonoradebe reportarse muy pronto a la estación. Ellos fingirán estar devastados por la pérdida de su capitán, sobre todo ese hipócrita, ese rastrero jefe del equipo científico. Entonces harán el relato de mi desaparición misteriosa o dirán que caí en uno de esos ríos negros y que la corriente arrastró mi cuerpo. Pero ahí fallan, no soy un simple explorador, soy un oficial, un oficial valioso, con futuro. Se formará una comisión. Vendrán a Edén enseguida, al lugar exacto registrado por la bitácora del Leonoray yo estaré allí. Lo juro. Ellos van a pagar por esta insubordinación.
O tal vez no. Pruebas no tengo, solo mi palabra y ya se han visto casos. Oficiales que se pierden en un planeta desconocido durante exploraciones y el protocolo establece un límite de tiempo para la búsqueda, así que la nave se marcha, y cuando regresan el oficial los acusa por negligencia, cobardía, a veces motín, pero nada ocurre. Dirán que estoy en shock. Ya en este momento no deben quedar rastros de la droga en mi sangre, no habrá pruebas de eso tampoco. El jefe de científicos será el primero en abrazarme entonces, luego vendrán otros corriendo, pero la mayoría de la tripulación se quedará atrás, en silencio, mientras los médicos de la comisión realizan el chequeo y los investigadores sonríen satisfechos de sí mismos y de su trabajo. Luego, en el viaje, me llamará aparte el jefe de científicos y me hará la pregunta. ¿Cómo es la noche de Edén? No, no son solo elucubraciones mías, conozco a ese hijo de puta, querrá saber. Ningún hombre ha conocido la noche de Edén. Quién sabe, me dijo una vez en el laboratorio de a bordo, quizás la fauna de Edén es nocturna.
Quizás. Si en algo coincido con los hombres de ciencia es en eso. Involuntariamente estoy mirando las hojas espinosas, las flores-boca que empiezan a rociarlo todo con un polvillo gris. Es ilógico pensar que las bacterias metanógenas evolucionaron solamente hacia formas vegetales en un planeta como este, con una historia biológica tan extensa. Tiene que haber fauna. Al menos algún tipo de polinizador, algún herbívoro, quizás algún depredador.
En expediciones anteriores, un análisis del lodo que reposa bajo las piedras, aún viscoso en la mañana, dio positivo para materia orgánica y buena parte de esa materia no se correspondía con la estructura genética que se observa en las plantas del planeta. Sabemos que la vegetación aquí se descompone a gran velocidad cuando muere. Podría entonces ocurrir lo mismo con los animales, en caso de existir. Nadie lo puede afirmar con certeza. Nadie lo ha visto y puede que yo sea el primero.
Perdóneme, señor jefe de científicos, si no salto de alegría.

Las flores-boca se han vuelto negras igual que todo. La noche acaba de cerrarse sobre el valle como una lápida, y yo no he hecho más que buscar un terreno abierto en medio de la vegetación. Y lo encontré. Aquí las piedras son enormes y forman un túmulo, elevándose por encima de la multitud de flores-boca. Voy a subir al túmulo y esperar. Observar. No hay otra opción si los árboles de Edén no tienen ramas fuertes como para armar una tienda. Solo queda esperar.
Un matiz rojizo ha empezado a cubrir un extremo del horizonte y casi no lo noté. Es mejor que tome precauciones. Le saco las baterías al rifle sónico y  despliego los nanofilamentos de mi cuchilla hasta formar una hoja larga y ancha como un machete. Luego interrumpo el flujo eléctrico y la dejo a mi lado. Desconecto el sistema inteligente de la escafandra y los sensores se apagan, desaparecen los indicadores en el cristal de mi casco, los hologramas interactivos. Se apaga el audio-receptor y el valle entero enmudece de pronto. Nunca pensé en el audio receptor y en cuánto lo necesitaba. Es algo terrible el silencio. Ahora no soy más que un hombre aislado en su traje hermético, en un mundo desconocido, y puedo verlo todo, pero todo es silencio. Sangre empieza a escalar el firmamento. Va entre las nubes, sinuosa y amenazante. Es enorme y roja. Siento frío y un cosquilleo en la boca del estómago cuando la miro.
Veo las flores-boca adquirir una tonalidad sanguinolenta, como las fauces de algún animal salvaje.  Se agitan con más y más fuerza. Allá en lo alto, las ramas tentáculo también se mueven. Imagino que ver y oír algo así debe ser escalofriante, pero por alguna razón esta escena resulta, en su mutismo, mucho más desagradable. Me inquieta saber que ahora mismo pueden avanzar por entre la maleza criaturas inimaginables, haciendo crujir los guijarros o desperdigándolos al arrastrarse como serpientes o con una multitud de patas inquietas y alargadas que en algún punto se conectan a un cuerpo achaparrado, repulsivo como el de una araña. Malditas arañas, odio a las arañas... No, no es eso,... o puede ser cualquier cosa. ¿Puedo estar seguro de algo en este silencio que me duele en los oídos? Pueden estar ahí bajo el túmulo, o más adelante,... detrás.
Esto no puede seguir así o me volveré loco. Tengo miedo, lo admito, pero hay que controlarlo. Respirar más lento, más suave. No puedo desperdiciar oxígeno por culpa del miedo.
El miedo. Siempre estuvo aquí. No en Edén, digo aquí, dentro de mí. Yo quería ser un buen oficial y me esforcé, pero vino aquella expedición en Tanos y todo se salió de control antes de que pudiera darme cuenta. ¿Qué iba a hacer si tenía miedo? Claro que nunca lo admití. Dije muchas cosas, bellas cosas sobre el deber y lo que un líder tiene que hacer en situaciones como esa, hablé de las decisiones difíciles que había que tomar... Pero la verdad es que tenía miedo. Igual que ahora. Yo abandoné al muchacho, un buen chico. Solo tenía que sacrificar un par de horas en aquella caverna y quizás lo hubiéramos encontrado o quizás no, pero entonces habrían culpado a la caverna, a los terremotos, a la suerte, al Destino, no sé. Pero empezaron a temblar  las paredes y se desprendieron algunas rocas y sentí miedo. No era tan grave, hubiéramos podido seguir, ahora lo sé pero entonces estaba aterrado. No pensaba en cuántos de ellos podrían morir tratando de salvar a un solo hombre. Pensaba en mí, en mi muerte, lo que viene después, la nada, el silencio. Odio el silencio.
Desde aquí, desde el túmulo, el valle se ha convertido en algo extraño bajo la roja luz. Sangre ha emergido por completo y puedo apreciarla en todo su esplendor. Es un perfecto círculo carmesí con cráteres y mares como la Luna de mi infancia, pero cinco veces más grande, y aterradora. El bosque entero se agita y se retuerce como celebrando su presencia y al fin tengo una visión abrumadora de la vida nocturna en Edén.
Bajaron de las montañas y, pasando por encima del bosque, unos puntos han comenzado a crecer. Los contornos se van definiendo. Aleteos. Sacudidas. Se posan en las flores-boca y se unen a ellas. Solo entonces las flores-boca dejan de moverse  y luego se desprenden las criaturas, batiendo el aire con varios juegos de alas membranosas hasta posarse encima de otras flores-boca, ahora más cerca del túmulo y sumergen una protuberancia brillante, similar a una cabeza con trompa, en la cavidad que se cierra sobre ella suavemente, como en un beso.
Me quedo inmóvil. En parte para no ahuyentar a los seres voladores, en parte para que ninguna criatura note mi presencia. Acurrucado entre dos rocas de gran tamaño imagino los chillidos que llenan el aire. No importa que tan extraños, o si no emiten ningún sonido salvo el aleteo. Preferiría poder escuchar.
Algo más se está moviendo por el bosque. Estoy seguro. La forma en que se doblan los tallos y las flores-boca está cambiando en algunos lugares. Algo salta de su escondite hacia la roja claridad de la noche, no muy lejos de  donde estoy y se lanza a correr en dirección al túmulo en un torbellino de patas largas y delgadas, de muchas articulaciones. Salto hacia atrás aferrando la cuchilla y pierdo el equilibrio mientras lo veo pasar sin que note mi presencia. Todo fue rápido y antes de darme cuenta voy rodando hasta la base del túmulo. Aún sostengo la cuchilla en una posición segura, el cuerpo rígido y reprimiendo un quejido. La criatura se  acerca a un árbol-calamar y trepa ágilmente, pero se detiene antes de llegar a los tentáculos.
Aúllo de dolor. Grito. De pronto se me hace placentero escuchar algo, aunque sea mi propia voz.
—Asqueroso planeta. Jajá. ¡Y llamarlo Edén!
Debo parecer un loco. Pero no hay nadie aquí para hacérmelo notar. Puedo saborear mi miedo. Canto, río, lloro. Camino sin rumbo: de frente, hacia atrás, a los lados.
Toqué algo con el pié.
Ah, otra de esas criaturas zancudas que se aleja veloz. Me tiene miedo. Eso es bueno, así me siento menos cobarde.
— ¿Qué coño miras?
Tiene muchos ojos y cada uno brilla como nervioso. Las patas encogidas, se pliega sobre sí misma la criatura, pero no es a mí a quien mira. Busca algo entre las hojas espinosas, cerca del suelo.
—Parece, parece,...—repito. Siento un placer incalculable en oír el timbre de mi voz. ¿Estaré enloqueciendo?— parece que hay algo ahí. ¿Verdad?
Me acerco. El zancudo se mueve lentamente hacia los espinos, muy despacio, como si estuviera librando una lucha interna, como indeciso. Me acerco aún más. El zancudo advierte mi presencia, se estremece el grotesco cuerpo y sale disparado hacia el tronco de un árbol-calamar.
—Maldito cobarde. Eso eres. — le grito pero no responde y miro hacia los matorrales.
—Deberías revisar.
Una voz me aconseja. No es mi voz. Entonces, ¿por qué la escucho? ¿Regresaron por mí?
—Sí, vinimos a buscarte. El Leonora está esperando.
Creo que es él. Ese hijo de puta. El jefe de científicos.
— ¿Dónde está?
—Por aquí, ven. —dice. Reconozco la silueta alta y delgada que me saluda desde la maleza inquieta y no sé si abrazarlo o cortarlo en pedazos con la cuchilla de nanofilamentos. Ya me abro camino, lanzando tajos y mutilando los tallos y hojas. Las flores-boca se ríen de mí. Se oyen las carcajadas como saliendo del fondo de una cueva. El suelo no se mantiene quieto bajo mis pies, tiembla y salta mezclándose con el cielo y ya no estoy seguro donde empieza uno y el otro acaba.
— ¡Cobarde!—gritan las flores-boca y de un golpe de cuchilla saltan varias. Pero es inútil, por cada una que se corta más bocas aparecen. Son demasiadas.
Nada de esto tiene sentido. No puede ser real.
Tengo que permanecer en calma.
— ¡Cobarde!— aúllan las bocas y sus labios se tuercen como señal de desprecio. Esto no puedo soportarlo. ¡Insubordinación! ¿Qué tipo de capitán soy si mi tripulación me insulta en mi cara?
Soy un torbellino lanzando cuchilladas a las sombras de  ojos blancos que resaltan en el fondo rojo de la noche. Un coro de risas. El corazón me quiere estallar de tanta furia. La cuchilla termina resbalando de mis dedos engarrotados y no puedo levantar los brazos.
No puedo más.
Será el cansancio, pero estoy viendo todo muy diferente ahora. El círculo de ojos blancos continúa alrededor mío pero no encajan en ninguna silueta de hombre sino que salen de la tierra.
— ¡Cobarde!
Es cierto, soy un cobarde. Trato de caminar pero no puedo. Debe ser el terror.
O tal vez esa lengua oscura que se me pega al cuerpo, se me enrosca en las piernas y sube por el torso hasta envolverme completo. Y esa boca descomunal abriéndose bajo mis pies. Entonces el silencio regresa de golpe y, de cierto modo, ya no es tan desagradable.


Sobre el autor:
Alexy Dumenigo Águila (Placetas, Villa Clara, 1991). Ingeniero en Ciencias Informáticas. Es egresado del XVI Curso de Técnicas Narrativas del Centro “Onelio Jorge Cardoso” y miembro del taller literario “Espacio Abierto”. Ganó el V Concurso Oscar Hurtado en la categoría de cuento fantástico y obtuvo mención en el Concurso Mabuya 2013. En 2014 resultó ganador del Premio Mabuya, mención en la categoría de cuento de CF del VI Concurso Oscar Hurtado y finalista de los concursos de minicuento El Cuentero y Papeles de la Mancuspia. Ganador del XIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2015.


Chunga Maya, Terror de Las Antillas por Alejandro Martín Rojas Medina (Cuba)

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Acabó la tragedia, hundida como tanta en los abismos del océano que las guarda todas celosamente.
Moby Dick, Herman Melville.

Una cosa es estar jodido y otra es saberlo.
Yoss

lámenla sólo Ana, si no les importa, y no Anita la Carnada, como sus compañeros de tripulación.
Trata de mirar al cielo, aunque el sol le castiga la vista. La cabeza le late por el calor, pero su guardia no termina hasta el anochecer. Se acomoda la enmarañada cabellera quemada por la sal y sus falsas gafas de sol de marca. Se humedece el gaznate con un sorbo de orina reciclada de una semana atrás y suspira.
El Capitán Mayito asumirá la guardia nocturna. Está medio ciego, pero sus oídos mantienen la agudeza del radar.
Membrillo, el cocinero, se retuerce de miedo en el interior del bote. Su alergia al agua salada se ha acentuado.
Sólo quedan ellos tres. El resto fue devorado por el mar durante el primer encuentro con Chunga Maya.
La imagen de Panchito, el joven asistente de maquinaria, le golpea la mente por sorpresa. Se oprime los párpados para contener el llanto.
Pobre muchacho, tan alegre e impetuoso. El hermano que nunca tuvo. Pero qué clase de hermana fue ella. Dejó que esa puta aberración se lo tragara.
Vuelve a suspirar. Tiene que controlarse; ya ha dedicado noches enteras a llorar en secreto por él. Ahora, en su guardia, no es el mejor momento.
Intenta pensar de manera positiva, pero no lo consigue. ¿Quién lo haría?
Clava la mirada en el apacible mar que le recuerda lo estúpida que fue. ¿Cómo pudo terminar embarcada en el yate “Cherna Tuerta”? se vuelve a preguntar, una y otra vez, para entretenerse.
Otro error suyo, como muchos otros. Como pensar que en su país o en el exterior sólo podría tener futuro alquilando su cuerpo para sobrevivir. Y el miedo a que si trabajaba como otros podría verse infectada por el SFLH; a pesar de que las autoridades no dejaran de anunciar la eliminación de raíz del brote psicótico.
Además, siempre está su condición de fugitiva por los cargos de sacrificio de pescado mayor.
Sólo puede obtener fama por hacer una locura en el océano. La misma que bombea a golpes el corazón de su capitán. Desangrar al Terror de las Antillas, que nada de manera tranquila alrededor del archipiélago.
Como si lo llamara con su mente, el Capitán sale de su camarote y recorre cubierta.
El hombre es alto e imponente, como un mascarón maltratado por el salitre. El sol centellea en su calva de bronce, pero se apaga en su sucio gabán de piel muerta. La falta de sueño y la congoja de las cicatrices que cubren su rostro lo insensibilizan a las caricias del viento.
Mayito cojea, pero cada paso suyo advierte su presencia en toda la embarcación. Se dirige hacia ella, aferrando bajo su brazo derecho un largo y estrecho bulto cubierto de cuero sintético.
Sus garras biónicas le palpan el hombro y la cabeza con cariño. Le tiende una botella de ron.
Ana, conociendo la ya escasa provisión de alcohol que queda en la bodega, la sabe un estímulo por cuidar su pellejo del mar. Por eso acepta. Decide esta noche noquear su cerebro con ella.
Mayito asiente con una sonrisa estúpida de excitación; desafía al océano con la mirada y lo escupe.
  Al principio, desconfiaba de las intenciones del capitán cuando la dejó embarcar en el “Cherna Tuerta”. Nadie en aquel mundo era tan bondadoso sin un interés corroyéndole las entrañas; y mucho menos en un lugar donde una mujer representaba un peligro hasta para sí misma.
Pero el capitán al momento le despejó sus dudas:
―No me interesa tener una putica escuálida como tú a bordo. Te dejo embarcar por la candela que muestran tus ojos, muchacha. La misma que arde dentro de mí; que nos impulsa con rabia a arrebatar lo que queramos de este asqueroso mundo o consumirnos en ella. Eso vale más para mí que la partida de rémoras humanas que sólo le suman lastre a mi bote.
  Luego hizo una pausa y añadió: ―¡Por mucho que ande por el río, la mierda siempre va a morir al mar! ¡Hoy es el día en que, con la bendición de Olokum, destriparemos a esa maldita rata escamosa de agua salada! ― sentenció con una sonora carcajada.
  La joven asintió, y por costumbre, al tocar un punto de su oreja, activó su wikimemoria pirateada y en su mente comenzó reaparecer, palabra por palabra, la emocionante historia que el viejo Perro de Río le contara.

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Mario Pérez Guzmán nació poco después de que la crisis de SFLH (Stress de Frustración Laboral Homicida) le calcinara el cerebro a su padre René.
Ladilda, su madre, se lo llevó a los campos para que creciera lejos de la enfermedad y los otros males de la ciudad. Pero, aparte de crecer fuerte y sano, el cuerpo del muchacho parecía generar de manera constante tal cantidad de adrenalina que imposibilitaba su adaptación a la apacible vida del campo: desde pequeño ya le fascinaban cualquier tipo de desafío, la emoción que provocaba la caza y el manejo de cualquier arma blanca.
Lo que, entre otras locuras, lo llevó en la adolescencia a su entusiasta enrolamiento en la Brigada de Chapeo de marabú radiactivo “Guillermón Moncada”. tras el escape accidental de la segunda Electronuclear de Cienfuegos.
Por aquellos mismos días, y en la estación de alevinaje de Paso Malo, Granma, se logró el último cruzamiento entre las especies de pez gato o clarias batrachus de Tailandia y Malasia.
La nueva variedad híbrida de bagre, conocida como Clarias Omega, se crió en un río en lugar de una presa, y desde allí se diseminó como plaga. Abarcando muy pronto, desde la desembocadura de los ríos Cuyaguateje en Pinar del Río, y Quibú en La Habana, hasta el Itabo de Ciego de Ávila.
El escándalo fue incluso peor que el de pocos años antes por la introducción de la versión genéticamente modificada de Huron Galgo, con el objetivo de erradicar la plaga de ratas, que afectaban los cultivos de caña de azúcar.
Pero el super roedor transgénico se apareó con ejemplares mutantes de ratas locales y de esta unión nació un engendro mucho más agresivo y grande, que depredando al ganado de toda clase, rápidamente superó con creces los estragos causados por su supuesta presa.
En cuanto al nuevo pez híbrido, mostraba ante todo una increíble vitalidad: era capaz de devorar prácticamente cualquier materia orgánica y encima digerirla. Además de poder reptar fuera del agua varios cientos de metros, avanzando sobre sus hipertrofiadas aletas pectorales y gracias al movimiento ondulante de su cuerpo.
La nueva claria sería una plaga que despoblaba todo curso de agua… pero si se llevaban a tierra y crecían allí, aliméntandose sólo de hierba, su carne también tenía un excelente sabor. Esto, junto con su altísima tasa de crecimiento, pues llegó a haber ejemplares de apenas seis meses de nacidas que ya pesaban 350 kg, determinó su pronta sustitución del ya casi del todo extinto ganado vacuno y su confirmación como eslabón fundamental de la industria alimenticia del país.
Incluso se descubrió que especímenes criados en cautiverio, y con el debido entrenamiento, podían asumir el transporte de pesadas cargas.
 La ley las protegía, entonces… pero sólo bajo ciertas circunstancias.
Sí; si matabas a una en tierra, eras sentenciado a veinte años de trabajos forzados en los cultivos de Moringa Transgénica, por el delito de Sacrificio de Pescado Mayor.
Pero si lo hacías en el medio acuático era considerado un valioso aporte al bien común. Porque las clarias que no sólo nacían, sino que permanecían más tiempo en los ríos se volvían muy agresivas y provocaban grandes estragos.
Además de alcanzar tamaños realmente descomunales, cosa que nadie pudo nunca prever.
No es raro que Mayito, el amante de los riesgos, fuese uno de los primeros que se dedicaron por cuenta propia a la captura de aquellos leviatanes de río.
Pero no en balde la profesión de Pescador de Claria de Río era una de las mejor cotizadas en el país; también resultaba la ideal para los aspirantes a suicidas.
No era fácil matar a uno de aquellos monstruos: su crecimiento anormal hacía engrosar sus escamas, que también se endurecían hasta el punto de poder resistir el impacto de balas de poco calibre.
Por otro lado, ni soñar con envenenar a organismos tan fuertes que comían cualquier cosa… y si los forzaban a salir del agua, sólo empeoraba la situación: los destrozos que una podía causar tratando de regresar a su elemento solían ser inmensos.
Así que pronto surgió un método “perfecto” para su captura: el pescador se dejaba tragar por el cachalote de agua dulce y lo desgarraba por dentro partiendo del estómago, matándolo por la masiva hemorragia, y sin grandes daños a su carne. Además de nervios de acero, dicho procedimiento requería un buen motomachete bien afilado y, por supuesto, una escafandra especial: de fibra de carbono y por lo general reforzada justo con las escamas blindadas típicas de la misma especie que ayudaba a matar.
Los pescadores más expertos tenían las mejores escafandras.
Claro, siempre había quienes preferían no arriesgarse tanto y usaban explosivos… pero entonces la presa, semidestrozada por el estallido, perdía mucho de su valor comestible: aunque de sabor mucho más fuerte que las criadas en tierra, seguía siendo un apreciado manjar.
Un día el joven Mayito recibió), con sólo medio año de atraso, su Bono de Estímulo (Moral y Monetario en reconocimiento a su ejemplar participación en la Brigada de Chapeo “Guillermón Moncada”. Y decidió celebrar la ocasión con sus amistades por todo lo alto.
Así que a las tres de la mañana, ya con el contenido de cinco botellas de ron dando vueltas por su organismo, aceptó la apuesta de pescar a uno de esos bichos acuáticos para cocinarlo en el festín de Fin de Año.
La gente habla mucho cuando bebe, y nadie se imaginaba que lo fuera a hacer realmente, claro… pero a Mayito le apasionaban los desafíos. Se fue a su cabaña y después de preparar todo lo necesario para su pesca nocturna, se dirigió al río más cercano: el Quibú.
Allí se sentó sobre el grueso tronco de un árbol que crecía en la orilla, después de derribarlo rápidamente con su motomachete. Luego preparó con mucho cuidado a su Güije o cebo electrónico: una pequeña esfera oscura, que con su emisión de ultrasonidos simulaba la llamada de apareamiento de los enormes bagres.
Aquel sonido era muy efectivo para atraer a cualquier claria de río… pero a la vez afectaba al sistema nervioso humano de manera tan violenta que provocaba orgasmos o la defecación instantánea de los infelices que lo escuchaban fuera del agua sin algún tipo de protección auditiva.
Él no tenía ninguna, y además le habían advertido que el mecanismo de activación de este no andaba demasiado bien… pero el bajo precio por el que se lo vendieron suavizaba algo aquel “pequeño” inconveniente.
Soltó al Güije, que empezó a cantar momentos antes de caer al agua. Una descarga azotó con fuerza cada nervio del cuerpo de Mayito y sólo gracias a la fuerte voluntad de sus brazos pudo mantenerse encima del tronco.
No obstante, no pudo evitar sufrir otras consecuencias.
Trató de serenarse y esperó por unos minutos en silencio, ignorando su propio hedor. Ya se cambiaría luego de ropa interior; primero tenía que pescar a una de aquellas…
Fue entonces cuando la luna le permitió distinguir una sombra que avanzaba lentamente bajo la superficie. Era enorme y tan larga como la legendaria Madre de Agua, pero mucho más gruesa de lo que ninguna serpiente de este mundo o del otro tenía derecho a ser.
Se lamió los labios al ver el tamaño y grosor de las protuberantes escamas y puntiagudas aletas, a las que el brillo lunar arrancaba destellos multicolores.
Era una de las grandes.
Frunció el ceño, durante unos instantes de duda, al notar varias hojas torcidas de machetes clavadas en su lomo. Pero se despabiló al notar, desde las profundidades, dos intensas luces rojas que parecían escudriñarlo.
― ¡Sí, eres toda una belleza! ¡Y serás mía y solo mía! ―exclamó Mayito, ya con el fervor de la caza quemándolo por dentro, antes de activar el respirador y lanzarse al agua.

 Su pasión y el ron circulando en su cuerpo le impidieron darse cuenta que las baterías de su motomachete, ya casi descargadas, se habían agotado del todo cortando el árbol.
Peor aún; tampoco advirtió que se zambullía sólo con el respirador, dejando el resto de la escafandra-armadura en su cabaña.
Durante varios días, no se supo nada de Mayito. Se organizaron partidas en su búsqueda, pero todos lo supusieron ahogado en el río en su borrachera.
Sin embargo, al décimo amanecer lo encontraron en la orilla: inconsciente, desnudo y sin un solo pelo en el cuerpo. Nunca le volvió a crecer, ni siquiera el de las cejas.
Pero sí recuperó la conciencia, una semana después, aullando como loco, y con un apetito sexual desmesurado al que intentó dar satisfacción inmediata e indiscriminadamente con las enfermeras, los doctores y/o los pacientes cercanos a él, por lo que hubo que atarlo y sedarlo de inmediato.
Sólo entonces fue que comenzó a narrar, de manera eufórica y confusa cómo, dentro del río, y tomando impulso con un tentáculo-bigote de la mandíbula del leviatán, se había introducido dentro de sus fauces torcidas, casi hipnotizado por el destello de aquellas enormes perlas gemelas de azabache que encerraban esferoides de sangre: sus ojos.
Se supo atrapado cuando descubrió que no le funcionaba el motomachete; no se explicaba cómo pudo sobrevivir dentro del vientre del pez a pesar de agotarse el oxígeno del respirador. Y ahí mismo comenzó a delirar diciendo que perdió el control de su cuerpo y alma y que lo que sintió sólo se podía clasificar como estar cerca de Dios.
En ese instante colapsó y recuperó el conocimiento únicamente tres semanas después.
Al despertar se tranquilizó y no habló más del asunto hasta que le dieron alta del hospital. Al salir, los chismes se cernieron sobre él, cómo tiñosas. Y se convirtió en Mayito, el Pescador de Claria de Río, el borracho que fue tragado y evacuado por su misma presa.
 No le molestaban demasiado aquellas habladurías; con su estatura, complexión física y fama de buen peleador, nadie se atrevía a decírselas en su cara.
Pero el fuego de su ansia desconocida era cada vez más devorador y ni siquiera la pesca, las broncas, el ron, las drogas, ni el furor de las mujeres podían satisfacerla.
Hasta que un día le llegaron los reportes de Chunga Maya, y sintió una descarga de adrenalina en todo su cuerpo al ver una imagen holográfica tomada por un aficionado, de una enorme aleta asomando a la superficie en la desembocadura del río Almendares.
―Sí, mi princesa, no te preocupes; espérame tranquilita, que ya voy p´arriba de ti ― se dijo a sí mismo, torciendo los labios y lamiendo sus dientes de tiburón.

*****

El golpe en la cabeza la dejó atontada por unos instantes y por instinto, su brazo blandió como un látigo la navaja… cuya hoja fue fácilmente atrapada y partida entre los dedos biónicos del capitán.
―Tranquila, Carnada, y vuelve a vigilar el mar. Para eso te pago. Así que deja de estar enchufada en tu maldito tiempo de guardia y mucho menos cuando te habla alguien, especialmente yo. ¡Coño, yo que pensaba que la conexión no llegaba aquí! ― le reprendió Mayito.
―Sólo estaba revisando mi información digital acumulada sobre usted, mi Capitán.
―De verdad que la juventud sufre de la pérdida prematura de la memoria, como dicen algunos médicos; ¡mira que tenerse que meter un disco duro en la cabeza para recordar! Y ¡qué forma más romántica de la niña para decir que está pensando en mí! Pero, Anita… si lo que quieres es quitarte tu picazón hormonal conmigo ¡te veo mal! Y ni pienses en Membrillo con su miedo y sus alergias… hasta es posible que a estas alturas te hayas vuelto parte de ellas.
Ana respiró profundo, se guardó sus otras palabras para sí y sólo asintió de manera obediente.
―Bueno, está bien, que la cosa tampoco es para hacer velorio―siguió el Capitán, conmovido por su aparente sumisión. ― ¿Fuiste a la Sala de Máquinas y revisaste los motores?
La muchacha volvió a asentir, sin palabra.
― ¿Y bien?
―La maquinaria marcha ahora a toda velocidad y sin desperfectos. Los problemas eran por culpa de algunas piezas defectuosas y sobre todo, falta de aceite. Pero lo resolví… usando los condimentos de Membrillo, mi ingenio y un poco de suerte. Dudo que su fobia le haya permitido darse cuenta de lo que cogí. Vamos a una velocidad de 17 nudos; pero si no racionalizamos el biodiesel, estaremos varados y a merced del viento en menos de 15 días.
-Ella no va a hacerme esperar tanto- dijo Mayito, pensativo.
-Por si quiere saberlo, el radar ya muestra a nuestro objetivo. Se encuentra a una distancia y velocidad constante, tranquila… aunque supongo que formará su alboroto cuando vuelva a estar a nuestro alcance. Ya hemos bordeado la Isla de la Juventud y pronto llegaremos al Cabo de San Antonio.
―Buen trabajo, Carnada. ― sonrió el Capitán, acariciando el bulto que sostenía en su antebrazo. ― Entonces, dime ¿tenemos suficiente Diesel de Moringa para un vuelito?
La muchacha, con duda y cautela, miró el fuego de excitación de sus ojos y suspiró resignada: -Tenemos como para despegar y mantenernos en el aire durante aproximadamente 2 horas. Pero para descender sin daños…  ya no estoy tan segura.
―No importa; es justo lo que necesitamos. ―sentenció el Capitán― Hora de usar mi pequeña sorpresita. Creo que me he dado cuenta dónde se escondió esa alimaña cuando nos emboscó en nuestro primer encuentro. Y el por qué de esa niebla roja.
Ella prefirió fingir que no había oído aquello.
―Ven y ayúdame con esto, que pesa com´cojone, y ponte los guantes, niña. ― Le indicó el Capitán a la muchacha, y comenzó a cortar con sus dedos los cordeles que ataban el bulto que antes llevara bajo el brazo.
Con cuidado, desplegaron el contenido del saco sobre la cubierta. Los ojos de Ana se ensancharon, atónitos: su Capitán no dejaba de darle sorpresa tras sorpresa.
Observó con más ironía que asombro siete arpones estrechos, de tres metros de largo cada uno, con unas ramificaciones espinosas y finas bordeando las puntas. Las espinas eran gruesas y punzantes, de 1 a 2.5 cm de largo. Llevaba además, atadas a éstas, varias tiras de colores blanco, rojo y negro.
―Déjame explicarte primero, mi pequeña Carnada, para que me quites esa mirada que tan bien conozco de encima. Esta es mi última ficha de dominó. Estos arpones son los dientes sedientos de la venganza. Este acero está acostumbrado a morder carne y sembrar muerte como ninguno, porque en él fundí las hojas de varios machetes de mambises, y de los legendarios de verdad. No te diré quienes… pero su furia guerrera todavía vibra en estos metales.
―Pero ¿cómo…?―empezó a preguntar ella, aún estupefacta.
―Ya sé lo que vas a preguntarme―sonrió el Capitán ―Tuve la suerte de hacerme de ellos en los saqueos, después que el huracán Thomas pasó por La Habana y borró casi la mitad del Casco Histórico. Creo que sus dueños originales podrán sentirse orgullosos de mí cuando los use como tengo previsto.
―Supongo―admitió Anita, renuente.
―Después de forjarlos, reforcé cada punta con escamas de clarias… y las afilé bastante. Me aseguré de que tuvieran la bendición de Oggún, el orisha guerrero y de su divina fragua. Luego cargué con ellos hasta la Sierra Maestra y subí al Pico Turquino en plena temporada de tormentas. Tuve que entregar ofrendas día a día y esperar durante siete semanas sosteniéndolos en alto antes de que el otro orisha, Changó, accediera a bendecir y templar todos y cada uno de mis arpones con el poder de sus rayos. Y en el proceso se me quemaron un poco las manos… así que decidí remplazármelas por estas bellezas biónicas. Toca estos arpones; sin miedo, Anita: si reposas tus dedos unos instantes en ellos, sentirás el calor del azote de los cielos. Y para concluir, los “mejoré” con un recuerdo de mis mejores tiempos en la brigada de Chapeo “Guillermón Moncada”; el peor veneno de nuestro país: espinas de marabú radiactivo. Estos hierros penetrarán su arrugada coraza y le pudrirán su maldita carne. ¿Entendiste, mi niña?
Ana no dijo nada, al no encontrar palabras para comentar el meticuloso y sacrificado esfuerzo de su querido capitán.
―Bien, mi niña… pues ahora necesito que con tus delicadas manos pongas cada arpón en los Cañones Solares Foyn que hay en cubierta y los sintonices con el control remoto. Tómate tu tiempo. Yo te remplazaré en la guardia, además de mi turno nocturno. Hace días que no duermo y creo que tampoco lo haré esta noche. Si Membrillo logra cocinar algo comestible para la cena te avisaré. Si no, puedes entretener tus muelas con esto.
Le lanzó un paquetico que la muchacha agarró al instante.
― ¡Ah! se me olvidaba― exclamó Mayito abriendo su sobretodo y mostrando fugazmente una verdadera colección de objetos punzantes. Agarró uno y lo lanzó, clavándolo certeramente en el suelo… entre las piernas de Ana. ―Ahí tienes una buena cuchilla… no el ridículo cortauñas con el que me amenazaste. Es tuya, para que no haya rencores. Ahora ponte a trabajar, chiquilla vaga; si todavía quieres dejar de ser una rémora en mi bote. ―le advirtió, dando media vuelta, y sus pasos resonaron en la cubierta, cuando regresó oscilante y lento a su camarote.
 La muchacha desclavó el puñal y se asombró al descubrir que se trataba de una navaja suiza Victorinox. No era una falsificación y tenía varias decenas de aplicaciones, incluido acceso satelital; toda una joya de acero y alta tecnología.
Miró el sobre de pastillas nutritivas con proteínas sintéticas a base de moringa que tenía en la otra mano. Cada una de ellas podía embobecer su estómago por 8 horas y venían en varios sabores simulados (incluido el bacalao). En ese momento, la Botella de Ron se volvió para ella un anhelo desesperado.

*****
 Aquella noche, Ana durmió tranquila, como nunca en años, a pesar de que al amanecer la resaca la despertara, obligándola a ir corriendo a vomitar fuera de cubierta.
Se deslizó hasta sentarse en el suelo, dejando que el aire salado penetrara en sus pulmones. Aparte de haber terminado el trabajo, no recordaba nada más. Pero tenía la sensación de que no se había portado tranquila aquella noche.
Su cerebro, aún agobiado por el malestar, le seguía cuestionando su papel en aquel lugar de locura. Hasta el frenesí que sintiera por dar caza a Chunga Maya empezaba a desvanecerse, después de ser testigo del trabajo de brujería de Mayito.
La muchacha activó su wikimemoria y se conectó.
 Los primeros rumores del monstruo marino, le llegaron al cumplir apenas los 10 años. Después, los chismes se volvieron reportes oficiales, dada la severidad del asunto: un espécimen de la Clarias Omega había conseguido llegar al mar, experimentado en sus aguas un crecimiento nunca imaginado.
 Los únicos Droids Submarinos que lograron acercársele, hacía un par de años, registraron una longitud de 52 metros con un peso de unas 164 toneladas… y aún seguía creciendo a un ritmo vertiginoso.
  Los científicos de la isla no se ponían de acuerdo sobre la causa de tal gigantismo: unos decían “mutante”, otros “una nueva y perversa agresión del Imperio”. Los terceros, por decir algo, responsabilizaban al agua salada como posible desencadenante de aquel increíble aumento de talla.
Pero más extraño todavía que sus colosales dimensiones era el comportamiento de la criatura. No continuó su trayecto hacia el mar Caribe o el Atlántico abiertos, sino que comenzó a bordear el archipiélago cubano como si lo estuviera celando.
Con lo que la Isla se encontró afectada por un nuevo bloqueo; esta vez surgido no por caprichos, doctrinas, políticas o negocios de los hombres, sino por la mano irracional y despiadada de la naturaleza.
El comercio marítimo y aéreo se vieron, primero reducidos y luego prácticamente interrumpidos por las continuas desapariciones de embarcaciones y aviones de toda clase.
Según los supuestos expertos, estas eran causadas por la cercanía a las grandes descargas eléctricas generadas por Chunga Maya. El intensísimo campo de bioelectromagnetismo del monstruoso pez sobrecargaba todos los aparatos electrónicos de los vehículos áereos o marítimos, enviándolos al fondo del océano… o al vientre del Leviatán.
Cuba solicitó ayuda del mundo, y la respuesta solidaria internacional no se hizo esperar, Pero la buena voluntad y los intentos de acción militar de otras naciones duraron sólo hasta que la colosal fiera hiciera desaparecer dos Bombarderos Furtivos B-4 Spirit, al submarino nuclear USS Maine, a un Akula II… y al Prototipo Sumergible CUB Mambí, fabricado en Corea del Norte a un costo no declarado, ahora perdido para siempre en su primera misión de combate.
Los artefactos bélicos de última generación eran caros. Muy caros para estarlos perdiendo así como así. Y los gobiernos del mundo se lavaron las manos del problema…. Después de todo, no afectaba a nadie más ¿no?
 Según la referencia de algunos datos pirateados, tras estos terribles encuentros se recuperó a un sólo sobreviviente, con el mismo caso de alopecia areata universal de Mayito.
Pero sus testimonios fueron mucho más delirantes. En su mente trastornada, juró haber visto al enorme monstruo desplazarse por los cielos con la misma agilidad que por los océanos. Y no solo eso, sino que afirmaba con fervor que él sobrevivió sólo porque Chunga Maya lo escogió para que predicara en tierra firme su mensaje de salvación ¡Locura total!
No se supo más sobre el contenido de las alucinantes revelaciones, ni tampoco acerca de la identidad o el destino posterior del náufrago. Aunque, según rumores no confirmados, el infeliz se escapó de la instalación médica en la que yacía internado, improvisó una embarcación y se lanzó al mar… que nunca lo devolvió.
Las teorías supuestamente científicas se volvieron cada vez más insólitas y descabelladas, en el desespero de explicar el insólito fenómeno.
Los paranoicos consideraron que los ataques no fueron causados por una sola claria mutante, sino que por dos o por una manada de mutaciones marinas.
Los Ufólogos concluyeron que Chunga Maya debía ser una poderosa arma biológica de origen alienígena.
Algunos físicos, incluso, llegaron a dos conclusiones casi igual de excéntricas.
La primera, que las enormes burbujas de gas metano, proveniente de los desechos del gigante animal, eliminaban la sustentación o flotabilidad del aire y el agua bajo aviones y barcos.
La segunda, que el motivo de las desapariciones se debía a la succión de los portales interdimensionales y agujeros de gusano abiertos por el monstruo, que los emplearía para escapar y regresar a su antojo de este mundo.
Después, por supuesto, le llegó el turno a la fiebre religiosa y el culto de los Sumergidos.
Ante el comportamiento de la bestia marina, muchos habitantes desesperados de la isla creyeron que se trataba de la encarnación de Tanze; el pez sagrado intermediario entre Dios y los hombres, cuya aparición haría feliz al pueblo que lo cuidara, según  mitos de la Sociedad Secreta de los Abakua . Otros pensaron que se trataba del avatar de la misma Yemayá, o de una de las criaturas del poderoso Olokum, enviado desde las profundidades para proteger y bendecir.
Este frenesí llevó a muchas personas a lanzarse al mar para buscar al animal sobrenatural y rendirle culto. De esta peregrinación, algunos regresaron a su patria; otros aprovecharon la ocasión y llegaron a otras costas.
Los que se quedaron en el océano formaron un grupo, dando origen a una nueva religión: la Orden de Clarius de la Escama, que no eran sino bandoleros del mar, quienes vivían en una especie de isla flotante construida con barriles, desechos y restos de embarcaciones.
Pero se contaba que los verdaderos creyentes sí lograron ponerse en contacto con el nuevo Dios del mar y nunca más se les vio. Y floreció la curiosa creencia de que Chunga Maya, al notar el amor sincero de estos desamparados, se los tragó y al evacuarlos, nacieron de nuevo, surgiendo así la leyenda de los Sumergidos.
En el transcurso de su viaje Ana nunca había visto a un Sumergido; ni siquiera en el primer y desastroso encuentro con la claria energúmena. Aunque sí había tenido que vérselas con los piratas de la Orden que surcaban el océano saqueando combustible para sus lanchas y Jet Skies.
Si bien las cosas no les salieron como esperaban a los bandidos del mar.
Mayito, ante su intimidadora aproximación, les sonrió agradecido por poner fin a su aburrimiento… pero cuando pusieron un pie a bordo los hizo sudar de miedo mostrándoles  el contenido de su sobretodo; no sólo armas blancas había allí, por lo visto.
Acto seguido, el Capitán pidió amablemente a los atacantes información sobre el avistamiento de Chunga Maya. Al no recibir respuesta, vomitó un par de insultos, entró en un trance de encabronamiento homicida y, secundado por su igualmente enloquecida tripulación, les cayó encima a los piratas a fuego y machetazo limpio.
Ese día, Ana noqueó y encerró al impulsivo Panchito en un barril de biodiesel vacío, y después descubrió en el combate otra forma primitiva y sucia de desahogarse… hasta que lo pocos piratas sobrevivientes huyeron a nado, dando alaridos de pánico.
La muchacha se desconectó. Ya estaba cansada de recuerdos y lecciones de historia que no cambiaban en lo más mínimo su situación actual.
Se frotó los ojos y miró a su alrededor con lentitud. Se sentía completamente sola en el “Cherna Tuerta”, a pesar de tener a su optimista Capitán y sus siete barras de metal bendecidas por los orishas… que no sabía si serían suficientes  para afrontar la terrible faena que les esperaba.

*****
La alarma aulló de repente… por suerte algo después que Membrillo se atreviera a preparar un improvisado desayuno.
Su sonido era agudo e insoportable; así que Ana corrió hacia la cabina del puente de mando para apagarla antes de que Mayito llegara y le disparara al dispositivo.
―Dime, mi niña ¿es ella? ¿Está cerca? ― inquirió el capitán, rascándose todo el cuerpo de la emoción.
―Sí, es ella. Está a unos 500 metros y viene hacia nosotros a una velocidad aproximada de 20 nudos― confirmó Ana.
―Así que la muy puta ha decidido al fin darme la cara. Muy bien. Esta vez la pescaremos mansita, mansita. Dime si se detecta niebla escarlata.
―Se puede decir que se encuentra dentro de ella. Pero… hay otra cosa extraña, mi capitán ―indicó Ana, abriendo los ojos perpleja.
― ¿Qué coño pasa ahora, a ver?
―Creo que la tengo ubicada por el campo electromagnético que genera… pero no puedo determinar a qué profundidad se encuentra. No la encuentro en el agua. El radar debe haberse estropeado.
―No. Ya veo… usará el mismo truco. Bien, quiero que vayas ajustando los motores para despegar dentro de diez minutos, siguiendo este mismo rumbo y velocidad. Yo tomaré posición con los cañones. ¡No me mires más con esa cara de zombi y espabílate! ―le replicó y al instante puso en sus manos un casco con un visor escarlata. ―Esto es para después que termines. Te he preparado un mando para el disparo de dos arpones. No me voy a coger todo el fiestón para mí solo. Así que no me hagas quedar mal, mi niña. ¿Me entiendes?
La muchacha sólo asintió con la cabeza.
―Bien, no te preocupes, que hoy es el día. ―concluyó el Capitán, lanzando una carcajada y saliendo del puente de mando.
Mayito se digirió a la proa husmeando el aire como un sabueso. Al momento notó la cortina de bruma escarlata que se acercaba cubriendo todo el horizonte, como una sanguinolenta nube tormentosa. Y sus nervios se estremecieron brevemente al reconocer un hedor que le trajo el viento.
Se colocó un arnés que lo sujetaba al mástil principal de proa, de pie. Luego se acomodó el casco de mando y ajustó el visor. Esperó que su cerebro se adaptara a las conexiones que convertían las mirillas de los cañones en una extensión de sus ojos. Las armas lanza arpones comenzaron a moverse como serpientes tanteando el cielo en busca de presa.
― ¡Ahora hija mía, vamos a sotavento! ¡Saltemos a por la fiera, hacia la niebla! ―gritó el capitán.
La muchacha, con mucho cuidado, acercó sus manos a la consola de control. Presionó la palanca para aumentar la velocidad hasta unos 26 nudos y activó los interruptores necesarios para la conversión. Después se puso a rezar a los dioses en que creía y en los que no.
Además de multiplicar las brillantes burbujas que se producían a su alrededor, el “Cherna Tuerta” comenzó a temblar tanto que la muchacha temió que toda la embarcación se fuera a desarmar de golpe.
Pero al final todo funcionó… y las velas y los mástiles, entre chirridos metálicos, se desplazaron hasta reunirse formando una extensa ala delta.
Aunque faltaba lo peor.
La muchacha se aferró al timón, mordió sus labios y maldijo su entera existencia cuando, detrás y fuera de borda, del casco de la embarcación surgieron dos toberas que vomitaron sendos chorros de plasma. Con el rugido atronador de los motores, la vibración aumentó más aún, superada sólo por las carcajadas y aullidos de júbilo de Mayito.
Con el empujón de la propulsión reactiva, el navío logró alzar su quilla de las aguas, elevándose pronto hasta una altura de unos 150 metros. Allí, tras equilibrar la nave utilizando las hélices de babor, Ana fijó el rumbo. El barco volador se dejó tragar por la niebla.
El capitán activó su radar de efecto Doppler y se lamió los labios al detectar el objetivo que se acercaba a 20 nudos… y a menos de 200 metros.
― ¡Ya te pillé, preciosa! ¿No sabes que el océano es demasiado pequeño para nosotros dos? ¿Vienes a jamar, mi reina? ¿No estás satisfecha después de haberte engullido a la mayoría de mis marineros? No te preocupes, mi sardinota mutante. ¡Te he sazonado unos hierros especiales que te empacharán las tripas! ¡Acaba de salir de tu infierno para poderte arrastrar al mío! ―gritó Mayito, preparándose para apuntar.
En respuesta, un agudo y atronador gemido cubrió el vacío del aire y el destello de dos luces escarlatas atravesó el espesor de la bruma.
 Ana no podía creer los datos que le mostraba la pantalla. La golpeó un par de veces, pero los resultados no variaban… hasta que el artefacto hizo corto circuito y se fundió.
Suspiró para serenarse, fijó el curso y salió de la cabina. Entonces escuchó el disparo y la maldición de su capitán.
Y la vio. La mera imagen la hizo caer de culo.
 La gigantesca sombra del Leviatán flotaba con la insustancial ligereza de un espectro por encima de su cabeza, en medio de la neblina. Aquella visión acabó con la poca cordura que le quedaba a la joven.
La mutación de Chunga Maya había ido más allá de cualquier lógica. Además de alcanzar un tamaño impresionante, sus aletas pectorales y pélvicas habían crecido hasta semejar auténticas alas. Y como tales batían, lenta pero rítmicamente, lo mismo que su inmensa cola.
Parecía nadar a través del aire.
Oscuras escamas la acorazaban, en un mosaico irregular de manchas verdes y blancas. Continuos chorros del mismo gas carmesí de aquella maldita niebla le brotaban de los arcos branquiales tras los tentáculos-bigotes de la mandíbula inferior.
Al instante, la muchacha imaginó la causa de aquella absurda información en la pantalla. Y al analizar la niebla, corroboró su hipótesis: un biogás muy complejo, pero con grandes concentraciones de helio, y por tanto más ligero que el aire.
El extraño metabolismo del monstruo había acabado haciéndolo generar tan grandes volúmenes de aquella mezcla gaseosa que ahora volaba como un inmenso dirigible vivo, pese a su inimaginable peso.
Era la aeronave perfecta, capaz de generar su propio fluido sustentador.
De repente, el titánico animal se retorció por unos instantes y lanzó un chillido de dolor. Uno de los proyectiles de Mayito le había arrancado un trozo de la aleta dorsal superior.
Chunga Maya se precipitó hacia el barco, impulsándose con la cola.
Los nervios no dejaron que el cuerpo de Ana reaccionara.
El gran pez aéreo pasó por debajo de la embarcación, a babor. Se escuchó el crujido del metal cediendo ante el violento roce de la rígida aleta dorsal con el casco y la quilla del “Cherna Tuerta”.
La nave se tambaleó por el impacto, pero por puro milagro logró mantener su inestable equilibrio en el aire.
Ana corrió hacia el Puente de Mando para determinar los daños. A pesar de que los motores estaban trabajando intactos, aquella grieta en el casco los hundiría casi en cuanto tocaran el mar.
Desesperada, activó los nano-reparadores para que resolvieran el problema, pero sabía que nunca terminarían antes que se les acabara el Biodiesel.
La joven suspiró para sí y se encogió de hombros, cogió el casco y salió del cuarto.
― ¡Coñooó, te dije que funcionaría, Carnada! ¡Ahora sólo hace falta metérsela por el estómago! Sabía que tenía razón. Esa sabandija trató de esconderse de mí en esa niebla producida por su propia flatulencia. ―gritaba Mayito, liberado de su arnés de seguridad, brincando de júbilo por la cubierta, hasta que una sombra le opacó la alegría.
Su supuesta presa se encontraba justo encima de su cabeza, planeando con cautela alrededor del bote.
En ese momento, una figura gruesa salió disparada del casillaje arrastrándose y temblando. Membrillo había recuperado de golpe su sobriedad y regresado a la realidad… en el peor momento posible.
― ¿Qué coño pasa aquí? ¿Estamos volando? Esa cosa negra se ha llevado toda mi cocina y la mitad de la bodega de un zarpazo. ¡Cortó la pared de titanio como mantequilla! ¡Por poco me lleva el culo! ¡Ay, mi Dios, por favor, ayúdame!
― ¡Oh! mi querido Membrillo ha salido de su cueva para compartir esta gloriosa pesca con nosotros. Mira bien, mi socio, el banquete que pescaré para que guises para el festín de esta noche.
― ¡Mayito, maldito loco, todo esto es culpaaa…!
La muchacha observó cómo poco a poco a Membrillo se le atragantaban las palabras, al descubrir a la aterradora criatura flotando encima de ellos. El miedo hizo entonces convulsionar tanto su cuerpo que Ana no pudo discernir si se trataba de una embolia o de un infarto.
Al final, el empavorecido cocinero vomitó alcohol y se desmayó. El sonido de su caída rebotó por toda la cubierta.
―Otro peso muerto en mi bote―masculló el capitán antes de volver sus ojos al objetivo principal de su tormento ― ¡Y tú! ¿Cuánto tiempo me vas a vigilar revoloteando como una tiñosa? No seas tímida, ven, que tengo más para ti. ¡No me faltes más al respeto, que aquí hay un hombre! ¡Cojoneeeé, no me hagas perder más el tiempo, maldita claria!
El animal giró en redondo de manera sorpresiva y comenzó a alejarse. Pero antes de que Ana pudiera suspirar y Mayito aullar, la fiera giró de nuevo, e impulsándose con la cola y las aletas, se lanzó en línea recta contra la embarcación voladora.
En ese momento, Ana activó el casco-visor y le apuntó con los dos arpones que controlaba, pero su acongojado corazón supo que la suerte de todos estaba echada.
Se acercaba el momento final. Comprendió las intenciones del monstruo al contemplar su colosal tamaño, ya sin nieblas rojizas que la velaran.
Chunga Maya volvió a pasar junto a ellos… ahora por encima.
 Sólo estaba jugando. Si hubiera sido ese su propósito, hacía rato se habría tragado al “Cherna Tuerta” de un solo bocado.
Había seguido creciendo ¡y cómo! Ya debía medir más de cien metros de largo; era la pesadilla de los cielos y el mar, hecha carne y escamas, que se cernía sobre un puñado de desdichados que no habían cometido otro pecado que el de obedecer las órdenes de un pobre machetero loco.
La gigantesca fiera seguía acercándose y su impresionante masa los cubría cada vez más.
Pero Mayito no entendía de batallas perdidas de antemano; aseguró su blanco y disparó.
El hierro se clavó en el costado izquierdo del enorme lomo. El Leviatán lanzó un gemido de dolor, pero no aminoró su velocidad, sino que aceleró, impulsándose con crecientes emisiones de biogás que producían un continuo rugido resoplante, como la válvula de una potente máquina de vapor.
Además de como sostén, por lo visto aquella rojiza flatulencia también la ayudaba a avanzar.
Mayito no pudo evitar la erección, y volvió a apuntar.
― ¡Muy bien, mi princesa; abre la boquita y déjame entrar! ¡Esta vez no te me escaparás! ¡Te acosaré eternamente, aunque sea arrastrado en tu deformada cola! Ven, Godzilla de mierda ¡déjame clavarte mis hierros!
En ese momento las miradas del pescador y la claria gigante se encontraron.
Una presión sobrecogedora convulsionó el espíritu del viejo Perro de Rio. Intentó realizar el disparo, pero su cerebro se negó a trasmitir la orden.
El tiempo y el espacio parecieron fundirse por unos instantes, y dejarlos a los dos solos en el Universo. El capitán intentó sostener la mirada del Leviatán, solo para sentirse arrastrado al interior de uno de aquellos soles oscuros rodeado por el enorme círculo de sangre.
Y conoció el alma del pez monstruo.
El descubrimiento arrasó, al momento, con todas sus convicciones. Tales emociones eran absurdas en el interior de semejante pez. La ausencia de cualquier odio y deseo de muerte contradecía por completo el sentido mismo de la existencia de Mayito.
¿Quién era el cazador y quién la presa, en este duelo?
Fue entonces cuando el hombre comprendió el significado de lo que, entre otros síntomas le provocaba ardor en la boca de su estómago, hasta el punto de a veces ocasionarle serios cólicos: no era ninguna úlcera, como había pensado siempre, sino algo mucho peor.
Al principio se obligó a ignorarlo para lograr salir del Hospital y después le cambió el sentido, intentando desesperadamente darle un rumbo lógico a su perturbada vida.
Pero ahora, finalmente, descubría qué era aquello que siempre necesitó y nunca encontró en aquel asco de mundo.
Una súbita cascada de sentimientos provenientes de la criatura terminó por desplomar las bases de su férrea voluntad.
― “Sí, ven Papi, entra, que soy toda tuya”.―La misteriosa voz asaltó la mente del capitán sacándolo del trance. Su cuerpo tembló, aturdido por la experiencia sufrida.
―Ven, que te estoy esperando.-Las palabras volvieron a azotar su mutilado espíritu.
― ¡Sí, de acuerdo, aquí voy!- respondió Mayito, adolorido, quitándose el casco y abriendo los brazos. El rostro lleno de cicatrices sonrió aliviado y satisfecho por primera vez en muchos años.
Casi cuidadosamente, Chunga Maya abarcó con sus gigantescas mandíbulas toda la popa del “Cherna Tuerta” antes de cerrarlas.
La muchacha, en un intento desesperado, se arrojó hacia estribor en busca de las cápsulas salvavidas. Pero los temblores de la madera astillada, las explosiones y el metal torcido la hicieron perder el equilibrio y la lanzaron como una muñeca de trapo por la borda, hacia la boca del abismo.

*****
Le dolían todas sus articulaciones.
Tardó un buen rato en recuperar el conocimiento. No se acordaba del momento exacto en que perdió la conciencia. Y a pesar del dolor, se sentía tan cómoda y relajada como si yaciera sobre el más suave de los lechos.
Pero sus ojos se abrieron de golpe cuando unos dedos fríos y húmedos comenzaron a acariciar con delicadeza su rostro. Un grito de sorpresa y terror se escapó de su garganta y, loca de miedo y de asco, buscó en su cintura… y halló la Victorinox que le regalara el capitán Mayito.
Sin dudar un segundo, apuñaló con todas sus fuerzas a aquel engendro imposible… que resistió la cuchillada, inmóvil. Mirándola todo el tiempo.
Al descubrir que ni siquiera podía dañarlo, intentó huir con todas sus fuerzas, pero sólo logró  arrastrarse de manera torpe y patética.
Si la perseguía… si trataba de… de hacerle cualquier cosa…
Pero pasó un segundo, otro, y nada ocurrió.
Ana vomitó y trató de respirar con cuidado para que el aire entrara mejor en sus pulmones. Tenía miedo de voltear la cabeza. Miró a su alrededor frenéticamente tratando de ubicarse.
El mar y la muralla de niebla cubrían el horizonte. Su temor inicial fue sustituido por otro mucho más perturbador, al percatarse que el suave y rugoso suelo bajo ella se movía al lento ritmo de un latido o respiración.
Si sería que…
― ¡Estoy muerta y de cabeza en el infierno!―sollozó con la angustia y el miedo devorándole las entrañas.
La figura a sus espaldas se le acercó con cautela.
―No estás muerta, ni en el infierno, Ana. Ni siquiera chiflada, a pesar de los duros eventos. Yo tampoco estoy muerto ni loco, por cierto. –le aclaró.
Tranquilizada por el sonido de su voz ¡al menos esa no había cambiado! Ana tragó en seco y al fin se atrevió a girar la cabeza para mirar al muchacho.
Panchito ladeó la cabeza, complacido, y la joven creyó notar en sus ojos claros, ahora más grandes y vidriosos, una expresión de pena por ella. Su aspecto era más robusto y viril que antes. Sus ropas estaban casi deshechas por la humedad y por las aletas y protuberancias que jalonaban toda su piel escamosa.
―Tranquila ―sentenció él ―No seas tan grosera y burra. ¡Ah, toma! Deberías tener más cuidado con tus cosas. ―le tendió la cuchilla que casi por instinto ella intentara clavarle antes en el pecho.
La joven recuperó tímidamente la navaja suiza y miró, con un estremecimiento recorriendo todos sus nervios, la torcida hoja de acero.-Bueno, lo siento… fue por la piel, ya sabes. Es… dura –se excusó él, encogiéndose de hombros –Pero ahora no hay tiempo para entrar en esos detalles. Creo que el trasmisor todavía funciona. Pruébalo, lo necesitarás para después. Sé que debes sentirte bastante perturbada, pero no te preocupes. Ahora nos encontramos encima de su lomo y no corremos ningún peligro. Ni siquiera las orcas y los cachalotes se atreverían a acercársenos. Ella nos protegerá. Siempre lo ha hecho.
Aquellas palabras y la visión seguida del arpón clavado a poca distancia de ella fueron como otro puñetazo que su maltratada cordura se negaba a asimilar.
― ¿Qué coño pasa aquí? ¿Qué carajo te pasó a ti? ¿Y al resto? Si no estás muerto. Y no estoy mal de la cabeza. ¿Por qué tienes esa horrible pinta?
―Bueno, en realidad, en nuestro primer encuentro con Madre, todos saltamos a ella con nuestros motomachetes y escafandras. Tu barril no pudo detenerme mucho rato: escapé, logré conseguir un traje de reserva, un cuchillo e ir yo también. Fue muy estúpido, lo sé, y perdóname por eso. Pero no me quedó otro remedio: tenía que intentarlo, hacer algo grande,  si quería alguna vez dejar de ser el monaguillo del cuarto de máquina y lucirme con el capitán. Aunque creía muy posible que luego él me despellejara vivo para disciplinarme. Nunca sentí el miedo royéndome. No sé si soy muy temerario, o muy comemierda, o ambas cosas. Lo cierto es que, junto a los demás, logré llegar al interior de las mandíbulas de Madre. Después, lo que ocurrió es difícil explicarlo. Ninguno de los otros se acuerda .Todo fue oscuridad, y nos dormimos hasta que vino la gloria. Ella no nos consumió. No es eso lo que hace. Nos parió de nuevo. Y al darnos a luz a cada uno de nosotros no sólo nos despojó de impurezas, sino que nos entregó nuevos dones para enfrentar la nueva vida. Nos entregó el mar, como nuevo mundo, dándonos así una segunda oportunidad.
―Tumba ese monólogo conmigo. ― le interrumpió la muchacha―. Sólo un bobo como tú se deja fanatizar por Mayito. ¿Por qué me cuentas todo esto, mutante, si seguro me quieres zumbar a las entrañas de tu nueva “Mamá”?
―No pienses así. Madre siempre ha tenido un gran propósito para nosotros. Un plan para nuestra felicidad, lejos de toda amenaza, en el mundo de las profundidades. Pero no podía empezar sola; lo necesitaba a él. No te imaginas siquiera cómo ha sufrido esa espera. Dando constantes vueltas durante años a esa isla, con una insoportable expectativa, una urgencia absoluta que no podía remediar, pese a todo su poder. Pero aún más angustiados nos sentíamos nosotros, incapaces de hacer nada por ella. Porque nunca nos confió el motivo de su intranquilidad y su vigilia. Entonces decidimos hacerle una ofrenda. Una morada digna de ella, para que descansara el día en que la espera terminara. Gracias a que somos muchos, sus hijos, nadamos hasta el fondo de la Fosa de Bartle… y ahí la construimos con mucho sacrificio y esfuerzo, mezclando restos de embarcaciones, piedras y otros tesoros del océano. De toda esa mescolanza erguimos “Claryantis”, la urbe submarina tocada por la maravilla, la megalópolis secreta construida en tiempo récord, la siempre húmeda, la de los colosales muros y atalayas de desecho sólido y oro marino, la de la mampostería torpe pero sólida y los diseños improvisados…
Panchito se arrodilló y puso con delicadeza su zarpa en el hombro de Ana. Sus ojos acuosos parpadearon, se agrandaron más y se clavaron en ella.
―Aquí es donde entras tú, preciosa. La espera y la vigilia han terminado y ahora podemos ir a nuestro refugio. Pero primero debemos despistar a la civilización enferma y a sus pescadores. Sé que a pesar de las enormes pérdidas, cuando se sientan mejor preparados volverán tras de Madre. Hemos rescatado y preparado un Jet Ski para tu viaje de regreso. Llevarás contigo como trofeo el pedazo de aleta de nuestra Madre que el Capitán le arrancó con su arpón. Eso y tu testimonio serán suficiente evidencia de que la has exterminado. ¡Ana, la pescadora del Terror de las Antillas! ¿Te gusta cómo suena? Alcanzarás fama mundial y fortuna en instantes, como siempre has deseado. Y nos quitarás la cacería de encima para siempre. Nosotros desapareceremos de la curiosidad de la civilización. Será fácil: el mar tiene todo lo que necesitamos y nos sobra. Pero si quieres, puedes regresar. Te diré cómo hacerlo. Y siempre serás mi invitada de honor en “Claryantis”.
-¿Y si no?- se atrevió a susurrar la anonadada muchacha.
―Sobra decir qué ocurrirá si nos fallas―sentenció el muchacho torciendo su boca de batracio en una sonrisa que dejó asomar los agudos dientes.-¿Bien, Ana, qué decides entonces?
La cabeza de la muchacha dudó por unos instantes, pero después asintió en respuesta.
― Será cómo quieres. Pero, primero, dime donde está Membrillo, el cocinero- preguntó, en un murmullo.
―Su débil corazón no pudo soportar la gloria y la emoción de contemplar a Madre. Una pena.
―¿Y el Capitán?
―Donde él siempre quiso estar, pese a que con su obstinación se negaba a aceptarlo. Imagínatelo- Panchito volvió a sonreír y a Ana se le acabaron todas las preguntas.
En ese momento, el hombre transformado se le acercó y le tendió la mano.
―Come, para que recuperes tus fuerzas. Con este tesoro que hemos cultivado en el océano no sentirás hambre ni cansancio por lo menos durante 7 días.
Ana miró con desconfianza la semilla de color oscuro y olor extraño en la palma del muchacho.
―No temas; con eso no es suficiente para que te vuelvas como yo.
La joven hizo un gesto de asco antes de tragarse el piñón. Al momento sintió una descarga de energía pura  azotando su ser, y todas sus fuerzas regresaron de golpe.
Pero los efectos de la milagrosa semilla no terminaron ahí. Sus labios se humedecieron, y su cuerpo se sintió un poco más ligero. Un ardor brotó desde el fondo de su estómago y se propagó arrebatando cada célula de su ser. Ana perdió el control ante el súbito ataque de excitación convulsiva.
―Se me olvidó comentarte sobre los efectos secundarios afrodisíacos. Sólo duran algunos minutos, pero te ayudaré a superarlos.―le explicó Panchito, tragándose otra semilla antes de lanzarse sobre ella.
Pero la ansiosa muchacha fue más rápida; lo agarró por los hombros y lo subyugó, derribándolo contra el suelo latiente. A sus ojos, el joven mutante ahora ya no parecía tan menor y sus escamas y deformidades varias sólo lo hacían más atractivo. Irresistiblemente atractivo.
Lo besó en los labios con pasión y violencia, mientras con las uñas le arrancaba los últimos  jirones de ropa podrida. Al principio, las garras del chico se movieron con tacto de serpiente acariciando el ardiente cuerpo de la joven. Pero después se aferraron a la carne femenina con el desespero de un náufrago, al no poder controlar la fogosidad de su compañera. Ana acabó de desnudarse, y con furia de amazona se revolcó con él por toda la espalda del monstruo marino.
Tres horas y media duró el violento juego de jaleos, acompañados por la moderada y profunda respiración de Chunga Maya, hasta llegar al clímax final.
Ana descansó por unos segundos, hasta que pudo ponerse de pie. Respiró profundamente y se sintió muy aliviada. Su fuego interno se había aplacado. Panchito yacía inconsciente cerca de ella, posiblemente en estado de coma.
―Maldito pervertido.―lo despreció con una sonrisa burlona, pensando que sus nano― anticonceptivos tendrían un gran trabajo que hacer dentro de ella.
En ese momento una incertidumbre la turbó. Existía la posibilidad de que sus nanos, hechos en Vietnam con patentes chinas robadas a los rusos, se bloquearan ante la mutación de la semilla invasora .En ese caso el embarazo sería inevitable… y una duda lógica se imponía: ¿pondría huevos? ¿o daría a luz a un nuevo eslabón evolutivo. ¿El Homo Clarius?
Agitó la cabeza para despejarla de tan perturbadores pensamientos.
Ya cruzaría ese puente cuando llegara a él. Si llegaba.
Se vistió y subió hacia el lomo. Al pararse al lado del arpón divisó la moto acuática flotando debajo, cerca de la aleta pectoral izquierda. Una soga ataba el extremo de la lanza al timón de la embarcación.
  Al momento supo qué hacer. Corrió lomo abajo hacia el vehículo, y con ambas manos agarró la barra con firmeza, sintiendo bajo sus pies como el suelo se estremecía por el sufrimiento…
…y de un halón la arrancó.
 Los temblores de la isla flotante se acrecentaron por el dolor y un profundo bufido escapó de las revueltas aguas. Ana casi se resbaló cuando el tibio chorro de sangre negra la empapó por completo. Logró aferrarse a la cuerda y poco a poco fue recorriendo la distancia hasta llegar a la orilla del archipiélago viviente, donde todavía dudó.
Pero en ese momento la gigantesca criatura comenzó a sumergirse, lenta, muy lentamente.
Sin pensarlo más, la muchacha se lanzó a las agitadas olas y nadó sin cesar sintiendo que su pecho reventaba por el esfuerzo hasta que arribó a su providencial medio de escape.
Revisó la motocicleta acuática con recelo y asombro. Era cuatriplaza, así que tendría combustible y potencia de sobra… y en sus compartimientos de carga había todo lo necesario para un largo trayecto… incluyendo el prometido trozo de aleta de Chunga Maya. Hizo una mueca sarcástica cuando encontró, entre las provisiones, una bolsa repleta de las exóticas semillas.
Ana recuperó el arpón tirando de la cuerda y se preparó para arrancar. Pero antes, miró atrás y contempló por unos momentos cómo Chunga Maya terminaba de hundir su colosal masa en el océano entre burbujas, resoplidos y gemidos.
Sólo esperaba no tener que verla nunca más…
 No lo pensó más y arrancó. El motor y las turbinas rugieron desperezándose y la Jet Ski, alzando su morro, saltó atravesando la niebla rojiza. Poco a poco la bruma se fue disipando mientras la muchacha controlaba los impulsos y velocidad de la potente moto acuática.
 Muchos pensamientos revoloteaban en su mente atormentada. El más recurrente de todos era formar parte de la tribu de los hombres clarias, una opción digna de tener en cuenta. Por algo todos los que iban se quedaban en “Claryantis”.
Pero agitó su cabeza y se rió de sí misma, al darse cuenta de que estaba más chiflada de lo que pensaba.
 Activó el trasmisor de la navaja suiza en espera del alma caritativa que se dispusiera a cargar con una huérfana como ella.

*****
Le dolía mucho la cabeza.
No, no era curda. Aquello era peor.
Además sentía su cuerpo liviano, como si flotara. Los dolores de músculos que siempre lo acompañaron se habían esfumado.
Y no recordaba nada… igual que la otra vez.
Abrió sus ojos con temor por primera vez en su vida.
La mera imagen le provocó un ataque. Comenzó a convulsionar, a jadear desesperado en busca de aire. Gritó como una bestia, pero el sonido salía distorsionado por las burbujas que vomitaba. Sólo había agua y se demoró unos minutos en descubrir sus branquias y sus otros cambios.
“Esto debe ser por lo menos el purgatorio submarino”― pensó.
O sea, justo el más indicado para él. Sintió que algo se retorcía en su cabeza mientras sus atónitos ojos trataban de asimilar el panorama.
Se encontraba acostado sobre el acolchonado capot de uno de los antiguos almendrones anfibios. Un grupo numeroso de personas, incluidos todos los antiguos miembros de su tripulación, con la agilidad de tritones, flotaban, danzaban, ¿comían?, y disfrutaban una orgía ante él. Se encontraban en la bodega de un buque de carga hundido hacía años, y ahora profusamente redecorado para el festín.
Entonces una duda apareció en su desgastada mente.― “¿Ana? No la veo. Bueno, mejor para ella si escapó de este infierno”
― ¡Al fin, ya estamos juntos, mi amor! ¡Te amooooooo! ― la alegre voz retumbó tanto en el interior del Capitán que éste no tuvo más remedio que levantar la vista.
Ahí estaba Chunga Maya en todo su esplendor, agitando sus aletas y su cola por la emoción y torciendo más sus torcidas fauces en sonrisa.
― Tranquilo, mi vida. Sí, le hablo a tu mente. ¡Así de unidos estamos! Cuando nos conocimos y estuviste dentro de mí se despertó mi autoconciencia. Por primera vez tuve noción  sobre mi existencia y el mundo que me rodeaba. Me sentí muy especial contigo. El terror inicial a esta metamorfosis fue el motivo para deshacerme de ti antes de tiempo. Fui estúpida. Por eso te busqué y seguí viviendo y comiendo por ti. Tuve que dejar de buscarte por los ríos porque temí quedar encallada, por lo mucho que aumenté de peso. Por eso salí a los mares ,a continuar mi búsqueda bordeando la isla. Pero muy dentro de mí sabía que tú harías lo mismo para encontrarme. Muchos trataron de detenerme, pero a todos los vencí y me los tragué. ¡No iba a dejar que destruyeran nuestro amor! Fue entonces cuando comencé a dar a luz cada vez que devoraba a mis enemigos que trataban de alejarme de ti. Les daba nueva vida. Hasta que el día llegó y te encontré. Mientras esperaba por ti, mis niños nos construyeron esto en el fondo de la Fosa de Bartle. ¡Nuestro nidito de amor! Le llaman “Claryantis,” la tocada por la maravilla. Es preciosa, creéme: te encantará cuando te la muestre. Tu transformación ya está completa. No te preocupes, que nunca nos molestarán. Uno de mis hijos se ha encargado de eso en combinación con una navegante tuya. Es una muchacha muy fuerte. Se parece a mí. ¡Pero qué boba soy! Ya habrá tiempo para hablar. ¡Ahora vamos, mi rey de “Claryantis”, a celebrar nuestro amor!
Mayito no sabía cómo reaccionar. Rompió a reír como un niño, hasta que la excitación y la pasión de su interior se adueñaron de él, a tal punto que se despojó de sus desechas ropas y se lanzó hacia su titánica amante, diciendo.
― ¡Esta bien mi reina! Y ¡prepárate…! ¡que ahora sí voy p´arriba de ti!

30 de noviembre 2012


Sobre el Autor:

Alejandro Martín  Rojas Medina (Habana, 1984) Licenciado en Contabilidad y Finanzas
por la Universidad de la Habana. Miembro del Taller de Creación Literaria “Espacio Abierto”. Participó en el  del Taller de Formación Literaria   “Onelio Jorge Cardoso”.  Obtuvo el  Primer lugar en la categoría de no-profesionales del Concurso Mabuya 2012 de cuento dentro del Evento Behique 2012 del Grupo Dialfa, con su cuento “El festín”, el cual apareció en la antología de cuentos fantásticos y de ciencia ficción  “Hijos de Korad”.Además obtuvo una Mención del V Concurso de Literatura Fantástica Oscar Hurtado 2013 en la categoría de cuento fantástico y horror. Obtuvo tercer premio en el V concurso fantástico La cueva del lobo 2013.Obtuvo el primer premio en el concurso de ciencia ficción de la revista juventud técnica 2013 . Cuentos suyos han aparecido en revistas virtuales sobre el fantástico y la ciencia ficción como Qubit , Korad , (Axxón No 250 , 251 , 252)  y La cueva del lobo. Ganador del Premio Calendario de Ciencia Ficción 2016

LISTA DE CUENTOS SELECCIONADOS PARA LA CONVOCATORIA LECTURES D'AILLEURS/TRADABORDO CF ESPAÑA

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         Hoy, 11 de marzo de 2016, hacemos pública la lista de cuentos seleccionados para su traducción dentro del proyecto  Lectures d'ailleurs/tradabordo.  Todos ellos entrarán a formar parte de un volumen especial on-line de Lectures d'Espagne  que, como ya anunciaba la convocatoria, estará dedicado exclusivamente a la ciencia ficción española y que será de distribución gratuita.
Los cuentos seleccionados son los siguientes:

BABILONIA DEBE CAER  de Salomé Guadalupe Ingelmo
CUANDO SE DESPIERTA TEMPRANO O DEMASIADO TARDE de  Eugenio Barragán
¡LA INTELIGENCIA ES LA ARMADURA!  de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez        
EL JUEGO  de Elena Fortanet       
EL RELOJERO DE LOS MUERTOS   de Juan Ángel  Laguna
ESTACIÓN ORBITAL UVR de Víctor Vila Muñoz     
LA GALA DEL FIN DEL MUNDO  de Juan de Dios Garduño           
LA PREGUNTA CORRECTA de Nieves Delgado Rodríguez
LLEGARÁN LLANTOS REDENTORES  de Francisco José Segovia Ramos
LOS ÚLTIMOS ARTESANOS  de Víctor Manuel Valenzuela Real     
MANTODHERBAde Giny Valrís
MARTYde José Luis Díaz Marcos
PAPIROFLEXIAde Victoria Eugenia Muñoz Solano
POR TI, VOLARÉ  de  Laura López Alfranca
REGISTRO FINAL de Patricia Muñiz Olivera
SERde Clara Asunción García        
SIETE DÍAS EN LÍMITE-E  de Juan Antonio Fernández Madrigal
T´AYL SIEMPRE-FRÍA  de Fermín Moreno González
TELETRANSPÓRTESE AQUÍ. ¡ES GRATIS! de Francisco José Plana Estruch
TEORÍA Y KAOS de  Javier Fernández Bilbao
VEREDICTO  de Lisardo Suarez

         Agradecemos el interés que ha despertado este proyecto y la acogida del mismo.  Enhorabuena a los seleccionados y un agradecimiento especial a todos los participantes.
Caroline Lepage
Carmen Rosa Signes Urrea

Coordinadoras de la convocatoria

Revista Digital Tiempos Oscuros 6

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Todo llegó inesperadamente, cuando Piria, un buscador de quimeras y Quiroga, el más grande de los suicidas, en cierta forma dejaron una maldición en el fantástico uruguayo.  Excelentes escritores (salvo excepciones) pasan sin pena ni gloria, cuando les buscas en la SFE a pesar de la actividad de su fandom: fanzines, novelas y antologías.
Y fue la casualidad (o quizás no) la que me llevó a conocer al amigo Federici y tras largas conversaciones, llegamos a la conclusión de realizar un especial dedicado a Uruguay.

Revista Tiempos Oscuros Una visión del Fantástico Internacional. Nº 6 Uruguay
Asociación Cultural miNatura Soterranià
ISSN:2340-8332
Directores: Ricardo Acevedo Esplugas y Carmen Rosa Signes Urrea
Editor: Ricardo Acevedo Esplugas
Asesor: C. M. Federici (Uruguay)
Portada: Threshold of Darkness / Alejandro Colucci (Uruguay)
Contraportada: Dune  boogie / Reza Ilyasa (Indonesia)
Las colaboraciones deben ser enviadas a: revistatiempososcuros@yahoo.es

Índice:
01/ Portada: Threshold of Darkness / Alejandro Colucci (Uruguay)
02/ Editorial
04/ Convocatoria selección de textos Tiempos Oscuros Nº7 México
07/Índice
10/ El infierno artificial / Horacio Quiroga
24/ El Nexo de Maeterlinck / C. M. Federici
88/ Blue / Pablo Dobrinin
105/ La luz sobre los cerros / Ramiro Sanchiz
115/ Los inventos del padre Dámaso Antonio Larrañaga, Ministro de Relaciones Exteriores / Gabriel González Núñez
131/ Un Paseo en bicicleta / Roberto Bayeto Carballo
163/ Una Historia De Amor Como Tantas O  “El Señor De Los Venenos” / Pablo Daniel Rodríguez Remedios
185/ La lámpara negra / Claudio Pastrana
197/ La muñeca / Hernán Paredes
206/ 668 / Mónica Marcesky
210/ Los predicadores / Rodolfo Santullo
235/ Bodas de sangre / Álvaro Bonanata
243/ Todos los pasados / Renzo Rosello
259/ Fredalis / Daniel Benítez  Martínez
284/ Artículo: La fundación de una ciencia ficción uruguaya (y todo lo pasó después) / Ramiro Sanchiz
297/ Bestiario
301/ Biografías
317/ Sobre el copyright de las imágenes
318/ Contraportada: Dune  boogie / Reza Ilyasa (Indonesia)

Sobre el copyright de las imágenes:
Pág. 01 Threshold of Darkness / Alejandro Colucci (Uruguay)
Pág. 10 Destino fatal / Maykel Fajardo (Cuba)
Pág. 23 Nau poliforme / Antoni Garcés Clotet (España)
Pág. 87 Boo / Paolo Pedroni (Italia)
Pág. 104 El recital poético del fuego / Edison Montero (República Dominicana)  
Pág. 114 S.t. / Gastón Barticevich (Argentina)
Pág. 130 S.t. / Alejandro Figueroa (Uruguay)
Pág. 162 S.t. / Alex Escobar Pavón (España)
Pág. 184 S.t. / Giorgina Pastrana (Uruguay)
Pág. 196 S.t. / Alex Escobar Pavón (España)
Pág. 205 Do Androids Dream of Electric Sheep: Lovers / Donato Giancola (EE.UU.)
Pág. 209 Quakeros / Matías Bergara (Uruguay)
Pág. 234 El violinista / Ángel Legna (España)
Pág. 242 S.t. / Alex Escobar Pavón (España)
Pág. 317 Anti-hunter / Alejandro Mirabal (Cuba)
Pág. 283 S.t. / Carmen Rosa Signes Urrea (España)  
Pág. 318 Dune Boogie / Reza Ilyasa (Indonesia)



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